Creo que empecé a hacer teatro por curiosidad y por asociación... siempre me gustaron las historias, descubrir nuevos mundos, viajar en las palabras, sufrir y amar con los personajes.
De chica jugaba a ser esos personajes, a habitar esos mundos. "Escribía" con el cuerpo mis propias historias, las vivía. Se podría decir que el teatro es un poco eso... palabras escritas con el cuerpo, imágenes que danzan y juego, mucho juego.
Así que jugaba a ser otra mucho antes de acercarme al teatro. Cualquier vestuario o elemento servía a mi creación. Primero solitaria, introspectiva, para adentro...
Luego sentí la necesidad de compartir algo de ese mundo, que lo vivan los otros... persona que se acercaba era capturada debiendo permanecer como publico el tiempo que requiriera la representación. Ahí realmente se producía "el hecho teatral" propiamente dicho, con esa presencia ajena, con ese otro transformado en público.
Aunque a mí, la verdad me daba lo mismo, no me importaba realmente la mirada de ese otro, es más creo que esa intromisión empezó a complicar las cosas, como siempre que uno ya no es uno sino en la mirada de los otros.
Lo que a mí me importaba era crear nuevos mundos, vivir nuevas vidas... escapar de la realidad, de la normalidad, de la rutina de los días... Y en eso se convirtió el teatro para mí, en una puerta siempre abierta para salir a jugar.
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Editado: 12.05.2022