Algo maravilloso

Capitulo 13

Sentía como el dolor de cabeza que me había causado la sola presencia de Alessandro el día de ayer volvía poco a poco. ¿Tenía problemas de audición o qué sucedía? ¿No había entendido mis palabras o no fui lo suficientemente clara? ¿Que no le había dicho que se tenía que ir a primera hora en la mañana? Al parecer mis palabras fueron necias a sus oídos, porque si en realidad me hubiese puesto atención ya no estaría aquí. De verdad, no lo podía creer. La capacidad extraordinaria que tenía el para hacerme enojar en cuestión de segundos era impresionante.

Ojo, jamás antes alguien lo había logrado.

El pequeño inconveniente que sucedió ayer en mi habitación me hervía la sangre de rabia y de indignación. Siempre trato de tomar en cuenta la primera impresión que me da una persona para luego hacer una evaluación y darme cuenta si concuerda con lo que pensé, y él me dio una pésima impresión con su carácter egocéntrico y mostro un lado bastante aprovechado. Sentí que trate con una persona que a pesar de que establecieras límites, el intentaría cruzarlos de una manera muy desagradable.

¿Me había equivocado en mi juicio? Pues no lo sé, pero creía que todas las definiciones que tenía respecto a su carácter tenían una razón lógica, y muy justificada. Ni siquiera podría dar buenas referencias de Alessandro, claro, si me lo preguntaran.

Todo indicaba que su personalidad y la mía no encajarían en lo absoluto, aunque lo intentáramos.

Éramos justo como el aceite y el agua. Imposibles de mezclar.

Estaban sentados en el comedor y me sorprendió escuchar como su conversación era tan fluida, como si ambos se conocieran de por vida. Dos tazas de café hervían frente a cada uno, recién servidas, y lo note al ver como el vapor salía de ellas, desprendiéndose en el aire.

Vaya. Ambos parecían estar disfrutando de su plática, que fue interrumpida, lastimosamente, por mi indignada presencia.

—¿Que hace el aquí? —pregunte apenas al llegar a la cocina, señalándolo con mi dedo.

La conversación se detuvo en seco cuando mi voz fue el motivo de atención. Mama me reprendió con tan solo una mirada al ver la forma en la que le había hablado a su invitado, y de su rostro la sonrisa que antes estaba desapareció.

—Isabella Marie. ¿Dónde está la educación que te inculque? —demando con una voz cargada de regaño desde su sitio. Sus ojos, abiertos de par en par, expresaban lo disgustada que estaba con mi repentina entrada.

—La perdí ayer, lidiando con el —respondí rápidamente cruzándome de brazos y apoyándome en el umbral del arco de entrada que había en la cocina.

—No sé qué sucede contigo, Isabella, pero deberías comportarte. El parece un gran joven. No deberías tratar así a los invitados.

Abrí la boca sorprendida y la indignación inundo mi ser, de nuevo. ¿Qué rayos? ¿Ahora mi mama defendía a una persona que solo había conocido por unos cuantos minutos en vez de defender a su propia hija? Bien, Alessandro parecía estar colaborando para agradarle a mi madre de una manera en la cual yo no conocía. Conmigo no fue agradable, ni amistoso. Fue todo lo contrario. No se comportó de la manera en que tuvo que hacerlo, y no exageraba. Lo que sucedió en mi habitación fue demasiado inapropiado, al menos desde mi perspectiva, y mi madre debía saberlo, quizá de esa manera comprendería la actitud esquiva que estoy teniendo por su presencia.

Y de todas maneras, ¿qué hacia el aquí? ¿Qué motivos tuvo para quedarse?

Hundí mi vista en él y el enojo que todavía sentía se expresó a través de una mirada. La ira se encendió cuando vi como él sonreía, como si fuera tan inocente y no tuviera idea de que estoy hablando.

Cínico.

—El podría lucir muy simpático, pero no te dejes engañar por las apariencias mama. Créeme cuando te digo que él fue un dolor de cabeza para mi ayer —hable, dispuesta a sacar sus trapos al sol.

—¿Por qué lo dices? ¿Qué sucedió ayer? ¿Cómo se conocieron? —cuestiono.

Si la verdad no saldría a la luz por medio de Alessandro, saldría por medio de mí.

—A ver, te explico. Ayer hubo un incidente y tuve la cortesía de traerlo a casa porque casi le fracturan la nariz por su actitud.

—¿Por su actitud? No veo su actitud como un problema… ¿pero que tuvo que hacer para ser golpeado? —me interrumpió.

Me acerque un poco más hacia el para buscar un detalle importante que me podía ayudar a que mi madre me creyera.

Y por cuestión de suerte, lo encontré.

—Si no me crees solo ve la ligera coloración que tiene en su nariz —dije y toque la mía para guiarla. El puñetazo que le dio Elián no solo lo había dejado con sangrado, si no que también lo había dejado con un pequeño moretón, que a pesar de que era poco notable, se podía llegar a distinguir si enfocabas tus ojos en él.

Mama giro la cabeza y fijo la vista en su compañero de charla, su boca formo un círculo al ver la pequeña mancha morada que había en su nariz, y comenzó a parparla suavemente. Alessandro hizo una mueca que indicaba que había una pizca de dolor en el área—. Lo tuvo que tratar porque sangraba a chorros y cuando sano le dije que se quedara abajo mientras iba a ver a la abuela y a Rafael, ya sabes, para ver cómo se encontraban. Aproveche para darme un baño y ¡adivina! El entro a mi habitación. Y ni siquiera toco la puerta. Entro sin permiso y me hizo sentir incomoda por muchos, muchos minutos.




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