Algo asi como un novio

Capítulo 4. Otra cita

─ Entonces eres divorciada. ─ Dice mientras se lleva un camarón a la boca.

─ Si. ─ Baja un poco la voz y se siente más cohibida de lo normal. ─ Mi estado civil es algo de lo que no me sienta especialmente orgullosa.

─ Seguro tuviste tus motivos. ─ Anota mirándola a los ojos, expresando su comprensión.

─ Igual que tú los tuyos. ─Responde al tomar un poco de su platillo con el tenedor.

─ Dudo mucho que sean los mismos. ─ Hace una corta pausa y añade ─ Ahora, nadie toma una decisión tan difícil solo porque un día amaneció con ánimos de divorciarse.

─ ¿Por qué? ─ ella pregunta y Federico levanta la mirada de su plato un poco confuso y agrega ─ ¿Por qué no son los mismos?.

─ Tú tienes una hija ─ Lo dice como algo que para él es obvio.

─ No entiendo.

─ Nosotros no pudimos tener un hijo y eso dañó la relación de la peor manera. ─Lo dice dejando claro que no fue nada fácil para él.

─ No creo que haya sido tan malo. ­─ Señala tratando de quitar tensión al momento.

─ Créeme, lo fue. ─ Su rostro se muestra casi inexpresivo al terminar esta expresión.

─Lo siento mucho.

─ No fue culpa tuya. Mejor cuéntame algo mas de ti. ─ Cambia de tema, buscando aligerar el ambiente, que de repente se había puesto demasiado pesado. Parece que para ambos hablar de sus relaciones pasadas no era el mejor tema y en el caso de Jacquie, tenía motivos de sobra.

─ ¿Qué te gustaría saber? ─ Pregunta cautelosa y señala su plato vacío ─ Estuvo delicioso, muchas gracias.

─ Me encanta que fuera de tu agrado. ─ toma su copa y se deleita con el vino blanco que acompaña el almuerzo. ─ No se... de la competencia ─ Ante la expresión de ella, él aclara en tono bastante jovial, casi chistoso ─ de si tienes novio, algún pretendiente, o alguien especial...

─ Mmm, directo al grano, ¿siempre eres así? ─ Ella imita su gesto y toma de su copa, saboreando el exquisito vino que él había pedido.

─ Algo así. ─ Responde como si cualquier cosa. Pero no, él no es así, por lo menos en lo personal, porque en lo laboral aprendió que la diplomacia debe ir de mano de la franqueza y del hablar las cosas sin rodeos.

─ Creo que deberíamos dejar esta conversación para otro momento ya se me hizo tarde. ─ Dice mientras mira su reloj y ve que solo le quedan unos pocos minutos.

─ Lo bueno de eso, es que ya sé que vamos a tener otra cita. ─ Señala mientras se levanta de su silla para acercarse a ella.

─ Esto no es una cita y yo no he dicho eso. ─ se levanta de la mesa y toma su cartera mientras él le ayuda con la silla.

─ Creo que si ─ Sonríe.

─Definitivamente no. ─ También sonríe y arregla un poco su cabello con ambas manos, como se nota que es habitual en ella.

─ Déjame acompañarte. ─ Pone nuevamente su mano en la espalda de Jacquie, lo que provoca en ella esa extraña sensación, similar a la de la mañana y realmente le cuesta trabajo ignorar.

─ No es necesario. ─ Se siente extraña, expuesta. Durante el tiempo que compartieron en la mesa se sintió cómoda, a pesar que él era un verdadero desconocido para ella, pero las palabras fluyeron con naturalidad, sin sentirse forzada, realmente disfrutó esa hora a su lado.

─ Para mí lo es, así puedo disfrutar unos minutos más a tu lado.

Caminaron uno al lado del otro para salir del hotel. Lograron llegar a la Tienda en solo un par de minutos más, lo que generó en ambos esa ansiedad de tener que esperar para verse de nuevo. Se despidieron de la misma forma en la se encontraron con solo palabras, no hubo besos, ni manos involucradas, pero esta vez había miradas que hablaron de lo agradable que fue ese corto tiempo y del anhelante deseo de verse nuevamente.

La tarde pasó sin contratiempos. Muchas ventas, cosas que a todas las alegra sobre manera, porque eso significa un bono más jugoso en la siguiente quincena. El teléfono de la tienda suena y Jacquie responde con la misma frase amable de siempre, pero una sonrisa aparece en sus labios al escuchar la voz de Federico del otro lado.

─ Hola mujer hermosa.

─ Espera un momento. ─ Levanta su mirada del teléfono hacia donde están las tres mujeres que ansían un merecido descanso y agita su mano en señal de que pueden irse. ─ Gracias chicas. Nos vemos el lunes temprano.

─ Siento mucho interrumpirte... ─ Comienza a decir, observando los movimientos de ella a través de los grandes escaparates de vidrio de la Tienda.

─ No te preocupes, solo me queda cerrar. ─ Dice de forma despreocupada. Apagando el computador que tiene en frente.

─ ¿Puedo pasar por ti?

─ Mmm, puede ser. Solo si no te aparta de tus deberes. ─ Sonríe al tiempo que descansa su cadera en el escritorio tras ella.

─ En realidad terminé hace un rato. Estaba esperando por ti. ─ Confiesa rascando su nuca en gesto un poco nervioso, no característico de él.

─ En serio que eres muy directo. ─ Cambia el auricular de oído.

─ Cuando quiero algo, sí. ─ El corazón de Jacquie se acelera, provocando un sonrojo en sus mejillas, que él no alcanza a percibir, pero que para ella se manifiesta como una oleada de calor que hace mucho no sentía. Hasta cierto punto se siente expuesta y no quiere sufrir otra vez.

─ Por Dios, me estas asustando. ─ No era miedo, como el que sientes en una calle sola y oscura, era miedo a poder sentir esa emoción de nuevo, esa que sintió hace tiempo y la llevó a vivir lo peor de su vida.

─ No, realmente soy inofensivo. Mira hacia la calle. ─ Larga una risa, que a ella se le antoja encantadora.

─ ¿Desde cuándo estas allí? ─ Pregunta al momento de hacer contacto visual con él, sintiéndose más expuesta aun, porque entiende que él la visto desde hace un rato.

─ Desde que salió la última de tus chicas. Realmente quería verte de nuevo. ─Suspira.

─ ¿Vas a colgar para que pueda salir o nos vamos a quedar hablando por teléfono toda la noche? ─ Hace la pregunta con una tímida sonrisa, pero con un toque de picardía al final.




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