Las tradicionales novenas de navidad se ven por todas partes. En todos los locales comerciales se escuchan villancicos y las decoraciones marcan de forma indiscutible la época más festiva del año. Después de haber cuidado a su hija por tres días seguidos, en los que la Tienda estuvo a cargo de Lina, se siente relajada, en especial porque la pequeña o ha mostrado ningún síntoma extraño, su comportamiento es igual al de siempre, solo que no quiere que le toquen la cabecita porque dice que le van a romper su huevo. Huevo, así fue como le dijo Oscar a esa terrible hinchazón que lograba ocultar con su cabello, producto del fuerte golpe que recibió del borde de la piscina.
Desde la primera noche en la que Federico se quedó a dormir, se le ha vuelto costumbre, por tres noches seguidas se queda en la casa de Jacquie y no solo comparten el lecho para dormir, eso es más que obvio. Las sesiones de sexo se han vuelto más intensas y sus cuerpos más exigentes al tiempo que complacientes, la timidez de las primeras veces se ha perdido por completo y ahora el deleite parece no tener límites. Cada vez que llegan a la cúspide las sensaciones se hacen más fuertes, escomo si sus sensores fueran más sensibles y conectaran de forma más rápida para llegar al culmen. Ya no es solo sexo tierno y delicado, también tienen del que es más rudo y apasionado, del que te deja completamente lánguido y que crees que no vas a necesitar más pero se enciende en cuanto hay el menor estímulo.
Los días que puede estar en su casa con su hija son maravillosos, puede jugar con ella sin restricciones de horarios, nadie tiene que salir y mucho menos irse a dormir. El único tiempo que siente que está perdiendo con su hija es cuando llega su padre. Volker tiene la capacidad de agriar el mejor momento, la sola expresión de su rostro es suficiente estímulo para que los otros tres integrantes de la familia se esfumen de las zonas comunes.
Jacquie está pendiente de las necesidades de la pequeña y al tiempo marca límites en los espacios a los que él puede tener acceso. Esas tres horas, que algunas veces se convierten en cuatro o cinco, ella las aprovecha para sentarse en su computador y adelantar informes contables y de ventas de la Tienda. Aunque esta de permiso médico, sabe que hay responsabilidades y no quiere acumular trabajo bajo ningún pretexto.
La insistencia de Volker por sacar a la niña de la casa es desesperante, él es consciente que los médicos le recomendaron tenerla en ambientes controlados, por lo menos la siguiente semana, hasta que tenga la cita de control. En algunas ocasiones Jacquie se pregunta si es estúpido o se hace.
Cuando llega nuevamente el lunes, se reintegra a su trabajo, en los cuatro días anteriores, había deseado tener vacaciones para quedarse más tiempo e casa, lo cierto es que las suyas todavía no llegan y ella se propuso hace algún tiempo disfrutar cada momento aunque no fuera lo que deseara en ese instante y en resumidas cuentas, su trabajo le gusta mucho.
Toda la tarde se la pasan atendiendo los exquisitos gustos de las mujeres que pasa por la Tienda, no tienen un respiro y lo cierto es que aunque ahora son seis, incluyéndola, no dan basto con la riada de féminas que quieren lucir los exclusivos diseños de Laura Pascal*.
Faltan solo cuatro días más para que sea noche buena y la tienda se mantiene abierta un par de horas más de lo habitual, en esta época no solo los nacionales sino los extranjeros quieren comprar sus atuendos para las fechas más festivas de fin de año y uno que otro evento. Con algo de inconformismo Federico deja de quedarse en la casa de Jacquie, él quiere hacer mucho más formal la relación, dejar de ser algo así como un novio y convertir a esa mujer en su mujer, ante Dios y ante los hombres. Entiende que aún no es el momento, pero todos sus comentarios en las últimas noches van destinadas a formalizar lo que ellos tienen.
Al terminar la jornada son casi las nueve de la noche y no ha tenido tiempo de nada. La pantalla de su celular le muestra que tiene una gran cantidad de llamadas perdidas y muchos más mensajes Whatsapp, lo que de inmediato le genera algo de angustia. Sus pensamientos vuelan a Lissi, pero se tranquiliza porque sabe que de haber ocurrido algo sus hermanos la habrían contactado al fijo de la Tienda.
Algunos mensajes son de sus primas, preguntando por Lía, otros de Federico, diciéndole que está pensando en ella, pero lo que más le sorprende es que tiene varios mensajes de su ex esposo y en todos se nota su excesiva molestia.
Volker: ¿Por qué mi hija le dice papá a ese hombre? (14:36)
Volker: Eso no lo voy a permitir, su padre soy yo y nadie me va a quitar lo que por derecho es mío. (14:40)
Volker: Esto lo va saber mi abogado, están usando a mi hija. (14:43)
Volker: Responde. Esto no se va a quedar así. (14:48)
Volker: Cuando ella esté conmigo en Alemania y le diga mamá a otra vas a saber lo que se siente, porque ahora no tienes la menor oportunidad de ir con nosotros. (14:58)
Volker: Voy a hacer todo lo que sea posible para que ella se olvide de ti. No vas a existir para ella. Tu no vales la pena, lo mejor que hice fue dejarte, una mujer como tu no es nada, no vale nada y vas a perder lo que es más valioso para ti. (15:23)
Cada uno de los mensajes la deja con una sensación muy amarga, siente ganas de gritar, llorar, correr y sobre todo de tener a su hija en sus brazos. Daría lo que fuera para haber evitado que su vida llegara hasta ese punto.
Federico la encuentra con los ojos cargados de lágrimas son derramar y con una expresión de angustia mezclada con terror. Solo la abraza, no necesitan palabras, sabe que algo ha pasado y lo comprende todo cuando ve los mensajes en su aparato móvil.