─ Mamá, te presento a la mujer más bella de este universo. ─ Dice a su progenitora mientras le sonríe a Jacquie y la toma por la cintura para darle un beso en la mejilla. La sonrisa de ella es bastante amplia, aunque muestra un poco de timidez, esa que solo puede generar una suegra que no se ve feliz con tu presencia.
─ Mucho gusto, Adelaida Del Risco. ─ El tono seco que utiliza la mujer la fuerza a sonreír sin ganas, se nota a leguas que preferiría estar en otro lugar, que no fuera ante la nueva novia de su hijo.
─ Es todo un placer señora Adelaida, yo soy Jacqueline Fortich. ─ Jacquie se concentra en Federico, esta es su noche y no va hacer nada que pueda dañar su celebración. Trata de mostrar su mejor cara, ella no es una persona de mal humor y con su experiencia tratando tantas mujeres exigentes y otras más un tanto arrogantes, sabe que puede con la madre de su novio.
─ Ellos son los hermanos de Jacquie, madre. ─ Dice Federico señalando a los acompañantes de la mujer que está a su lado. Su sonrisa lo hace ver mucho más joven de lo que realmente es, si bien es cierto que este día cumple treinta y tres años, ahora mismo parece de veinticinco.
─ Que gusto conocerla señora. Mi nombre es Johana. ─ Extiende su mano para saludarla y sonríe, con la misma naturalidad de siempre. Su largo y oscuro cabello, brilla de forma atrayente. Luce u vestido de tiras delgadas en sayas hasta el tobillo, se ve muy fresca y es que a los diecinueve años, se tiene toda la frescura del mundo.
─ Es todo un placer señora Adelaida, yo soy Javier, es usted una mujer muy hermosa y joven, ─ Él toma la mano de la mujer y la besa, como los antiguos caballeros ingleses, lo que provoca una sonrisa muy agradable en la mujer mayor ─ le presento a mi novia.
─ Mucho gusto, Abril Morad. ─ Saluda con su sencillez habitual y una sonrisa que cautiva a quien la observa.
─ Por favor, adelante, gracias por acompañarme esta noche. ─ Les dice a los tres jóvenes, señalándoles el camino hacia el interior de la hermosa nave ─ Hermosa, quédate a mi lado, así conoces mejor a mi madre. ─ Habla para que ambas mujeres escuchen.
Las anteriores conversaciones con su madre no habían sido las mejores, no está de acuerdo en que se empareje con una mujer que tiene una hija de otro hombre. Habiendo tantas mujeres solteras y sin hijos que darían lo que fuera por estar con él, él se va a meter con esa mujer, por bonita que sea no es la mujer para su hijo. Eso es lo que piensa Adelaida, Federico es su hijo menor y después de verlo destrozado por Maritza, no quiere que sufra por alguien como ella, esa mujer no se merece a su hijo. Su actitud quiere mostrarle que por mas que ellos tengan una relación en este momento, no tiene cabida en su familia.
Jacquie piensa en lo difícil que podría ser tratar con su suegra, ella no es la persona mas conversadora del mundo y siempre ha sido bastante cerrada en las relaciones de amistad, pero siempre trata bien a los que están a su alrededor y no es solo por su oficio, es porque en su interior siempre está el dicho de que debes tratar a los demás como quieres que te traten a ti.
─ Está bien. ─ Acepta la invitación con una sincera sonrisa, solo necesita mostrarle a Adelaida que ella no es una mala persona ─ Hace una noche maravillosa, gracias a Dios hoy no llueve, este mes siempre trae muchas lluvias. ─ Su comentario es bastante acertado los días anteriores habían tenido algunas lluvias, unas más fuertes que otras y es que agosto trae muchos vientos, pero también lluvias y hoy es una de esas noches en las que el cielo se ve parcialmente nublado.
─ Así es, ─ Concuerda Federico, sonriendo al tiempo que acaricia la cintura de ella con su pulgar por encima del vestido ─ pero el día de mi cumpleaños nunca llueve. ─ Replica con su habitual tono jocoso, que trata de imitar una arrogancia que no existe en él.
─ Creído. ─ Sonríe abiertamente, pero al mirar el rostro serio de la mujer mayor reduce un poco su sonrisa y cambia el tema buscando aligerar el ambiente ─ Este lugar está lleno, ¿faltan muchos invitados?
─ No en realidad, solo falta Miriam, mi hermana mayor, con su familia y unos amigos. ─ Federico se nota ansioso, los movimientos de su mano en la cintura de ella son bastante sugerentes, pero son disimilados por las partes del vestido que quedan sueltas sobre su mano. En este momento no desea estar en este lugar, quiere poder llevarse a su mujer a otro sitio y estar a solas con ella, disfrutar de ese cuerpo que lo enloquece.
─ Que bien. ─ Su respuesta es algo fuera de tono, las caricias de él la desconcentran, se le hace difícil pensar coherentemente cuando él la toca de esa manera. Se mueve ligeramente para soltarse disimuladamente de su agarre y cambia el foco de la conversación a la madre de Federico ─ Me gusta su vestido señora Adelaida
─ Gracias. ─ Federico mira a su madre, le sonríe con amor, pero al tiempo le dice sin palabras que sea amable, son esas cosas que solo se pueden entre quienes se conocen muy bien ─ Voy a mirar que hace tu padre, seguro me está buscando. ─ Su tono es más suave y hace un gesto mas empático.
─ Esta bien. ─ Le dice a su madre. Cuando ya no está la hermosa mujer mayor, vuelve su atención a ella y coloca la mano donde la tenía anteriormente generando mil revoluciones en su interior y como todo movimiento que genera calor, a ella se le sube la temperatura ─ No prestes atención hermosa, ella es muy celosa, es como una mamá leona, siempre quiere cuidar a sus crías.
─ La entiendo, casi igual me pasa con los gemelos. ─ Sonríe.
─ Gracias por venir. ─ Dice en un tono muy íntimo en su oído, bajando su mano a la cadera femenina, haciendo círculos suaves en las redondeadas nalgas.
─ Gracias por invitarme. ─ Habla con la respiración entrecortada. Le cuesta trabajo decir mucho mas.
─ Sabes que no estaría aquí si no tu no estuvieras, ahora solo pienso en ti y espero que esta noche puedas quedarte conmigo. Quiero poder probar de nuevo tu cuerpo. ─ Cada una de las palabras generan en ella una sensación de anticipación que logran aumentar aún más su temperatura, de ser posible.