Alexitimia

Capítulo 44

La primera semana sin el Eamon, fue la peor de todas. Cuando tienes una adicción, esta se vuelve como una parte más de tu cuerpo, la necesitas tanto que, te desesperas por no sentirla. Nunca olvidaré esas altas temperaturas que tuve que aguantar durante tres días. Nunca olvidaré los vómitos que me surgían al ingerir algo, la sudoración, ni esos dolores intensos de cabeza. Pero sobre todo, nunca olvidaré que desde esa semana, mis pesadillas volvieron a ser consecutivas.

Me pusieron la primera dosis del desintoxicante, y desde entonces, comenzaron mis ocupaciones. Marwan realizó una lista para mí, en la cual, todo el día me tenía que mantener ocupada.

El primer mes fue el más duro de todos. La ansiedad me tenía de muy mal humor y en uno de esos días, tuve un fuerte altercado con Legna. Recuerdo que solo estábamos practicando autodefensa, Marwan me había confiado con ella. Pero esas voces asesinas de mi cabeza comenzaron a susurrarme que tenía que destrozarla para sentirme bien. Legna me pidió que parara, que ya era suficiente, pero yo no podía parar. Al final terminé acorralada por ella y con la punta de una navaja en mi yugular.

Gracias a nuestro esposito es que ahora estamos contando esto.

Lo hablé con mi psicólogo, él dijo que esas voces solo eran producto de mi imaginación y que solo yo podía acabar con ellas. Mencionó que cada vez que ellas me inducieran a cometer un mal acto, yo tenía que levantar la voz y decir que no. Porque yo era más fuerte que esas voces y solo yo podía hacerlas desaparecer.

Marwan hizo que instalaran una habitación especial para mí, no para dormir, sino para tener la privacidad de realizar algunas actividades que el psicólogo me recomendaba. Así fue como llené toda la habitación de notas adhesivas. Mi psicólogo me recomendó que en las notas podía escribir lo que sentía en ese momento, las cosas aprendidas, o cosas que pensara que podía realizar más adelante.

El segundo mes llegó, junto con la segunda dosis del desintoxicante. Bella mencionó que mi temperamento tendría que comenzar a disminuir, debido a que ya había cumplido más de un mes sin consumir el Eamon. Pero que aún así, era muy importante mantenerme ocupada, o podría recaer. Marwan me cambió las actividades, para que no me aburriera de hacer siempre lo mismo.

Aunque hacer siempre lo mismo con él, no nos sería aburrido.

Y en realidad todo iba cambiando para mí. Pero mis pesadillas seguían aumentando y no encontraba cómo hacerlas desaparecer. Solo una persona lograba hacer que me olvidara de ellas y siempre se quedaba conmigo hasta que yo me durmiera.

El adoptado.

Pero él no estaba ahí, y yo tenía que aprender a vencer esas pesadillas. Porque si algo aprendí, fue que las personas no siempre iban a estar para mí, sin importar cuantas veces lo prometieran.

Comencé a mirar las películas que el psicólogo me recomendaba ver en cada sesión. Dijo que las películas transmitían muchos sentimientos y emociones, y si yo prestaba atención, podía sentir un poco de eso. En algunas derramaba agua, en otras reía a carcajadas. Pero también habían unas que me hacían querer meterme dentro de la película y golpear a todos, y también estaban esas, las que me hacían sentir como cuando despertaba de una pesadilla.

Miedo. El psicólogo dijo que eso que yo sentía, se llamaba miedo. Me explicó que era una angustia, una presión, y sientes como si alguien estuviera viéndote. Dijo que el miedo paraliza a las personas, juega con tu mente, te hace sentir amenazada, o incluso, en peligro.

Pero yo aún no me sentía lista para contarle mis miedos. Porque tampoco estaba preparada para poder vencer a los monstruos que me acompañaron durante tanto tiempo.

Llegué al tercer mes. Ya no me sentía en negación, incluso ya había aceptado totalmente la cueva como un lugar más en mi vida. No hablaba con nadie que no fuese mi psicólogo, Marwan, Lombardi, Legna o Adler. Pero era porque con cada uno tenía una actividad que realizar, después de eso, no volvía a verles le cara, a excepción de Marwan. «Con él dormía todas las noches».

Y así no se puede dormir tranquila. Tú tienes pesadillas y yo tengo sueños húmedos.

El día que iban a ponerme mi tercera dosis del desintoxicante, Marwan no iba a poder estar presente, pues según lo que me comentó, tenía una junta muy importante con la presidenta de Romanova.

No quise preguntarle nada, pues al final eran problemas que no debían ser de mi incumbencia. Pero aún así, no pude evitar suponer, el que quizás esa junta se trataba sobre Cedrik, el cual, no había visitado la orden durante los últimos tres meses. Un día le pregunté a Marwan porqué no volvió a regresar, si me había dicho que él visitaba la orden cada domingo. Él me respondió que no tenía caso hacer que Cedrik se apegara a mí, si yo iba a marcharme.

Debo confesar que desde ese día, no dejé de pensar en Cedrik. Cuando le conté a mi psicólogo lo que me sucedía al pensar en el niño que solo miré mientras brincaba en una cama, Ryan mencionó que era el sentimiento de culpa. Dijo que me sentía culpable de que Cedrik no pudiera ser adoptado. Pero también dijo que debía ser más egoísta y pensar solo en mí, ya que en ese momento no podía solucionar la vida de otras personas, si la mía era un total desastre.

—¿Ya estás lista? —Legna se asomó por la puerta. Era la única persona que tenía acceso para entrar a la habitación, siempre y cuando, Marwan no estuviera—. Bella te espera en el laboratorio.

La miré por el espejo. Detallé algunos de sus gestos, últimamente tenía esa pequeña obsesión de mirar los gestos de las personas. Miraba con desespero el reloj inteligente que usaban todos los miembros de la orden, y yo hacía como si me estuviese espolvoreando el rostro.

—He dicho que te están esperando —recalcó, con un tono de voz más elevado.

—Y yo te he escuchado —proseguí a acomodarme las pestañas.

—Entonces ten la educación de responderme. Yo soy la que estoy perdiendo mi tiempo, cuidándote como si fuera tu maldita niñera.




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