Me quedé estática viendo como el jet se llevaba a mi 911. Nunca se lo dije, pero... su compañía sí me hizo mucho bien. Nicole suspiró a mi lado y por un momento olvidé que ella estaba conmigo.
—Ese colombiano no deja de ser tan apetecible —volvió a suspirar—. ¿Cuántas veces te lo comiste?
Volteé a mirarla con cara de yeso. El chofer de Naím arrastró el baúl de Nicole y ella al escuchar el sonido volteó de inmediato.
—¡Oye, tú! —le gritó—. Ese baúl contiene cosas de valor, si algo le sucede a todo lo que lleva dentro, yo misma me encargaré de que me pagues todo —le apuntó al chofer con el dedo.
Esperaba no arrepentirme de haberla llevado.
—¿En qué estábamos? —volteó a verme con una enorme sonrisa que hacía que sus ojos desaparecieran.
—En que debes aprender a mantener la boca cerrada —escupí y me encaminé a la moto.
—Ya dime Jul, ¿cuántas veces te lo comiste? —insistió.
—Joder Nicky —tapé mis oídos.
—Sino me dices, no me subo a la moto.
—Bien, quédate entonces.
—¡Jul! —zapateó.
—Ninguna, ¿contenta?
—¡¡Qué!! —gritó haciendo que hasta el chofer volteara—. ¿Cómo es posible que hayas desperdiciado semejante monumento? es como si yo fuera a una librería y no comprara un libro, o sea eso es imposible.
—Ah.
—A menos que... ¡no me digas! ¿te estás comiendo a otro?
Sí. A nuestro hermanastro.
No sabía quién era más exasperante, si mi conciencia, Adara o Nicole.
Me subí a la moto esperando a que Nicky hiciera lo mismo, sin embargo, ella se paró frente a la moto y se cruzó de brazos.
—¿Quieres subirte?
—No. Hasta que me digas a quién te estás comiendo.
—A nadie —mentí.
Nicole, sin embargo, siguió haciéndose teorías sin dejar de hablar. La ignoré cuando un mensaje de texto llegó a mi celular dejándome totalmente anonadada.
Desconocido: Ese look de hoy me gusta.
Por inercia volteé hacia todos lados, buscando algo o a alguien, sin embargo, la pista estaba vacía.
—¿Jul? —habló Nicole, la cual había olvidado que no paraba de hablar—. ¿Estás bien? luces como, pálida.
—Estoy bien —mentí—. Vámonos ya.
Esta vez Nicky no protestó, se puso el casco de seguridad y subió detrás de mí. En todo el camino no podía dejar de pensar en ese extraño mensaje que había recibido, solo podía pensar en alguien. Marwan.
Nuestro esposo.
Pero a la vez no tendría sentido, Naím se había encargado de todo para hacer de ese viaje lo más seguro y sabía que Naím era muy precavido, aunque, ¿por qué justo después de que Naím se fue me llegó ese mensaje?
Detrás de nosotras venía el chofer de Naím con la biblioteca de Nicole. De todas formas, no podía dejar de ver por el espejo si alguien nos venía siguiendo. Extrañamente no venía ningún auto, así que solo me dediqué a manejar tranquila el resto del camino.
Al llegar a casa bajamos de la moto, el chofer de Naím se estacionó detrás de nosotras y enseguida se dispuso a bajar la biblioteca de Nicole. Por otra parte, Nicole miraba hacia todas partes con la boca abierta.
—¿Aquí vives? —preguntó.
—Supongo.
—Wow, esto es genial.
Parece tonta.
La dejé observar todo el lugar mientras me acercaba al chofer, solo para decirle que ya se podía retirar y que yo me encargaría de informarle a Naím sobre su buen trabajo.
—Espérame aquí un momento, ya vuelvo —le pedí a Nicole.
Entré a mi casa solo para buscar a mamá, la cual por lógica estaba en la cocina. Solo quería comentarle que Nicole se quedaría con nosotros, porque obviamente yo no pedía permiso.
—Hola, princesa —sonrió cuando me vio—. ¿Cómo te fue hoy?
—Bien —respondí secamente—. Solo quería informarte que tendremos a una invitada por un largo tiempo, ¿tienes algún problema con eso?
—¿La conozco? —preguntó.
—No. Vivía conmigo en España.
—No tengo problema alguno cariño. Las amigas de mi princesa siempre serán bienvenidas.
—Okey —me di la media vuelta para irme.
—Jul —habló mamá de nuevo—. ¿Ella no estudia?
—Sí. Va a estudiar en la misma universidad que yo.
—Oh. Está bien, ¿dónde está ella? quiero conocerla.
—¿Ahora?
Mamá asintió con esa sonrisa que la caracteriza.
—Bien, ya la hago pasar —bufé y después salí.
Cuando salí, miré a Nicole en el lago, solo que no estaba sola, la acompañaba Leonel. Nicole, estaba sonriente y Leonel reía a carcajadas. Ella tocaba sus brazos pasando sus dedos por algunos de sus tatuajes, y aunque no sabía mucho de miradas, sí conocía las de Nicole.
Es una mirada de zorra.
—Morrilla —saludó Leonel cuando me vio—. Simpática tu amiga.
—Ya veo.
Nicole, sin embargo, siguió tocando los tatuajes de Leonel.
—Nicole, mamá quiere conocerte —dije—. Ya tendrás más días para explorar los tatuajes de Leonel —lo último lo dije mientras volteaba a verlo a él.
La sonrisa de Leonel se congeló por completo y yo arrastré a mi zorra amiga lejos de él.
—¡Por todas las llamas infernales, Jul! —exclamó Nicky—. Ese hombre está buenísimo, musculoso y...
—Es el esposo de mi madre, Nicole —hice cara de asco.
—Que lástima —dijo—. Me habría encantado mostrarle la saga de 50 sombras.
—¿50 sombras? —la miré.
—Olvídalo, no lo entenderías.
Al llegar a la cocina, mamá recibió a Nicole con un fuerte abrazo, le dio un mini sermón de que se sintiera como en su casa y esas cosas. Después de presenciar aquel feo discurso, ambas subimos a la segunda planta. Al pasar por la habitación de David escuché varias risas, así que supuse que no estaba solo.
—¿De verdad esta es tu habitación? —preguntó Nicole.
—Sí.
—Creí que no te gustaba lo colorido, ni las estrellitas y todo aquello que fuera llamativo.
—Y no me gusta. No he tenido tiempo de cambiar la decoración.
—¿Has pensado en algo?
—No. Solo quiero algo que vaya acorde conmigo.
—Entonces podemos pintar todo de negro —Nicole soltó una carcajada y yo le aventé una almohada para que se callara.