Alexitimia

Capítulo 20

El día se me arruinó a las 7:00 am cuando Liam prendió el sonido solo para escuchar que todo estaba en orden. Después al mirar por el balcón de mi habitación un jardín de arcoíris. Habían demasiados colores chillantes para mi gusto. Era la fiesta de Nicole, era su cumpleaños.

Y hoy tienes una cita con el demonio.

Mi conciencia no tardó en recordármelo. Aunque en realidad... no creía que era una cita. Había recibido un mensaje de texto por parte de Daniel; decía que quería verme y que mantuviera a Naím alejado de mí. Quedamos de vernos en un kilómetro de la carretera hacia Dublín, y ahí estaría él esperándome.

—Jul, ¿se puede? —Liam, asomó la cabeza por la puerta.

—Tienes la cabeza adentro, no sé para qué preguntas.

Pasó y cerró la puerta detrás de él.

—¿Vas a salir? —preguntó al notar que estaba poniéndome pintalabios.

Asentí con la cabeza y limpié el labial restante que salió por las orillas de mis labios.

—Si sabes que hoy es el cumpleaños de tu amiga ¿no?

—Ajá —pasé mis dedos por mi cabello lacio, para así peinar los cabellos desacomodados.

—¿Y ya la felicitaste? —se paró detrás de mí, poniendo sus manos en el respaldo de la silla.

—No. Es solo un día más.

—Es el cumpleaños de tu mejor amiga.

—De tu novia —aclaré—. Cuando la vea la felicitaré ¿bien?, ahora debo irme.

—¿Saldrás con Naím?

—No.

—¿Con David?

—No.

—¿Con Aidan? —dijo en un murmuro y lo miré por el espejo—. Okey. Con él no. ¿Entonces con quién?

—Con un demonio.

—A veces me preocupas, Jul.

—Debería de preocuparte siempre y no solo a veces.

—Llegarás a tiempo ¿verdad? —inquirió.

Me levanté de la silla y comencé a caminar por la habitación para tomar mi bolsa y celular.

—¿Jul?

—Llegaré a la hora que tenga que llegar —finalicé y salí de mi habitación dejándolo ahí.

Avancé por el pasillo a un paso apresurado, porque no quería encontrarme con alguien más que me hiciera perder el tiempo. Pero entonces, de pronto, escuché su maldito acento colombiano. Desde arriba miré cómo mi 911 pasaba directo rumbo a la cocina. Yo comencé a bajar corriendo, mientras me agarraba del barandal. Estaba por lograrlo, estaba por cruzar el umbral cuando...

—Hey, ¿qué más pues? ¿A dónde es que vas con tanta prisa, mamacita? —dijo y me detuve justo cuando estaba a punto de desaparecer.

Aborta la misión, repito, aborta la misión.

Abrí la boca para responder y solo salió de mí un "Ah", después la volví a cerrar.

—Jul, últimamente anda muy misteriosa —gritó Liam desde las escaleras—. Por qué no nos dices hermanita ¿a dónde es que vas con tanta prisa? —sonríe ampliamente.

Naím, levantó una ceja esperando una respuesta, pero no dejaba de sonreír.

Ay, mi colombiano, si tan solo lo supieras no estarías sonriendo.

—Ella irá a comprar el pastel —salió Nicole de la cocina.

Espera... ¿qué?

—¿De verdad? —preguntó Liam.

Nicole me miró y me dio un asentimiento de cabeza.

—Sí —respondí.

—Mor, pues si vos querés yo te puedo acompañar ¿sí o qué? —añadió Naím.

—Tú me vas a ayudar a inflar los globos —dijo Nicole y le entregó un paquete de globos y un inflador.

Liam, pasó de verme a mí y de ver a Nicole y después entrecerró sus ojos.

—¿Qué? —habló la coreana—. Ve a llenar las piñatas con condones y cigarros —empujó al adoptado y al colombiano hacia afuera.

Wow, esta Nicole sí me gusta.

Intenté atravesar el umbral, pero la coreana me detuvo.

—Un momento, señorita —puso su dedo en mi frente—. ¿A dónde vas?

Okey. Ya no me gusta.

—Por ahí.

—Ni creas que este favor te va a salir gratis —levantó sus cejas repetidas veces.

—¿Qué quieres?

—Ir a una librería y que me compres todos los libros que yo quiera.

—¿Solo eso? —la miré—. Bien.

—Y lo del pastel era en serio —añadió.

—No iré por un pastel —bufé.

—Lo harás. Es mi cumpleaños y creo que has olvidado felicitarme y abrazarme.

—Olvídalo coreana. No lo haré.

—Solo dime algo bonito —rodó los ojos.

—¡Que te den toda la noche! —exclamé.

—Nunca nadie me había dicho algo tan lindo y caliente —se llevó su mano a su pecho y mordió su labio inferior.

—Me largo —la aparté de mí.

—El pastel lo quiero de la pastelería del pueblo —anotó algo en una servilleta y me lo entregó—. Solo pídelo y ellos lo van a traer, ya tienen listo el pan solo falta la decoración y quiero que la elijas tú.

—No voy a elegir esa mierda.

—Amo los libros, solo abre tu imaginación —finalizó y después salió al jardín gritando órdenes.

Tomé aire profundo y cuando quise dar un paso para así poder irme, otra voz me lo impidió.

—¡Jul! —gritó y bajó corriendo las escaleras.

—¿Qué? —me giré para encararlo.

—Nada. Solo... quería decirte que... —rascó su cabeza.

—No he pensado en nada —solté.

—Oh... —esbozó una pequeña sonrisa y después me vio de abajo hacia arriba—. Te ves muy bonita.

Miré su mirada verde y por unos segundos me perdí en la profundidad de sus ojos.

—Debo irme —dije y le di la espalda. 

—Vendrás para la fiesta ¿verdad? —inquirió.

—Podría ser —lo miré por encima de mi hombro—. Pero igual, es mejor que no me esperes, yo nunca tengo un lugar fijo.

Que perra.

Salí apresuradamente antes de que a alguien se le ocurriera detenerme. Antes de subir a la moto revisé aquel mensaje de texto, que me indicaba que el demonio ya estaba esperándome en el lugar acordado.

Y ya vas tarde. Como siempre.

Cuando llegué al kilómetro acordado, me estacioné frente a la primer camioneta estacionada —ya que eran dos las que se encontraban—. No bajé de la moto, pero sí me quité el casco. Daniel, bajó de la primera camioneta y el poco viento que soplaba en la carretera, hacía que su exquisito perfume llegara hasta mis fosas nasales.




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