Capítulo 6

Nos encontrábamos todos reunidos en el inmenso campo verde. Sobre el pasto había cinco tambos volteados y encima de ellos cinco botellas de vidrio. Decidieron que era día de entrenamiento sobre el uso adecuado de las armas y la defensa personal, y que mejor que ese entretenimiento para pasar una "agradable convivencia familiar". Aprender sobre eso no era por diversión, sino por supervivencia.

Sé cómo usar un arma, sé sobre defensa personal, ya que mi maestro fue Leonel —el esposo de mi madre—. Él fue un narcotraficante en México hace muchos años, mi madre y él fueron novios cuando él lo era. Después no sé muy bien qué sucedió entre ellos, pero terminaron y en ese entonces fue cuando mi mamá conoció a mi papá —el cual está muerto—. Murió en "un accidente de avión" ya que así lo marca un papel. Nunca quise hablar sobre eso, pero... Cuando tenía 7 años, una loca me secuestró, era esposa de Leonel y madre de David. Estaba loca y me secuestró para atraer a mi madre y así poder matarla. Allí fue que me enteré que ella fue quien dio la orden de sabotear el avión de mi padre, fue ella quién lo mató. En fin, esa ya es otra historia, una demasiado larga e intensa.

El entrenamiento había terminado y ahora nos encontrábamos comiendo en la mesa fuera de la casa, una que quedaba justo en frente del lago artificial. Quizás la idea de David sobre el pacifismo frente a nuestra familia no estaba tan mal, pues ellos se miraban normal. Reían, hacían bromas y de vez en cuando él y yo compartimos opiniones distintas, claro, yo era la que menos hablaba y de verdad estaba haciendo un gran esfuerzo por participar.

—Debo ir a Dublín —mencionó David.

—¿Irás con Adara? —le preguntó Leonel.

—No. De hecho solo quiero ir a comprar un cambio para año nuevo y pensé en que quizás Jul quiera acompañarme.

Silencio total...

—¿Qué? —preguntó David—. ¿No es eso lo que quieren? ¿que ella y yo nos llevemos bien? solo estoy tratando de ser amable con mi "hermanita".

—No creo que sea buena idea que vayan solos —añadió mi madre—. Liam puede acompañarlos.

—¡¿Y yo por qué?! —se quejó el adoptado.

—Bueno, entonces que vaya Asher.

Yo solo miraba a cada uno.

—Asher, tiene entrenamiento en una hora —dijo Leonel.

—Entonces puedes acompañarlos tú o yo, pero solos no creo que sea conveniente.

Yo solo escuchaba lo que todos opinaban, hasta que exploté.

—¿Ya me preguntaron si yo quiero ir? —pregunté y todos voltearon a verme—. Tengo 21 años mamá, ya no soy aquella niña a la que querías proteger de todo. He crecido, he madurado, vivo sola en otro país, conozco a chicos y me voy con ellos si así lo quiero —aclaré—. Se me hace una estupidez que no se te haga correcto que yo vaya a solas con David, ¿qué más puedo perder que no haya perdido ya con él? Vine a pasar unas vacaciones, olvidarme de la universidad, de España y parece que soy la única que ha vivido al día. Porque aquí todos siguen aferrados a lo que sucedió hace más de tres años.

—Cariño, las cosas no son así —dijo mi madre.

—¿Entonces cómo son? —inquirí—. David me reclama el que me haya comido a Naím, él y yo ya no éramos nada, no le debía nada. Liam me reclama que hice sufrir a su primo y que ahora regresé solo a joderlo. Leonel solo está deambulando como guardia de seguridad, no puede ver que David y yo estamos cerca porque su cabeza está maquinando lo peor. ¿Y mi mamá? ahora resulta que no se le hace correcto que yo esté cerca de David, ¿entonces qué carajos quieren que haga? ¿que me vaya? ¿para eso insistían tanto en que yo viniera?

—Jul, cálmate —pidió David.

Respiré.

—Olviden el maldito pasado, yo ya lo tengo enterrado —aseguré—. Son ustedes quien lo están desenterrando —me puse de pie—. Y no David, no me apetece ir contigo a ningún lado. Creo yo, que nos habríamos ahorrado todo este numerito si me lo hubiesen preguntando antes.

Entonces rompí con el "pacifismo".

Esa es mi perra.

—¡Morrilla! —gritó Leonel detrás de mí.

Apresuré mis pasos para irme a encerrar a mi habitación. Y cuando estaba por cerrar la puerta, Leonel me lo impidió. Rodé los ojos, mientras él entraba detrás de mí cerrando la puerta con seguro.

—Quiero estar sola —solté.

—Tienes que tomarte tus antidepresivos, estás muy alterada y llevas apenas unos días aquí. En verdad tu actitud es preocupante Jul —me dejó el bote con mis antidepresivos en el buró.

—No debí venir —respiré.

—Solo tómate esos antidepresivos como son —pidió—. Relájate, date un baño, duerme y verás que mañana será otro día. Yo me encargo de tu madre, yo hablaré con ella. Solo hazme caso y tómate esos antidepresivos.

—Bien.

—Y después de que te tomes tu pastilla esconde el frasco, nadie puede encontrarlo.

—Okey.

—¿Bajarás a cenar en la noche? —preguntó.

—No. Ya tuve suficiente por hoy.

—Yo hablaré con tu madre para que se tranquilice.

—Deberías de comprarle unos antidepresivos también a ella —solté.

—Relájate —repitió y después salió de la habitación.

Maldito Marwan.

¿Qué culpa tiene nuestro esposo?

Por su culpa estaba metida en ese estiércol.

Tomé mi antidepresivo tal cual Leonel me lo pidió. No hacía eso por gusto, lo hacía por él. Porque ese fue el trato que hicimos para que no dijera nada sobre mi trastorno. Después de dos horas, el efecto ya estaba dentro de mí, la ansiedad había regresado y solo caminaba por toda la habitación. Intentaba buscar algo en lo que me pudiera entretener, pero no encontraba nada. Puse casi mi habitación de cabeza buscando aquella laptop que tenía antes de irme y no la encontré por ningún lado.

—Jul, ¿puedo pasar? —Liam preguntó al mismo tiempo que tocaba la puerta.

—No —dije y él abrió.

—Solo quiero hablar contigo —pidió.

—¿Para qué coño me preguntas si puedes pasar, si vas a pasarte mis palabras por el arco del triunfo?

—Perdóname. Soy un estúpido ¿okey? lo reconozco. No pensé que te haría sentir que no te quería aquí. Claro que te quiero aquí, ¡joder Jul! eres mi hermana, te amo y... de verdad estoy feliz de tenerte aquí.