Capítulo 10. Fiesta de cumpleaños

Cada día desde el miércoles, las visitas de Volker habían estado acompañadas de regalos, muchos regalos. Trajo para la pequeña Lía mucha ropa, juguetes, accesorios y galguerías. Algunos de las presentes son para Jacquie y otras para Johana y Javier. Él los conoce muy bien y a cada uno le trajo según los gustos. A Jacquie le obsequia un rompecabezas de dos mil piezas, esa es una de sus grandes pasiones, armar rompecabezas. A Javier le entregó unos discos para su vídeo juegos y a Johana unos libros, de uno de sus autores favoritos.

Frente a Lía todos agradecen, pero interiormente no les agradan sus regalos, es como si quisiera comprar sus voluntades con cosas materiales. Cuando Lía toma la siesta antes de la fiesta Jacqueline aprovecha para dejarle claro que no necesita que él le traiga regalos a ella o sus hermanos, que todo lo que él quiera darle a su hija, ella con gusto lo recibe, pero hasta allí.

Mientras Lía descansa, Jacquie y sus hermanos aprovechan para terminar de decorar y vestirse para la fiesta. Jacquie se decide por un vestido sencillo, de un solo corte en color agua marina, con un lazo grande estampado en varios colores brillantes a la cintura.

La fiesta está llena de muchos niños del Jardín donde estudia la pequeña, así como de muchísimos vecinos, la mayoría son los hijos de los jóvenes de la calle, que tienen mas o menos la misma edad de Jacquie.

La canasta dispuesta para los regalos se llena y toca llevar muchos a la habitación infantil de la casa. La decoración muy bien dispuesta en motivo de Ponis, está en esa edad donde todo es mágico y los ponis de la serie son sus favoritos entre todos los dibujos animados, los ha visto sopotocientas veces, nunca se cansa, aunque el reproductor algunas veces quiere protestar.

Cuando los todos los niños están participando de las actividades que la recreacionista está haciendo para ellos, llega Federico con un regalo que deja a todos en silencio. Es una caja enorme muy bien envuelta en papeles brillantes.

La pequeña se emociona mucho y pide a su mamá abrirla, pero la convencen que al final es mejor. Deciden esperar al momento de abrir los regalos.

El saludo de Federico a Jacquie es muy discreto, un simple beso de mejillas que no pasa desapercibido entre ninguno de los asistentes en especial para su ex esposo que no deja de mirarlos de una forma que da miedo. Si las miradas mataran Federico estuviera enterrado desde ese mismo instante, con lápida esculpida y un angelito en la cúspide para que no quedasen dudas.

Johana, Juan Daniel y Javier se encargar de conversar con Federico, mientras la castaña se encarga de que la fiesta siga su ritmo, se les nota tranquilos y con una conversación fluida. En algunos momentos Johana se levanta y ayuda a su hermana, pero siempre regresa al lado de su novio, ellos quieren aprovechar cada momento que les sea posible antes e que él se vaya.

Federico la observa moverse de un lado para otro y no deja de recordar el dulce sabor de sus labios, ese que disfrutó hace solo unas pocas horas. En algún momento solo escucha las risas de sus acompañantes y se da cuenta que había estado idiotizado viéndola y deleitándose en el recuerdo de los besos de la noche anterior, porque efectivamente no se habían quedado con un solo beso, es que casi al amanecer conocían casi a la perfección la boca del otro, no les importó las risas de los otros trasnochados transeúntes, o que ya casi amanecía, solo se dedicaron a disfrutarse mutuamente.

La fiesta termina con la tradicional canción de cumpleaños, un pastel al que se le apagan tres velas y luego es repartido entre todos los asistentes y luego se entrega a cada niño una cajita con motivos de ponis, que contiene juguetes, confites y confeti.

Todos los invitados se retiran y quedan en la casa solo los anfitriones, Volker, Federico, Juan Daniel y la señora Rosalía. Entonces la pequeña quiere abrir sus regalos y quiere comenzar por el más grande de todos, cuando su duda queda despejada todos están emocionados. Jacquie está sonrojada, sus hermanos miran anonadados a Federico y Volker echa chispas por los ojos. Un trampolín donde caben seis niños es armado en la terraza para la diversión de Lía y sus amigos, por unos emocionados Federico, Javier y Juan Daniel.

Lía es una niña con una energía impresionante, siempre quiere jugar, saltar, correr y parece que nunca se cansa. Media hora más tarde está completamente armado y la cumplimentada se olvida de todos los demás regalos y comienza a saltar. Jacquie la observa feliz, Federico junto a ella, solo roza sus dedos de forma disimulada, ella aun no quiere que sea tan evidente su relación, por lo menos delante de la pequeña.

Cuando la señora Rosalía se despide, ya está todo arreglado, los rastros de la fiesta son solo vestigios que pueden ser atendidos al día siguiente.

Federico está sentado con los gemelos y el novio de ella en unas sillas en la gran terraza, que ahora está ocupada solo por ellos cuatro y el trampolín vacío. Jacquie baña a una sudada niña que tiene sueño y le coloca pijama para que pueda dormir cómoda.

Mientras es llevada a su habitación, Volker quiere tomara Lía de los brazos de su madre, generando una cercanía que a ella le incomoda sobremanera. Aprovecha ese instante para intentar besarla, cosa que la saca de sus casillas y solo se contiene de darle una bofetada por la presencia de la niña.

─ ¿Qué te pasa? ─ pregunta en cuanto siente la intención de besarla y se retira haciendo el espacio entre ellos más amplio. Ella besa la cabecita de su hija, que en ese momento ya dormita sobre su hombro.

─ Nada, solo quiero darte un beso. ─ El cinismo con el que lo dice, la enerva y hace sacar de ella lo mas feo que una persona puede sentir, odio. Aun así, no levanta la voz y por un momento solo se concentra en depositar a su hija en su cama y arroparla hasta la cintura.

─ No tienes ningún derecho a hacerlo, tu y yo no somos nada. ─ Le dice en tono muy bajo, mientras se levanta de la cama y le muestra la salida de la habitación para luego salir ella y cerrar la puerta detrás de ella.