De un momento a otro solo puede escuchar ecos, sonidos sin sentido que no la ubican en ningún lugar, que la hacen sentir perdida y donde ni ella misma es capaz de reconocerse. Por un momento todo es confuso. Dolor, mucho dolor, formas sin forma y colores corridos, los sonidos no se pueden distinguir y por cortos instantes alcanza a sentirse a salvo.
Lía Isabel.
En la semiinconsciencia, solo se pregunta por su pequeña hija. De nuevo esos ojos azules la atormentan y el miedo que siente solo es rebasado por el dolor, un dolor que va mucho más allá del físico y es el de haber expuesto a su hija a un evento tan nefasto. A la violencia que nunca debió haber presenciado y de la cual no fue capaz de protegerla.
No sabe cuánto tiempo ha pasado desde que vio a su pequeña hija, vestida con su pijama de pequeños corazones lila y si Minie Mouse en la mano, solo sabe que no puede moverse y por más que lo intenta su cuerpo no responde. Es como si tuviese un edificio sobre ella que le impidiese el movimiento. Se le hace realmente imposible. Es consciente de cada parte de su cuerpo, de hecho, puede sentir todo y aun así su cerebro no puede conectarse para enviar la señal correcta.
Al otro lado del cristal se encuentran su hermano y su novio. Solo pueden observarla, los médicos la han dejado en la sala de cuidados intensivos y no pueden dar ningún diagnostico que pueda revelar algo sobre su recuperación, tiene graves lesiones en su cuerpo, pero la que más les preocupa es la fractura en su cráneo. Al parecer en algún momento recibió un fuerte golpe en la parte posterior que la tiene inconsciente y con pronóstico reservado.
Javier conversa con Johana por teléfono y esta no hace más que llorar, se siente culpable y piensa que si ella hubiese estado en la casa él no le habría hecho daño a Jacquie. Javier le insiste en que no tiene culpa de nada, que si hay que buscar culpables es a Volker, el fue quien la golpeó sin piedad alguna.
─ ¿Hace cuánto sucedió todo esto? ─ Johana está angustiada y su voz prueba de ello, aunque no puede verla, Javier sabe exactamente el gesto que tiene en su rostro y la forma como está tomando su cabello, casi puede sentir la ansiedad por no estar juntos en este momento.
Desde muy pequeños compartieron no solo la complicidad de hacer mil travesuras juntos, sino también algunas emociones y sensaciones. Una conexión, de esas que mencionan muchos a cerca de los gemelos, pues e ellos es muy real. Cuando a ella le llegó su primer período y tuvo cólicos menstruales por primera vez, él podía sentirlos y cuando a él lo picaron unas abejas en una salida que hicieron en la escuela ella casi no podía respirar al igual que él.
─ Unas ocho horas, mas o menos. ─ Rasca la parte alta de su mentón, el que ya tiene enrojecido de tanto hacer lo mismo desde que está en la clínica.
─ ¿Y hasta ahora me llamas? ─ Trata de controlarse, respira y baja la voz, aún está en la cama cuando recibió la llamada y ahora está de pie junto a la ventana, mirando la movida calle, tratando de despejarse y perder su mirada en el andar afanoso de las personas que por allí transitan ─ ¿Cómo esta Lissi? ─ pregunta con el corazón en las manos.
─ Está con la señora Adelaida, ella se ofreció a cuidarla, ¿sabes? ella estaba histérica, no paraba de llorar, nadie podía controlarla, ella vio todo, o eso creemos. Federico la encontró encima de su mamá, llorando. ─ Decir cada la palabra le cuesta muchísimo, está conteniendo las lágrimas, siente en cualquier comento va a llorar y Johana sabe exactamente como se siente.
─ Me regreso mañana mismo, voy a buscar un vuelo ya. ─ Expone con determinación su gemela, es de esas expresiones que no piden réplica.
─ No creo que sea lo que Jacquie quisiera. ─ Es lo único que alcanza a decir Javier, ella le corta cualquier intento de convencerla que pudiera existir en su cabeza.
─ Pero si es lo que yo quiero. No me puedes decir eso, sabes que ella es como es nuestra madre, además Lissi estará mejor conmigo allí, yo puedo hacerme cargo de ella y así no incomodamos a la señora Adelaida.
─ No me parece Yoyi, de todas formas tú tienes la última palabra.
Federico está metido en sus propios pensamientos. No deja de pensar y dar vueltas a todo lo que habían hablado solo unas horas atrás, si tan solo no se hubiese ido a su apartamento, si se hubiese quedado como otras tantas veces, esto no habría pasado. Tantas veces ha mesado su cabello que este ya no tiene forma, se ve terriblemente angustiado y sus ojos almendrados se ven al borde del llanto, las lágrimas que pugnan por salir están a punto de llegar al borde. No quiere pensar en el peor panorama de esta situación, solo quiere ver un futuro en el que Jacquie este con él y pueda hacerle la propuesta que ha estado en el aire durante estas última semanas.
─ Johana quiere regresarse mañana mismo, se siente culpable. ─ Expresa Javier al llegar nuevamente junto a Federico. No se miran pero ambos sienten un dolor tan profundo que no necesitan palabras para entenderse.
─ La entiendo, yo me siento culpable, si tan solo no me hubiese ido… ─ No puede terminar, las palabras no salen de su garganta, siente como si le estuvieran apretando y la palabras no pudieran salir.
─ Los dos sabemos que hay cosas que pasan y no las podemos evitar, si no hubiese sido hoy, tal vez habría sido mañana, no sabemos cuántos días él había contemplado esto o si fue solo un arrebato. ─ Javier habla con una calma poco propia de él, siempre ha sido mas enérgico y espontáneo, lo que genera un poco de sorpresa en Federico, que lo ha visto siempre como un muchacho algo elevado e inmaduro.
─ No lo sé, solo siento que no estuve para protegerla, ella me necesitó y yo no estuve allí… ─ Esta vez si salen las lágrimas y Federico se deja abrazar por su cuñado, el que también se deja llevar por el momento y deja que las saladas gotas de dolor salgan por sus ojos.