Capítulo 19. !Creído¡

Como se ha vuelto costumbre cenan juntos en la casa de Jacquie, esta noche Federico es quien cocina, si, cocina, ese hombre se mueve como pez en el agua en la cocina. Prepara manjares con pocos ingredientes y hace que un platillo común y silvestre se vea elegante y sofisticado.

Una vez en la mesa, todos pueden disfrutar de unas deliciosas hamburguesas hechas en casa, que se ven mejor que las de los comerciales y su sabor no se compara con alguna que hayan comido antes. Lo mismo les ha sucedido con otras comidas como pizzas, brusccetas, crepes y sencillos sándwiches.

Después de lavar la loza y los demás elementos usados en la preparación, quedan solos en la sala, conversando de la fiesta que será en dos días. El insiste en querer comprar ropa para ella, a lo cual ella se opone argumentando tener muchas prendas en su vestidor que podría usar, lo cual es cierto.

─ Quiero que estés impresionante, que a nadie le queden dudas de que eres la mujer mas bella de este universo y del otro. ─ Le dice mientas acaricia su cintura para depositar suaves besos en su rostro ─ debes acostumbrarte a que te voy a consentir, esto no es nada Jacquie, es solo un vestido. ─ Dice besando su cuello, la respuesta del cuerpo de ella le saca una sonrisa de satisfacción.

─ Mmmm... ─ recibe los besos y de inmediato su mente se posa en los recuerdos de esa noche en la que se fundieron, solo han pasado tres días y en este momento, sintiendo el calor de sus manos en su cuerpo y sus labios en su cuellos solo puede pensar en ese momento. ─ No quieres dejarme pensar.

─ Esa es la idea. ─ Susurra en el oído para acariciarla con su nariz haciendo que su respiración la haga vibrar. Esa sensación, su cálido aliento sobre la piel de su cuello la eleva a otro nivel, la saca de su papel y no deja que ella pueda objetar nada. Él siente como la sangre de su cuerpo se concentra en su entrepierna, genera esa tirantez que se le ha vuelto tan familiar y acerca más su cuerpo al de ella para que también la sienta. ─ Aunque ahora soy yo quien no puede pensar. ─ Besa el lunar que tanto le gusta en su cuello.

Ambos parecen recordar todas las sensaciones de esa noche, como se sintió cada toque y cada caricia. Las respuestas de ambos a lo que el otro le hacia. Federico estaba fascinado con cada curva de su cuerpo, con el olor que ella emana, con las reacciones de ella, esa forma tan particular de mostrar su deseo. Al principio con algo de timidez, ella todavía sentía algunos rescoldos de su pasado, pero luego se entregó a lo que el cuerpo de su novio la estaba haciendo sentir y disfrutó, lo hizo como nunca antes. Definitivamente es la mejor experiencia de su vida. Ella siempre creyó que Volker era un amante excepcional, hicieron tantas cosas en la intimidad que se creyó que él era el mejor, pero la realidad es que la pasión, el deseo y el placer sentidos hace apenas tres noches no tienen comparación con nada de lo vivido anteriormente.

Federico sintió la calidez de su cuerpo, las respuestas de ella a sus caricias y las que ella misma le daba a él, cada movimiento de ella fue perfecto, cuando por fin llegaron al clímax, se sentía como si fuera su primera vez, una sensación de haber probado algo que nunca antes, lo invadió deseando probar más y más.

Recordar lo húmedo y cálido que es el centro de su mundo, lo hace revolucionar y querer más en ese mismo instante.

─ Creo... que debemos... hacer algo... con esto. ─ Jadea mientras ella acaricia suavemente la prominente y abultada excitación del hombre que la rodea con sus brazos y que tiembla al sentir su mano tocándolo. ─ Mmm... ─ Otro jadeo cuando él agarra su trasero y la acerca más a él.

─ Yo sé cómo se soluciona, pero hay algo... ─ La besa suavemente en los labios y une sus frentes tratando de buscar algo de aire entre ellos, subiendo las manos a su espalda. No le gusta tener que usar preservativo, ese plástico asqueroso hace que se pierda mucho de lo que ambos deberían sentir. Ese tema aun no lo han tocado y es necesario dejar todo claro. Se separa de ella y la lleva hasta el floreado sillón que ya perdió la cuenta de los besos entre ambos ─ los preservativos...

─ Si, lo sé. ─ Respira profundo tratando de bajar el calor que inunda su cuerpo por la excitación del momento. Se sienta de frente a él y se miran fijamente, ambos son conscientes de que este tema es muy importante. Es mejor tocarlo de inmediato, su madre siempre decía que era mejor tomar al toro por los cachos desde el principio para no salir como borracho en corraleja.

─ Yo estoy sano, ─ Respira, la mira de vuelta abordando el tema de la forma más madura posible, quiere que ella se sienta segura con él, que puedan tomar decisiones juntos ─ me hice chequeos hace cuatro meses después de mi última pareja, todo salió bien, yo sé que eres una mujer sana, por eso no quiero que usemos más los preservativos, hay que ir al ginecólogo para que uses un método anticonceptivo...

─ No, ─ Hace una pequeña pausa para decirle que ya lo hizo, pero se siente nerviosa aunque un poco aliviada de saber que él está de acuerdo con eso ─ no es necesario, yo...

─ No me digas que no puedes tener más hijos. ─ No la deja terminar, está un poco extrañado por su respuesta y hasta cierto punto un punzada de temor se instala en su pecho de pensar que tal vez el parto se haya complicado y haya dejado esa consecuencia en su cuerpo. No es que un hijo sea indispensable, pero el anhela tenerlo.

─ No, no es eso, pero ─ Retruca dudosa, siente su tensión y no entiende por qué dice las siguientes palabras, es solo que no quiere ser vista como una máquina para hacer bebes ─ ¿hay algún problema se así fuera?

─ No, pero yo quiero que un día podamos tener un pequeño que sea de los dos, amo a Lía, esa pequeña me tiene enamorado, pero quiero vivir la experiencia de ver tu vientre crecer, consentir tus antojos, ver sus ojos recién nacido y ver TODO su crecimiento. ─ Cada palabra la dice con total convicción y ella se imagina en cada momento que él menciona, tanto que casi anhela la experiencia nuevamente.