Algo asi como un novio

Capítulo 7. Ave del paraíso

─ No te imaginas cuanto me gustaría tener un hijo.

Esa frase no deja de dar vueltas en la cabeza de Jacquie, es lógico, todos los seres humanos desean tener hijos, algunos que salgan de su interior y otros se conforman con tenerlos que nazcan de su corazón, como había dicho Federico unas horas atrás.

El camino hacia la Tienda siempre es agradable, en especial cuando llega al "pasaje de las flores" donde la señora Gladys siempre la atiende como a una hija. Ella siempre le vendía todas las flores que necesitara y también había elaborado la decoración para su matrimonio. Cuando sus padres murieron envió los arreglos más grandes y hermosos que se pudieron observar. Siempre había una buena conversación entre ellas. Una vez a la semana pasa por su puesto de flores y compra unas exóticas "ave del paraíso" para decorar la tienda y otras para llevar a su casa.

La dueña de la tienda, en una de sus visitas, le dio el visto bueno a las flores que ella había colocado y decidió que en todas sus tiendas se colocaran flores iguales, como parte de su marca. Así que para ella era rutina escoger las más coloridas entre todas las que estuvieran en la tienda.

Si bien es cierto que Gladys podría enviarlas en un domicilio, ella prefería llegar hasta su puesto para saludarla e intercambiar esas cortas pero agradables conversaciones que se habían hecho costumbre cada mañana de martes desde hace más de dos años, cuando asumió la administración de la Tienda.

Caminando hacia la tienda iba distraída mirando las hermosas flores sin percatarse de que al otro lado de la calle alguien camina en su misma dirección detallando cada uno de sus movimientos. Se detiene en una esquina para esperar a que un carro cruce y cuando va a hacer lo mismo ve del otro lado a Federico, que va caminando con sus manos metidas en los bolsillos de su pantalón observándola con una sonrisa en los labios. La sonrisa fue inmediata, pero ninguno cruzó la calle en dirección al otro, siguieron caminando intercambiando saludos y sonrisas por unas tres cuadras mas.

Relativamente cerca de la Tienda, cruzando la plaza que esta frente a la catedral se quedan de pie uno frente al otro, con las flores separando sus cuerpos, intercambiando miradas y unas cuantas palabras.

─ Son hermosas. ─ Dice usando un tono seductor, sin dejar de mirar los oscuros ojos de Jacquie.

─ Lo son. ­─ Confirma ella, ladeando un poco la cabeza, pensando en lo hermoso que es ese hombre y el efecto que su voz y todo él tiene en ella.

─ Se parecen a ti, solo les falta tu aroma. ─ el sonrojo es más que evidente en el rostro de Jacquie. El toma las flores de sus manos en un silencioso gesto que dice "te ayudo", ella simplemente se deja ayudar.

─ Son algo así como... mi toque personal. ─ En ese momento se siente algo desprotegida, las flores le habían conferido algo de seguridad y ahora no sabe qué hacer con sus manos.

Nuevamente caminan, pero esta vez juntos, menos de lo que Federico quiere y mucho más de lo que Jacquie necesita para sentirse tranquila.

La hora cero está llegando, ese mismo día debe llegar Volker y solo pensarlo le revuelve todo a Jacqueline. Ella preferiría que él nunca más volviera, hasta cierto punto aun le tiene miedo, por eso en cada viaje siempre evita quedarse a solas con él. No quiere sentir el pánico que vivió tiempo atrás, cuando sabiendo que estaba embarazada de casi once semanas, él la empujó logrando que se golpeara la cadera provocando, no solo un enorme moretón, sino también un ligero sangrado que la tuvo incapacitada por diez días y casi causa la interrupción de su embarazo.

─ Hoy no podemos almorzar juntos. ─ dice frente a la Tienda. La cara de desilusión de Jacquie es evidente. Sube los dos escalones que dan acceso a la tienda y saca las llaves para abrir la puerta ─ Tengo un compromiso de trabajo con unos importantes clientes, pero te invito a comer algo ligero al finalizar tu jornada, ¿te parece?

─ No te preocupes, no es que tengas la obligación de hacerlo todos los días, ─ Sonríe para restar importancia a la situación y levanta el hombro en ese gesto que él ya conoce, para terminar de abrir la puerta ─ pero me conformo con algo ligero en la noche.

─ Nos vemos en la noche. ─ Le entrega las flores y le da un suave beso en la mejilla, bastante cerca de los labios y que ella estuvo a punto de devolver igual.

─ Nos vemos en la noche. ─ Con la mano libre se despide. Entra al local con la sensación de que el día va ser realmente largo.

Todo el día estuvieron en el proceso de recibir la nueva colección, organizando en la bodega según modelos y tallas y vistiendo los maniquíes de los mostradores con los nuevos modelos de la diseñadora. En esta ocasión la colección está llena de faldas y vestidos amplios, con telas semi traslúcidas y en estampados de paisajes o aves exóticas. Blusas, donde el blanco predomina al igual que los cuellos y puños grandes que le dan un distintivo toque de elegancia y sofisticación, propios de la propietaria de la Tienda.

Un día con bastante movimiento, justo lo que ella necesita para distraer su mente de lo que viene a partir de esta noche. Quitando el hecho de que Lía es lomas importante en su vida, siempre se pregunta ¿en qué estaba pensando cuando me metí con un tipo como ese? Y la respuesta es la misma, "soy una tonta, que se dejó deslumbrar por unos bonitos ojos, regalos, flores y chocolates". Pero quien es adivino para conocer lo que otros tienen en su corazón, porque ahora sabe a ciencia cierta que Volker nunca fue el hombre que ella quiso ver en un inicio, realmente se engañó a sí misma y se creyó la ilusión que ella misma había fabricado, pero ya no más. Desde hace un tiempo sabe que es mejor estar sola que mal acompañada y, ni siquiera por su hija, volvería a intentar una relación con ese hombre, porque no quiere exponerse de nuevo al infierno que fue vivir con él.

Mafe se acerca a Jacquie y le solicita permiso para ausentarse por dos días en la siguiente semana para realizar unos trámites relacionados con la visa a Estados Unidos, le dice que quiere visitar a su hermana en sus vacaciones y con la emoción del momento ella le concede el permiso, con la condición de que le traiga algo de su viaje, que debería ser en unos meses.




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