"In the end
Everyone ends up alone
Losing her
The only one who's ever known who I am
Who I'm not, and who I want to be
No way to know
How long she will be next to me."
-You Found Me, The Fray
Elián POV
Cerré la puerta detrás de mí y lance las llaves a la mesita de vidrio. Camine por todo el apartamento con lentitud y con la mirada fija en el suelo, sintiéndome un tanto frágil, no solo por lo que había escuchado, sino que también por la inusual emoción que se alojó en mi pecho al conectar mi mirada con aquellos ojos verdosos que tanto llamaban mi atención.
Lleve las manos a mi cabello y lo revolví, deseoso por entender que me había pasado. No voy a negar que, por unos cortos instantes, me sentí jodidamente atrapado en sus ojos… Cautivado. No podía desviar la mirada por mucho que lo intentara, y es que, en realidad, una parte de mí no quería hacerlo, no quería ceder y ser quien desconecta. Esa parte muy recóndita en mí, que se encuentra casi intacta, quería mantener ese contacto visual, y seguir sintiendo en lo más profundo de mi ser aquella sensación de paz tan placentera que me dejo con los pelos de punta.
Y lo hice mientras pude. No despegue mis ojos de los suyos como si fuese un impulso; uno que no me permitía controlarlo.
Me agrado sentir sea lo que haya sido, mientras duro.
Me pareció tan considerado de su parte que me ofreciera su valioso tiempo para escuchar todo aquello que quería decir. Me dio la oportunidad de desahogarme, de sacar de mi interior todo el manojo de emociones que se habían instalado desde hace unos días y que estaban comenzando a carcomerme por dentro.
Ella fue capaz de escucharme detenidamente, con paciencia, sin reproches, sin prejuicios. Y yo, no dude en agradecerle al bajar del auto.
Sé que el mayor regalo que alguien puede darte es su tiempo, algo que forma parte de su vida, una porción de su existencia que, por muy pequeña que sea, jamás obtendrán de vuelta.
Reconozco que, uno de mis mayores defectos es no ser que lo hoy en día llaman abierto. Suelo ser demasiado discreto con mis problemas en angustias, la mayor parte del tiempo. Guardo todo lo que pienso y siento para mí mismo, hasta que llego a un punto en el cual no puedo más, y paso de ser una persona, a una explosión andante, pero con ella no lo fui.
Y ahora que soy capaz de pensar con la mente un poco más despejada, me pareció sorprendente como pude expresarme de un solo tirón y como fui tan… ¿transparente?
Si, deje de ocultarme, deje de fingir que me encuentro emocionalmente estable, cuando en realidad, estoy hecho un puñado de nervios. Baje la guardia y mi mostré tal como soy. Mi verdadero yo salió a la superficie. Me sentí tan aliviado… una gran carga se quitó de mis hombros.
«Tranquilo, todo estará bien».
Esa voz que sonó como terciopelo para mis oídos no paraba de reproducirse dentro de mi cabeza, una y otra vez. Cuando de repente, sentí su mano posarse sobre mi hombro en un toque sutil que me inspiro esperanza.
Y por alguna u otra razón, le creí. Confié en sus palabras y pensé que tarde o temprano, de manera inesperada, la felicidad que vivía en mi corazón, la que se fue de viaje hace un largo tiempo, volvería a mi vida. Que hallaría su manera de encontrarme, solamente necesitaba tener esperanza de que sucedería en algún momento de mi vida.
Sin embargo, aquella idea se evaporo en el aire, en un abrir y cerrar de ojos.
La rabia volvió a recorrer cada sendero de mi cuerpo cuando la chica de los ojos verdes menciono que le había dado una nueva oportunidad a Alessandro.
Isabella lucia como una muchacha perspicaz, en realidad lo era. Su personalidad lo demuestra casi a gritos. Asimismo, sabía que no era ilusa. Trataba de convencerme a mí mismo de que alguien como ella no creería en las palabras de un completo desconocido… que no caería en su mentira, que no confiaría.
Uno cree lo que quiere creer.
Uno cree en lo que le hace sentir bien.
Temía por Arlet, por Isabella, temía que alguien como él, tan repugnante, egocéntrico y manipulador, llegara a destrozar sin piedad cada esperanza que habitaba dentro de sus inocentes corazones. Sé que detrás de su fachada de «estoy arrepentido, perdóname» no hay nada más que alguien lleno de malas intenciones.
Quizá nuestra amistad tuvo un desenlace desastroso, doloroso, caótico… pero por lo menos, todos aquellos años de ser amigos me dejaron una ventaja; y esa es que ahora lo conocía tanto, y sé que si ya lo hizo una vez sin remordimiento, ¿qué me hace pensar que no lo haría de nuevo? ¿Por qué tendría que entregarle de nuevo mi confianza en bandeja de plata? No tenía sentido.
«Quiero hacer las paces», reí para mis adentros con ironía. ¿En serio era tan idiota como para pensar que lo perdonaría, como si no nada hubiera pasado?
No podría estar en paz con él.
El dolor mezclado con rencor me retendría si lo intentara.
Es más fuerte que yo.
Lo único que quedaba por hacer era prevenir cualquier daño, lo más antes posible. Un deber que me pertenecía ahora que había involucrado a dos chicas muy cercanas a mí. Sentía que era mi responsabilidad, para luego, no lamentarme por si algo malo ocurriese.
Aun no llegaba a comprender como se pusieron en contacto. ¿Quién había sido el de la idea? Arlet menciono que quería que fuese una sorpresa, pero en realidad, ¿qué la hizo pensar que sería algo de mi agrado? ¿Acaso Alessandro había manipulado la historia para su conveniencia? Existía una gran posibilidad de que así fuera, y que mi inocente amiga cayera en su mentira, pero no podía culparla, no cuando ni siquiera yo he sido sincero con ella acerca de lo que sucedió en el pasado…
«¿Cuál era el motivo detrás de su regreso? ¿Qué planeaba? ¿Estar rodeado de las personas cercanas a mí para hacerme sentir con miedo, con angustia, atormentado... sin paz?» Las preguntas no tardaron en aterrizar dentro de mí cabeza, y yo, en respuesta, logre que cada célula de mi cuerpo se enfureciera, porque no era capaz de contestarlas por mí mismo.