Algo maravilloso

Capitulo 10

Me había perdido entre tanta multitud que se reunió en el centro del salón para presentar a los nuevos miembros de la compañía y, como resultado, perdí de vista a mi madre. No mentiría, al inicio la fiesta había sido entretenida para mí, tuve una conversación con el señor Anderson que me llevo a conocerlo mejor. Me pareció un gran hombre a simple vista, me conto sobre las ganas que tenia de conocer a nadie más ni menos que a la abuela. Le había ayudado a mi madre a planear una manera de presentarle el señor Anderson. Ella estaba nerviosa, y trataba de entenderla. Le dije que no se complicara tanto, que le dijese a la abuela que tendríamos una visita muy importante en casa alguno de estos días, para que ella se hiciera una idea, y luego al estar el presente, que ella —mi madre— le contara con paciencia todo, con lujos de detalles.

«¿Cómo reaccionaría al enterarse? ¿Sera que de la misma manera en que yo lo hice? ¿Se pondrá contenta al ver a su hija construyendo su vida con alguien más?» Esas fueron preguntas que no lograba responderme.

Luego de unas horas, decidí alejarme de la fiesta, escapándome, aprovechando que el centro de atención solo se dirigía a los nuevos empleados. Había comenzado a sentirme un tanto aburrida, ya que no conocía a nadie más que al señor Anderson. Necesitaba un respiro, también quería tener mi propio espacio por unos minutos y, de todos modos, me sentía algo agobiada después de tanto tiempo en medio de aquel tumulto de personas.

Ahora, me encontraba caminando alrededor del hotel, queriendo explorar cada rincón y lugar.

¡Era demasiado bello como para dejarlo sin descubrir!

Una serie de pasillos me llevaron hacia una ventana, la cual era más alta que mi estatura, ¡era gigante! Me acerque hacia ella para inspeccionarla.

¡Oh! No era una ventana. Era una puerta de vidrio y podría ver el exterior a través de ella... y lo que había más allá en realidad era un balcón. Gire la manija y empuje hacia afuera. Salí y coloque mis palmas sobre la baranda, aquí se podría gozar más de la hermosa vista. El viento en el día solía ser más caliente debido a que estábamos en verano, sin embargo, en la noche se tornaba más cálido y suave. Deje que acariciara mi piel y mi cabello, haciéndolo volar.

Inspire hondo. El olor característico del mar penetro por mis fosas nasales, trayéndome a mi mente recuerdos de cuando apenas era una pequeña. El mar me encantaba cuando era una niña, y ahora, me encantaba aún más, pues en las olas del mar flotaba el recuerdo de mi infancia.

«¿Flotaba el recuerdo de mi infancia? ¿De dónde había sacado tremenda metáfora?»

Observe a lo lejos como las olas iban y venían. Y un pensamiento surgió en mi mente: Las olas tenían cierta semejanza a las personas; algunas débiles, otras fuertes, sin embargo, ambas dejaban una huella en ti.

Sonreí.

«Con la creatividad que brotaba en mi por veces, bien podría escribir poesía.»

Mi sonrisa desapareció cuando la típica sensación de sentirse observada creció en mí. Mi alarma mental se encendió. Mi cerebro comenzó a procesar la información, tratando de encontrar una explicación lógica ante todo lo que sentía. Entrecerré los ojos e inspeccione más el lugar, pero no había absolutamente nadie a mi alrededor, estaba sola. Me encogí de hombros, restándole importancia al asunto. Bien, mi mente había jugado conmigo.

Mis oídos ya no prestaban atención a la música suave que sonaba, pues estaba más lejana y apenas se escuchaba, solo podía oír el sonido del viento y el de las olas del mar envistiendo contra la orilla, desplomándose con la arena.

«Plusssh. Un impacto. Splash. Espuma.»

Una vez más, respire lentamente, cerrando los ojos. Todo era más apacible. Aquí podía sentir paz.

«Click.»

Ahora un sonido provoco que respingara, devolviéndome al mundo real. Me estaba comenzando a preocupar. ¿Primero me siento observada y luego escucho ese ruido? Todo aquello me sonaba demasiado extraño. Sin embargo, la curiosidad, como siempre, comenzó a carcomerme.

Alce mi vista y busque a mis alrededores, izquierda, derecha, atrás, ¡nada!

Dirigí mi vista hacia el frente, buscando alguna señal en la tierra que estaba debajo de mí.

¡Bingo! Ahí estaba. Sabía que no se trataba de una mala jugada de mi mente. Había alguien, un muchacho para ser más específica, no lograba ver su rostro pues lo que parecía ser una cámara fotográfica lo cubría, y mi problema visual no tratado no me ayudaba a poder enfocar mejor la visión. Lo único que logre captar era que llevaba puesto un pantalón crema y una camisa... creo que es de color azul marino.

De pronto, sentí como mi curiosidad subió de cincuenta a cien al darme cuenta que había omitido un dato muy sospechoso. El muchacho tenía una cámara entre sus ojos, y apuntaba en dirección a mí.

«¿Me estaba tomando fotos?»

Quería preguntarle si yo era el objeto de su fotografía, pero no podía gritarle desde acá arriba, parecería una loca e, igual, no sabía si estaba equivocada o si estaba en lo correcto. Luego de unos minutos pensando en algo, se me ocurrió una idea. Para salir de mi duda, levante una de mis manos sacudiéndola lentamente en señal de saludo. Jamás imagine hablar con alguien de esta manera.

El bajo la cámara, acto que me dio la oportunidad de distinguir mejor su rostro que ahora lucía un poco más familiar. Me devolvió el saludo soltando la cámara de sus manos, por un momento creí que se caería al piso, pero no, la llevaba colgada de una cinta desde su cuello. Saludo de la misma manera, la única diferencia era que él lo hizo con ambas manos. Observe como comenzó a caminar lejos del lugar. ¿Qué? ¿Ya se iría sin decirme nada?, pensé, pero luego, me hizo otro grupo de señas que apuntaban hacia su derecha, donde era la entrada del Hotel en el que estaba, como si me quisiera decir que fuera a ese lugar.

Camine fuera del balcón, dispuesta a ir, atravesé un tumulto de personas, mucha gente seguía reunida en el centro de la sala. Vaya, al parecer el acto de presentación ha durado más de lo que pensé. Divise a mi madre junto al señor Anderson a lo lejos, ambos aplaudían y una sonrisa estaba pintada en el rostro de mi progenitora. Me alegraba mucho verla feliz con alguien más.




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