Alexitimia

Capítulo 42

Mantenía mi ventanilla cerrada porque Marwan había comentado que volaríamos sobre el mar. Y no quería que me diera una crisis nerviosa, en presencia de él.

No había comentado ninguna palabra desde que ambos tomamos asiento, «uno enfrente del otro». Marwan estaba dizque muy entretenido leyendo un periódico al revés, aunque de vez en cuando lo encontraba mirándome por encima del periódico. Mientras tanto yo, intentaba acomodar los colores del cubo de rubik que encontré en mi asiento antes de sentarme.

Últimamente mi vida es más divertida que la tuya. Mientras tú intentas acomodar unos colores, yo tengo que encargarme de imaginarme las dimensiones de nuestro esposo.

Una vez el adoptado me había dicho que esos cubos servían para desestresarse, pero en realidad, esas cosas estresan más. Terminé arrojándolo un asiento más atrás, aunque me hubiese gustado haber fallado y que accidentalmente, golpeara la frente de Marwan.

—No creí que aún existieran esas cosas —señalé su periódico.

—Lastima menos la vista leyendo un impreso, que un digital —comentó sin verme.

—Que extraño.

—¿Qué te parece extraño, esposa?

—Que no te lastimes la vista, leyendo el periódico al revés.

Marwan pareció darse cuenta de su error, se aclaró la garganta y mejor se dispuso a doblar su periódico.

—En realidad estaba pensando en todo lo que ocurrió hoy —comentó—. En tu familia.

—La única mujer era mi madre —expliqué—. El señor a su lado era Leonel, su esposo y por ende mi padrastro. Los dos que se mantenían juntos son mis hermanos, el mayor es Liam el adoptado, pero llegó antes que yo. El menor es Asher, fruto de mi madre y Leonel. Y al que golpeé es...

—David, tu hermanastro y con la persona que me has sido infiel todo este tiempo —me interrumpió.

Puse cara de yeso.

Te dije que nuestro esposito se iba a dar cuenta.

—¿Cómo sabes...?

—Así que, ¿si me fuiste infiel?

—¿En serio me estás preguntando esa mierda?

—Solo quiero escucharlo por ti.

—¿Me vas a decir que tú sí me fuiste fiel? —bufé.

—Cuando quieras podemos hablar de mí, pero ahora estamos hablando de ti y de tus infidelidades.

—Esto tiene que ser una jodida broma —me pellizqué el puente de la nariz.

—Y al que casi mato, es Naím; otro con el que me has sido infiel.

—Supongo que te debe doler mucho la frente, como para sacar este tema a conversación.

—¿Con cuántos más me fuiste infiel? —siguió.

Puse cara de yeso.

Solo con dos personas: el pueblo y la ciudad.

—¿Falta mucho para llegar? —cambié el tema.

—Claro, los infieles siempre evadiendo su pecado —murmuró.

—¿Me estás jodiendo, verdad?

Marwan se asomó por la ventanilla.

—En realidad, creo que ya deberíamos comenzar a prepararnos —añadió.

—¿Para aterrizar?

—No. Para saltar.

—Sí, claro, para salt... —abrí los ojos de par en par—. ¿Qué cosa dijiste?

Marwan se quitó su gabardina y de uno de los compartimentos de arriba, bajó un equipo que inmediatamente comenzó a colocarse.

—Debemos saltar —explicó—. Pero tranquila, solo vamos a caer en paracaídas.

—No saltaré en esa mierda ni de coña —señalé.

—Oh, no lo harás sola, lo harás conmigo.

Oh sí. Y podemos hacer como que accidentalmente nos agarramos de su palanca.

—¿Qué no existen pistas en donde vives? —inquirí, ya estaba comenzando a sudar—. ¿O ya me sacaste del planeta y no me di cuenta? —levanté la cortina de la ventanilla y me asomé—. ¡Marwan! Pero si se ve puro mar.

—Esposa, vivimos en una isla, rodeados de mar. Te encantará.

Me levanté del asiento y llegué hasta él.

—¡Me encantará y una mierda! No me gusta el mar, no quiero ver mar, y no voy a saltar en esa mierda solo porque tú tengas pensamientos suicidas.

—Si saltas conmigo, tus pies tocarán tierra —explicó—. Pero si te quedas aquí, no puedo prometer que el jet tocará tierra —colocó un mechón de mi cabello detrás de mi oreja y después se acercó y dijo—: tú decides, esposa. Aunque yo te aconsejaría que vinieras conmigo, sería una lástima quedar viudo siendo tan joven. 

—Pues entonces quédate viudo, porque yo de aquí no me muevo —finalicé.

Tres Doritos después...

Había saltado en paracaídas. Pero antes de que Marwan saltara al vacío junto conmigo, le grité que si su familia no lo había metido a un centro psiquiátrico, yo sí que lo iba a hacer. Mientras caíamos, yo mantuve mis ojos cerrados. Marwan me pedía que los abriera, pero obviamente no le hice caso. Si terminé aventándome fue porque dijo que lo tiburones me iban a comer.

Y solo nos puede comer su tiburón.

Cuando tocamos tierra, me dio un ataque de asma. Yo quería huir porque el mar estaba muy cerquita de nosotros, pero seguía amarrada a Marwan, porque sí, nos aventamos juntos. El caso fue que ambos caímos y Marwan lo hizo encima de mí. Alcancé a ver una pequeña ola aproximarse y rodé junto con él. Cuando nos desprendimos comencé a correr sin dirección alguna, pero no aguanté mucho tiempo y terminé necesitando oxígeno. Afortunadamente Marwan era más responsable que yo y tenía a la mano mi inhalador.

Es mejor no contar los detalles de cuando Marwan nos quería matar, porque en realidad solo fueron algunas que otras mentadas de madre.

—Marwan, huele a pescado —dije, mientras íbamos caminando.

—¿Será porque estamos rodeados de mar?

—Ya no quiero caminar —me quejé.

El sol estaba por ocultarse y llevabamos buen rato caminando. Según Marwan, caímos en el lado equivocado de la isla. Él estaba a la defensiva todo el tiempo, mirando hacia todos lados.

—Puedes subir a mi espalda —sugirió.

—¿Me viste cara de mono, o qué? —bufé.

—En realidad estaba hablando en serio. Si estás cansada puedes subir a mi espalda, pero no podemos detenernos porque pronto va a oscurecer.

Encontré un tronco y me senté.




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