Algo asi como un novio

Capítulo 8. Tengo novio

Tras dejar a una pequeña Lía dormida en su cama, se arma de valor para poner las reglas claras desde el principio. Empieza hablándole del horario de la pequeña en el Jardín, la salida de la pequeña es a las 2:00 de la tarde, a esa hora la recoge la señora Rosalía quien se encarga de cuidarla hasta que llegue alguno de los gemelos, dado que él va estar la señora Rosa, los va a acompañar hasta que lleguen sus hermanos. En su cabeza piensa que no es capaz de dejar a su niña sola con su padre, siempre se le pasan mil ideas por la cabeza y tiene miedo de que él pueda robársela.

Una vez le dice que las salidas con la niña deben ser avisadas se levanta para despedirlo. Él aprovecha y la toma de la muñeca con firmeza y ella lo mira con sorpresa y miedo mal disimulado, al notar la forma como lo miró él la suelta y le pide que se siente nuevamente, ella lo hace tratando de mantener la mayor distancia posible, no lo quiere cerca de ella.

─ Por favor, no te vayas aún, quiero que arreglemos las cosas entre nosotros... ─ le dice mientras suelta su muñeca lentamente y mirándola de forma suplicante.

─ Por favor, tu. ─ Con exasperación quita su brazo para evitar que vuelva tocarla. Su tacto le resultó repulsivo y revive en ella esas sensaciones que no quiere recordar. Después de un exagerado gesto de querer calmarse, respirando profundo mientras cierra los ojos termina la frase ─ No insistas.

─ ¿Por qué? Lía necesita a sus padres juntos, viste lo feliz que estaba esta noche. ─ Se levanta del pequeño sofá donde se encontraba sentado, para quedar un poco más alto que ella. Los tacones que tiene la hacen lucir más alta de lo que realmente es, aun así él tiene unos pocos centímetros más que ella.

─ No se trata solo de ella, no estoy dispuesta a vivir el infierno que me hiciste vivir, ¿o se te olvidó todo lo que me hiciste? ─ Su pregunta lo hace bajar la mirada, pero vuelve resuelto.

─ Te he pedido perdón mil veces, no volverá a pasar. ─ Con total convicción le responde, quiere conseguir su perdón a toda costa, aunque tenga que humillarse.

─ Eso es cierto, no volverá a pasar. ─ La serenidad con a que habla es sorprendente, aunque siente temor de su presencia, ya no es la mujer de cuatro años atrás, que tenía miedo de hablar y de hacerse respetar, ya no es más esa mujer temerosa de la que él se aprovechó hasta el cansancio.

─ ¿Por qué? Tengo derecho... ─ No logra terminar su frase cuando ve el rostro determinado de ella, negando, con tanta frialdad en sus ojos que le hace imposible terminar lo que había pensado decir.

─ No tienes derecho sobre mí, ─ En ese momento su expresión cambia, deja de ser fría y se vuelve de repulsión ─ ¿sabes? ni siquiera soporto tenerte cerca.

─ Déjame demostrarte que he cambiado... ─ Con su marcado acento alemán y conjugando mal algunos verbos trata de convencerla, cosa que se vuelve una tarea titánica. Sabe que una noche no será suficiente para lograr su cometido, pero para eso tiene veintitrés días mas.

─ No, Volker. Ya no. Es muy tarde. ─ Su comentario lo deja desarmado, pero más que su comentario es el tono que ella usa, que lejos de ser de molestia es tranquilo.

─ No entiendo, ¿por qué es tarde? ─ La pregunta la hace con un ligero temblor en su tono de voz.

─ Tengo novio. ─ Dice sin pensárselo mucho. Dios la perdone por decir reverenda mentira, pero es algo que en algún momento va a pasar y ya que tiene una propuesta, puede asumir desde ese instante, que ya tiene una relación, aunque el implicado aun no lo sepa. Después asumiría esa parte de su decisión.

─ Eso no significa nada, tenemos una hija. ─ Hace un gesto que indica que eso no tiene validez para él.

─ Tienes razón eso no significa nada, me golpeaste cuando sabias que estaba embarazada. ─ Recuerda con dolor, no quiere recordar en ese momento, porque eso siempre termina en lágrimas, pero ahora considera pertinente mencionar ese hecho, aunque después deba parar las lágrimas que sabe derramará.

─ Por favor, no vivas en el pasado, eso ya pasó. ─ El cinismo en la voz de él, saca lo peor de ella en ese momento, su respiración se agita por la mezcla de emociones que de forma estruendosa se mueven en su interior, a lo que suma las viles palabras que él dice.

─ No puedo olvidarlo. ¿Sabes para que se escriben los libros de historia? Para no repetir los errores y yo sería muy estúpida si caigo contigo de nuevo. ─ Lo dice en un tono tan bajo y con tanta calma que ella misma se sorprende. Recordó la frase que su profesor de historia siempre decía y que hacía referencia a las reiteradas crisis de los pueblos latinoamericanos, pero que ahora no eran menos que propicias.

─ Piénsalo, ese hombre nunca las va a amar como yo las amo. ─ Señala viéndose sin argumentos.

─ No dudo de tu amor por ella, pero tengo claro tu forma de amarme a mí, ya conozco tu forma de "amar". ─ Hace con sus dedos el gesto que indica comillas con sus dedos en la palabra amar.

─ Me equivoqué, lo siento tanto. ─ Derrota, ese es el tono de voz que escucha y se siente victoriosa en ese momento.

─ Acepto tus disculpas, ahora debes irte. ─ En tono firme camina hacia la puerta que permite la salida de su casa, para indicarle que ya es suficiente y que debe marcharse.

─ Aun no tengo un hotel, ¿me puedo quedar esta noche aquí? Me gustaría amanecer con mi hija. ─ Pregunta con esperanzas, esperanzas que mueren antes de terminar la oración, pues la cara de ella era respuesta suficiente.

─ ¿En serio? Te pido que por favor te vayas, hay mil hoteles en esta ciudad donde puedes pasar esta noche y las que te quedan.

Con esa respuesta no fue necesario continuar insistiendo, Volker encontró una mujer muy diferente a la que recordaba. Sin mucho más que hacer le pidió que le ayudara pedir un taxi y ella ni corta ni perezosa lo hizo. Fue todo un alivio verlo salir de su casa. Había temido este encuentro por muchos días y se dio cuenta que solo necesitaba tener la convicción suficiente para enfrentarlo. Él no se atrevería a tocarla nuevamente, o eso quería creer.




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