El domingo en la tarde Jacquie se viste con unos jeans azul claro, una camiseta roja de mangas cortas y unos tenis, se arma de su mejor ánimo y sale de su casa para visitar un nuevo parque que se encuentra muy cerca del centro amurallado. El Parque Espíritu del Manglar es hermoso. Los senderos dispuestos para que sus visitantes disfruten cada uno de los espacios diseñados al interior de este son realmente agradables. Cada tantos metros se pueden encontrar personajes de la historia colombiana que han aportado al arte, la literatura o la música, pues cada uno tiene una escultura que está acompañada de una pequeña reseña e ilustra a todos los visitantes.
Cuando llega con su hija, Volker se encuentra en la entrada y abraza a su hija con mucha emoción. Jacquie no sonríe y su saludo es tan frío y distante como sus sentimientos por él. Lastimosamente ella sabe que no puede intentar ser amable, como lo ha visto en muchas otras parejas, pues él confunde amabilidad con coqueteo y definitivamente eso no es lo que ella quiere que él interprete. Adicional a eso está la absurda propuesta que le hizo la semana anterior.
Mientras caminan por uno de los senderos Lía va feliz agarrando las manos de sus padres y saltando, mientras se impulsa de ellos. Se ven como la familia feliz. Son la envidia de muchas personas en el lugar. Si supieran. Al llegar al enorme centro de juegos para niños, no es necesario animar o estimular a la pequeña, sale corriendo para subirse en cada rincón del juego. Comparte con otros niños y en menos de nada tiene armado un grupo de cinco niños donde ella es quien manda. Su liderazgo es innato.
Una hora mas tarde, entre risas comparten un helado. Jacquie logra relajarse un poco y trata de disfrutar todo el tiempo que puede compartir con su hija, trata de pensar en el hombre a su lado como alguien a quien está conociendo y debe actuar con precaución.
─ ¿Has pensado en la propuesta que te hice? ─ Esa simple y llana pregunta acaba con la magia del momento o con lo que simulaba ser un buen momento. Al formular la pregunta lo hace en un tono tan casual como preguntar el sabor del helado que quiere comer. La sonrisa de Jacquie se borra de inmediato y aparece uno de molestia que le es imposible disimular.
Ella no se molesta en responder, se aleja de él y juega con su hija hasta que empieza a notar que hay muchas menos personas que al llegar y se dispone a irse. No es de noche, pero hay menos luz debido a la hora y eso, de cierta forma, le hace temer.
─ Lissi, cariño, ve y despídete de papá. ─ Se pone en cuclillas frente a su hija y le arregla un poco el cabello, que además de desordenado está muy sudado.
─ No mami, quiero jugar más. ─ Dice con su tono infantil, haciendo un gesto en sus labios que indica que quiere más.
─ Hija, es muy tarde, ya pronto se hace de noche ─ Señala el cielo que da muestras de estar oscureciendo por los bellos colores que se observan ─ y sabes que hacemos en las noches ¿Cierto?
─ Si, mami. ─ Da un beso a su madre y sale corriendo hacia donde está su padre unos metros más allá ─ Papá, papá ya nos vamos, tú vas para tu casa ahora y nosotras a la de nosotros. ─Explica la pequeña mostrando una madurez superior a la de su edad.
Volker le habla a su hija en alemán y ella simplemente asiente en varias oportunidades, al final la pequeña le da un abrazo y muchos besos a su padre que la toma en brazos y camina con ella hacia la salida. Salen juntos del parque y él ayuda a que se suban en el carro, que había sido dejado en el parqueadero del mismo lugar.
─ No falta mucho para que sepas lo que es perder algo muy valioso. ─ La sonrisa cínica que le ofrece solo hace que ella se aleje más de él, si es que eso es posible.
Durante el camino a casa solo piensa en lo que ese hombre es capaz de hacer y se da cuenta que ella debe luchar a como dé lugar por su hija. No puede esperar nada bueno de él.
Las audiencias pasan y Héctor cada vez es más optimista. Volker no tiene nada a favor, incluso el hecho de que quiera alejar a la niña de todo lo que ella conoce le juega en contra. A eso se le suma que no tiene un trabajo estable y no cuenta con mucha familia, pues solo tiene una medio hermana con la cual no tiene ninguna relación, solo un irresponsable le daría la custodia a una persona como él. Porque algo que ya se dejó claro es que él es violento y, aunque el proceso por ese aspecto no se le dio continuidad y no hubo sentencia, todo apunta a que él es culpable.
Las versiones que dan Johana y Javier en son consistentes con lo que aparece en el expediente de violencia y con la declaración de Jacqueline. También citan a algunos vecinos que hablan de lo ejemplar que es Jacquie como madre y Héctor muestra el historial médico de Lía, que es impecable.
Casi dos meses desde la llegada de Volker a Cartagena y ella siente que se está asfixiando. La mejor que le ha pasado en todo este tiempo es la constante presencia de Federico en su vida.
Cada día almuerzan juntos y en la noche él la acompaña desde el trabajo y se queda varias horas en su casa. Ya se ha vuelto costumbre cenar juntos en la casa de ella y la dinámica de la familia se ha adaptado a la presencia constante de él. Desde la segunda interrupción, esa de la que fue protagonista su hermano Javier, han estado un poco más calmados en sus expresiones, pero el deseo ha aumentado exponencialmente. Algunas veces Jacquie no sabe cómo hace él para aguantar una novia con tantas restricciones.
Ella piensa que las dos inyecciones anticonceptivas que ha usado hasta el momento no han sido necesarias, pero igual se siente tranquila, sabe que en algún momento van a romper la barrera sexual que se han impuesto y ella no quiere lamentar nada después. Un embarazo en una relación que recién comienza no es lo que desea.
Por fin Volker anuncia su partida y cuando lo hace el ambiente en toda la ciudad es mejor. Todos en la casa Fortich Méndez se sienten relajados, hasta trabajar es mejor para Jacquie que siente una paz increíble.