Algo maravilloso

Capítulo 09

Pasaba las manos por el vestido, tratando de eliminar los pliegues que se habían formado al tallármelo. Me mire al espejo y sonreí, me agradaba como aquel vestido se ajustaba a mi pequeña e esbelta figura y me hacía lucir elegante, como si fuera alguien de la alta sociedad, pero, lo más importante era que me sentía segura en él y, que era el indicado para la ocasión. Acompañaría a mi madre a una fiesta donde posiblemente, estarían muchas personas adineradas y refinadas, no podía presentarme con un vestido demasiado corto, y además, lo modesto siempre era lo más atractivo a los ojos, al menos para mí.

Me lave el cabello y había dejado que se secara naturalmente, como era liso no tenía ningún problema con él al controlarlo, pero para darle un poco más de forma y salir de lo habitual, transforme algunas mechas y las vestí con ondas.

Quería darle un poco de vida a mis labios, pero tuve un momento de duda, ¿de qué color podría pintarlos? No sabía mucho de maquillaje, pero conocía alguien que sabía sabe mucho del tema, así que me coloque los tacones y baje las escaleras. Mi madre era quien me podría ayudar.

Ella ya debe de estar lista, ya que había comenzado a cambiarse hace tres horas atrás, le gustaba tomarse un tiempo para arreglarse y sofisticar su apariencia. Era alguien muy afanada con su imagen, y la verdad es que, por una parte la comprendía porque era una persona muy importante en la compañía en que trabajaba, tenía que tener una buena imagen, ¿no?

La mire a través del reflejo del espejo, asombrada, lucía un bellísimo vestido que le llegaba a la altura de las rodillas. Su frondosa figura le ayudaba mucho, incluso, se miraba más joven. Quien la viera pensaría que no tiene ni una hija. Su cabello ahora era de un tono dorado cenizo, se lo había teñido hace unos años y podía decir que le quedaba mejor que su color original, hacia contraste con su pálida piel.

Cuando me atrapo viéndola desde el umbral de la puerta, se volteo y una sonrisa se expandió en su rostro. Mi madre era muy atractiva. Me pregunto si habrá tenido una relación con alguien allá.

—¡Te ves preciosa! —me dijo caminando hacia mí, luego me dio un abrazo al cual correspondí.

—Gracias mama, tu también te ves muy bella —le devolví el comentario—. Necesito de tu ayuda, ¿qué color de labial me pongo? —le pregunte alzando mis dos manos frente a ella, mostrándole los únicos dos colores que me agradaban.

Mi madre observo las opciones y coloco el dedo índice en su barbilla, luego, sus ojos viajaron hacia mi rostro. Se demoró unos segundos y, por fin, decidió.

—Isabella, veamos. Tienes unos ojos que merecen ser resaltados. Entonces… —tomo de mi mano derecha el labial rojo y lo sacudió—. Este es el indicado para ti.

Le agradecí y camine hacia el espejo de su habitación. La de ella quedaba en el primer piso. Me pinte los labios y lo deje en su tocador. No quería subir de nuevo con estos tacones, y tampoco quería quitármelos.

La abuela Graziella apareció en el lugar acompañada de su bastón.

—¿Estás bien, abue? —le pregunte caminando hacia ella, un tanto preocupada al notar como sus ojos se tornaban vidriosos.

—Sí, solo es que tengo una hija y una nieta tan hermosas —comento—, y, no pensé volverlas a ver juntas después de tanto tiempo.

(…)

La fiesta se llevaría a cabo en uno de los Hoteles más lujosos de la ciudad. Estaba frente al mar y tenía una vista increíble. Observe como una cantidad exagerada de personas caminaba hacia la entrada.

—Isabella, no mentí cuando dije que era una compañía muy grande.

Entramos al Hotel y, vaya, era verdad lo que mi madre había dicho. El lugar era increíblemente lujoso y moderno. Estaba repleto de adornos dorados y plateados, ¡era un lugar sorprendentemente elegante! Era hermoso. La mayoría de los invitados vestían de acuerdo a la ocasión. Agradecí para mis adentros por el hecho de decidirme por el atuendo adecuado. Una música clásica sonaba en el ambiente, algunas personas platicaban entre si mientras tenían una copa de vino en sus manos.

Inspeccione mejor el lugar y vi algo que logro que mi estómago comenzara a rugir. Había una pequeña mesa en el centro llena de pequeños aperitivos, sobre todo postres, y también había bebidas. La boca se me hizo agua. Un pastel de chocolate me estaba tentando y, yo no dude en caer, así que tome un pedazo en un platillo y lo saboree. Sentí como mi lengua percibía el sabor y como se derretía dentro de mi boca. Por Dios, estaba delicioso. Quien sea que haya preparado este postre debe tener manos mágicas.

—¡Isabella! ¡Ven por un instante! —Llamo mi madre, a lo que hice caso y fui donde ella.

Un hombre estaba a su lado. Era más alto que ella y su tez era del color de la canela. Desde unos metros de distancia pude distinguir el color de sus ojos: eran verdes grisáceos. Eran muy llamativos, incluso, más intensos que los míos. Ahora entiendo porque dicen que mis ojos son encantadores. Me acerque hacia ellos y mi madre hablo:

—Mira hija, él es una de las personas con las que trabajo.

—Es un gusto conocerte Isabella. Tu madre me ha contado mucho de ti —El extendió su mano hacia mí y la tome.

—Oh, en serio, ¿y que le ha dicho? —indague con curiosidad.

«¿Qué le había dicho esta mujer?»




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