Prefacio

Las luces tenues del club nocturno pintaban destellos dorados sobre las paredes oscurecidas. La música vibrante llenaba el aire, envolviendo a los asistentes en una sinfonía de energía y emoción. En el centro de todo, Aleya se movía con gracia entre la multitud, dejándose llevar por el ritmo y olvidando por un momento las responsabilidades que aguardaban en su mundo elegante.

El murmullo constante de voces, risas y la música ensordecedora creaba una especie de refugio efímero, un espacio donde podía ser ella misma sin las restricciones de su apellido y su herencia. Se rio mientras sus cabellos oscuros se movían alrededor de su rostro, sus ojos chispeantes reflejaban una chispa de rebeldía que normalmente mantenía oculta.

Entonces, como un rayo de luz en la penumbra, sus ojos se encontraron con los de él. Alto, con una presencia imponente, estaba rodeado por un aura de seriedad y confianza. Sus miradas se conectaron como si el universo hubiera conspirado para ello, y en ese instante, todo pareció congelarse.

—¿Qué te trae a un lugar como este? —Ella gritó por encima de la música, desafiando el ruido para hacerse escuchar.

Aquel hombre arqueó una ceja, su expresión, un equilibrio entre sorpresa y curiosidad. 

—Una pausa en el caos —respondió con un tono que llevaba una nota irónica.

Aleya soltó una risa melodiosa, encontrando su franqueza refrescante en un mundo de máscaras. 

—Entonces, un hombre serio en busca de un escape, ¿eh? 

—Algo así —admitió, sus labios curvándose en una sonrisa leve. 

Sus palabras eran simples, pero algo en su mirada mostraba un atisbo de complicidad.

Siguiendo el instinto, Aleya lo desafió, bailando más cerca de él en un juego de provocación. 

—Entonces, ¿te atreverías a un baile? Un momento de escape compartido.

Él la miró con intensidad, como si estuviera evaluando sus intenciones. Finalmente, cedió, extendiendo su mano hacia ella. 

—¿Por qué no?

Y así, en medio de las luces tenues y la música envolvente, se encontraron bailando juntos. Los pasos se convirtieron en una danza de personalidades opuestas, de energía y serenidad, colisionando en una armonía inesperada. Aleya rio mientras lo llevaba en su espiral de diversión, y él, a pesar de su aparente seriedad, no pudo evitar sonreír ante su espontaneidad.

—¿Quieres continuar la noche? —indagó él sin querer separarse de ella. 

—Por supuesto —respondió coqueta. 

Ambos tomaron un taxi hasta el hotel del hombre, a tropezones subieron hasta la habitación donde dejaron salir aquel deseo reprimido que se construyó en la pista de baile. 

Nunca un hombre había acariciado su cuerpo con tanta maestría, pensaba la joven mujer que no paraba de gemir por el placer que sentía. Él se estaba tomando el tiempo, quería explorar su cuerpo y descubrir aquello que la hacía rogar por más. Por esa noche, dejó salir su verdadero ser, aquella intensidad y pasión que pocas personas conocían de él. 

Ambos sucumbieron al éxtasis, tocándose y amándose, sin saberlo, toda la noche. 

Era un momento fugaz, un encuentro que trascendía las expectativas y las responsabilidades que ambos llevaban sobre hombros. En ese instante, el mundo exterior se desvaneció y solo quedaron ellos, dos almas opuestas que encontraron un destello de conexión en medio del caos.

A la mañana siguiente, Aleya tomó su ropa y con premura se vistió antes de que él despertara. Lo admiró por un momento, su corazón latiendo rápidamente por los inexplicables sentimientos que experimentaba. Dio un paso en su dirección, pero al final se retractó. Tomó su bolso y sin dejar una nota se marchó, dejando atrás a aquel hombre que su mundo sacudió.

Ese primer baile fue el comienzo, el preludio de un viaje que los llevaría a través de desafíos, risas y, sin que lo supieran entonces, al amor que florecería en sus corazones. 

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Nota de autor: 

Sorpresaaaaaa. Sabremos un poco más sobre la divertida y loca Aleya y el serio Max, aquel misterioso prometido con el que tendrá que casarse. 

Espero que les guste, será mi primera vez escribiendo humor.

Este libro se puede leer independiente.  

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