Alexitimia

Capítulo 47

Todo el camino de Romanova, hacia la orden, fue en un silencio rotundo. Era de noche, sin embargo, la pista de helicóptero fue alumbrada antes de aterrizar. Marwan fue quien bajó primero, ayudó a bajar a Cedrik y enseguida lo hizo conmigo. Adler y Legna nos estaban esperando, pero Marwan ni siquiera les dio tiempo de preguntarle cómo le había ido en la junta, porque lo primero que hizo, fue lanzar órdenes al aire.

—Asegúrate de que Cedrik cene algo —le ordenó a Legna—. Y luego lo llevas a su habitación.

Legna volteó a verme, quizás buscando alguna respuesta al comportamiento de su hermano, pero no era yo quien pudiera darlas, porque ni siquiera yo lo entendía.

—Te toca guardia hoy, ¿no? —miró a Adler—. Asegúrate de armar bien los equipos.

Me sujetó de la mano y me llevó hacia el elevador, esperando a que éste volviera a subir después de que Legna terminara de usarlo. Los segundos fueron un tanto incómodos, se podía percibir bastante tensión entre los dos.

Y no era tensión de la buena.

Entramos al elevador, Adler quería entrar con nosotros, sin embargo, Marwan se aseguró de cerrar el elevador a tiempo. Volteé a verlo para recriminarlo con la mirada, pero ni siquiera hizo el intento de voltear a verme, a pesar de que estaba segura que había sentido mi mirada. Una vez estando abajo, cuando el elevador abrió sus puertas, fui yo quien salió primero para ir a buscar a mi psicólogo, sin embargo, Marwan me detuvo.

—¿A dónde vas?

—A ver a mi psicólogo.

—Ya es tarde, puedes verlo mañana.

—Pero quiero hacerlo justo ahora.

—Entonces te acompaño.

—No. Suficiente tengo cuando te la pasas rondándonos como si fueses la pantera rosa, como para que ahora quieras escuchar mis conversaciones con él.

—Solo quiero asegurarme de que vas a estar bien...

—Lo estaré. Y si te preocupa que Ryan me reciba así como te recibe la presidenta de Romanova, quédate tranquilo —sonreí—. Ryan no conoce ese recibimiento, pero yo me encargaré de informarle como me tiene que recibir de ahora en adelante.

Sin decir más, me di la media vuelta dejando a Marwan solo. Caminé hasta el consultorio de mi psicólogo y abrí la puerta, él no estaba y era justo lo que quería. Cerré la puerta detrás de mí y apagué la luz, acto seguido, me subí encima del escritorio.

Esperé y no pasaron más de dos minutos, para que Marwan llegara abriendo la puerta agresivamente y encendiera la luz. Me miró encima del escritorio, con el vestido más arriba de lo que lo usaba. Llevó su mirada a mis piernas, pero enseguida negó con la cabeza y se centró en mis ojos.

Abre las piernas y se va a centrar en otra cosa.

—¿Así es como se te tiene que recibir, Marwan? —inquirí.

—Baja de ahí, Julieta —pidió.

—¿No te gusta como me veo aquí arriba o por qué quieres que me baje?

—Por el mismo motivo que te pedí que no volvieras a usar mis camisas.

—Nunca me dijiste el motivo —le recordé.

—No necesitas saberlo, baja de ahí.

—Dime el motivo y te haré caso.

Marwan cerró la puerta y enseguida apagó la luz.

—Entonces me quedaré aquí de pie, hasta que te canses de estar ahí arriba —mencionó en la oscuridad.

—¿Por qué no quieres verme? —inquirí, no entendía porqué tenía que apagar la luz.

No me respondió y eso me confundía aún más. Quería entender lo que llevaba clavado en mi cabeza desde el día que nos besamos. ¿Por qué él no me tocaba? ¿Por qué no hacía el intento de tener un acercamiento conmigo? Legna me había dicho que era demasiado caballeroso, pero aún así, Marwan era hombre y si yo tenía necesidades, él también debería tenerlas.

¿Experimentaría con su cuerpo así como Legna me aconsejó experimentar con el mío? Podría haber esperado a la mañana siguiente y aclararlo con mi psicólogo, sin embargo, la duda fue tan extensa, que me obligó a preguntarle a él.

—Marwan...

—¿Ya te has cansado?

—No...

—Seguimos esperando entonces.

—¿Recuerdas el beso que nos dimos... —me aclaré la garganta—, que te di?

Hubo otro silencio. Me comenzaba a sentir tonta por preguntarle algo que claramente recordaba, pero que quizás él solo quería olvidar. Estaba por bajarme del escritorio porque me entró una sensación de rechazo, haciéndome sentir aún más tonta. Pero fue en ese momento, que él me respondió.

—Lo recuerdo. ¿Por qué lo preguntas ahora?

Fue mi turno de guardar silencio. Aún me era complicado entablar ese tipo de comunicación con una persona, pero era ilógico terminarla cuando claramente yo la había iniciado. Cuando hablé con mi psicólogo sobre el beso que tuve con Marwan, le conté que tuve que huir porque no podía estar en el mismo sitio que él, viéndolo a los ojos. Mi psicólogo me explicó que era una situación vergonzosa la que yo había experimentado, y que tenía que perderla en algún momento, porque tarde o temprano, tenía que afrontar los temas de los cuales solía querer huir.

Era el momento.

—Nunca había sentido esto... —murmuré.

—Tú..., ¿sentiste algo?

—Sí. Pero para entenderlo mejor, tuve que hablarlo con mi psicólogo.

—¿Puedo saber más?

Asentí, pero después recordé que la luz estaba apagada y él no podía verme.

Que genia.

—Me sentí avergonzada —confesé. Apreté mis ojos, porque volví a sentir vergüenza de confesarle eso.

—Fue solo un beso. Las personas se besan a veces y al otro día ni siquiera recuerdan a quien besaron. No tenías porque sentirte así.

—Es que yo he dado muchos besos...

—Lo imagino..., no, no quiero imaginarlo —casi podía imaginar que se golpeaba la cara por haber dicho eso.

—Creo que sé porqué me sucedió esto contigo —murmuré nuevamente.

—¿Por qué?

—Porque has sido el único hombre que no ha querido más de mí.

Volvió el silencio.

—¿Por qué, Marwan? —indagué—. ¿Por qué no has querido más de mí?

El silencio se profundizó. De pronto comencé a sentirme sola, en la oscuridad y el miedo se estaba comenzando a apoderar de mis entrañas.




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