Algo diferente para navidad

Capítulo 8. De la mano de todos

Esa tarde pasamos entregando las despensas a las cocinas de cada casa hogar.

Hago las llamadas de ultima hora para que los encargados de hacer la fiesta de mi madre envíen todo al refugio más grande, con ayuda de los Smith, movemos a todos al mismo lugar.

—No sabía de tu generosidad y de tu preocupación por estas personas sin hogar —comenta Dylan.

—Créeme que existen muchas cosas no sabes de mí. —guiño un ojo a él.

Montamos en el refugio mas grande muchas mesas formando una O grande, en ellas ponemos manteles blancos, centros de mesa, arreglando para que todo luzca perfecto.

Empezamos a reunir a todas las personas en el lugar, a lo largo de estas 3 horas de organización, he tenido infinitas llamadas de mi madre y de mi padre, las cuales he ignorado por completo.

—¿No crees que es importante? —pregunta Dylan.

—Es mi madre, estoy segura de que quiere saber, donde están todas sus cosas para esta velada.

—¿De qué hablas?

—No lo entenderías.

Mi cuenta de ahorro supera los 35 mil dólares, se que no es mucho, pero hago la transferencia inmediata a los diferentes refugios.

Se que, en el fondo, una parte de mi se siente satisfecha de hacer el bien, pero otra se siente que esta traicionando a su madre, quien ahora quedara mal, bueno, pensándolo bien, no pues —les aviso que se cancela la cena navideña en casa de los Patrics —recuerdo mis infinitas llamadas a las familias de mi madre.

Son las 5 en punto, tengo que buscar un lugar para cambiarme de ropa, he decidido ser la señora Claus, así que me voy a un cuarto al fondo del refugio.

A lo lejos, veo que Dylan, esta disfrazado igual, bueno, es decir, del señor Claus.

—¿Qué haces? —me acerco hasta él.

—Sin querer, hoy seremos los señores Claus, dime ¿trajiste regalos?

—Si.

—sin duda alguna les daremos la mejor velada de navidad.

Nos ponemos a ensayar nuestra entrada con las personas, así que les pido a las coordinadoras, que pongan un telón en medio del enorme patio, el cual hacen de inmediato.

—Entonces, entras tú y después yo.

Es lo único que decimos antes de hacer nuestro show, hacemos bromas de navidad, cantamos villancicos, sin duda alguna sacamos las mejores sonrisas de las personas, y estar en medio de todos ellos, viendo la felicidad en sus rostros, me hace darme cuenta que no todo es dinero —como mis padres dicen —si no, el sentirte preocupado por las demás personas, poder darles un poco de ti, para que se sientan especiales, es sin duda algo diferente, algo que te puede hacer sentir mejor.

Repartimos los regalos, a los niños y niñas, no son muñecas o carros, son útiles escolares, libros con cuentos, ropa nueva etc., y a los padres, les damos unos pequeños sobres con dinero, mantas, e incluso rifamos cientos de colchones nuevos.

A lo lejos, mi mirada llama la atención, veo aquellos ojos verdes iguales a los míos, mi madre esta entre lagrimas abrazada de mi padre.

—Ahora regreso —aviso a Dylan.

Camino entre las personas que me agradecen con bendiciones.

—Madre, padre.

—No teníamos ni idea de esto.

—Yo… —tartamudeo —solo.

—No digas nada —me interrumpe mi padre, algo me dice que me va a dar el regaño de mi vida —¿Por qué no nos dijiste?

—Tú padre, no tienes tiempo y mi madre, bueno, ella se hubiera puesto en contra de lo que quería el día de hoy.

—Hija —me toma por los hombros —esto es lo más increíble que hemos presenciado.

—¿De verdad?

Ellos se miran entre sí y asienten.

—Te prometo, que cada año haremos esto especial, algo diferente para navidad. —dice mi madre dándome un abrazo que a mis tantos años me hubiera dado.

—Hija, si tu así lo deseas, siempre podemos tener una navidad para recordar.

Nos abrazamos los tres.

Mis ojos no pueden contener las lágrimas, pues una parte humana de mis padres se ha dejado asomar a mi vida y eso sin duda es mi mejor regalo.

Terminamos por ofrecer la cena, que es pavo relleno, ravioles, macarrones con queso, pure de papa, cortes de carne etc.

Hacemos oraciones de gracias y terminamos con el abrazo de media noche.

Me acerco a mis padres, a los refugiados y al final, a Dylan.

—Hola. —saluda con sus manos en los bolsillos.

—Hola. —saludo tímida.

Nos damos el abrazo, después nuestros ojos se encuentran haciéndonos sonreír.

Todos nos miran, ambos estamos apenados, y después de unos momentos nos piden el —beso — pues sin querer estamos bajo el muérdago, y así es como terminamos algo diferente para navidad.




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