Dos semanas atrás
-Omma- escuche como mi hijo me llamaba desde la mesa donde estaba terminado su cena- dime cariño- respondí mientras limpiaba la cocina.
-¿puedo ir contigo?- preguntó ahora junto a mí con su plato extendido. Lo tome de sus pequeñas manos. Tire las migajas y lo puse en el lavavajillas antes de voltearme y mirar al pequeño hombrecito. Me miraba fijamente con su cabeza ladeada. Mordió su labio inferior nerviosamente. Por Dios me recordaba tanto a su padre. Me agache hasta quedar a su altura.
- solo si prometes no pedir cada dulce que tus lindos ojos miren- dije tocando su pequeña nariz con mi dedo índice. Eun Min arrugo su naricita y bajo su rostro hacia sus dedos. Sabía que significaba eso.
- ¿Qué quieres que te compre?- pregunté sabiendo que no me perdonaría yo misma si al menos no le compraba un dulce. Mi hijo me regalo una brillante sonrisa desdentada.
- hay un nuevo sabor de helado mommy- Eun Min siempre utilizaba un mix de coreano e inglés conmigo. Era un niño muy inteligente siempre me pedía que le enseñara nuevas palabras. Algunas madres dicen que malcrías a tu hijo si lo complaces en todo. ¿Pero cómo no complacer a este hombrecito? Es muy respetuoso. Tiene excelentes notas. No espera a que le ordene hacer algo, si él puede lo hace sin tener que pedírselo. Realmente no sé porque es tan educado.
- está bien caballerito ve y consigue un abrigo, un gorro y guantes.
- gracias Omma- mi hijo me dio un reverencia antes de desparecer por el pasillo. Diablos tendría que enseñarle algo de rebeldía a este niño. Quiero tener con quien pelear dentro de algunos años. Quiero estar pegada en la ventana esperando a que él regrese. Maldita sea quiero mandarle mensajes malhumorados preguntando donde mierda esta. A este paso la maternidad sería muy aburrida.
-estoy listo Podemos irnos – me comunico parándose a mi lado. Caminamos juntos hasta la puerta. Tome mi propio abrigo mientras Eun Min se ponía sus botines, me calce los míos y tome las llaves del perchero de la pared -espera Omma- Eun min camino los cortos pasos que llevaban hasta la puerta. Puso sus pequeñas manos en la perrilla y abrió la puerta para mí.
- Gracias cariño- dije atravesando el umbral. Eun Min coloco el seguro por la parte de adentro antes de cerrar detrás de él. Me extendió su mano y yo la tome. Juntos nos dirigimos hasta el ascensor donde también presiono el botón y espero a que entrara primero. Así mismo fue cuando salimos al vestíbulo del edificio. Tenía todo un caballero en mi casa. Gracias Min Hye. Agradecí internamente a mi hermana.
Al salir del edificio el frío aire golpeo mi rostro. Carajo olvide mis guantes. El pequeño Minimarket estaba a tres cuadras de distancia. Tome fuertemente la pequeña mano de mi hijo y caminamos tres calles hacia abajo. Eun Min tarareaba la nueva canción del grupo de la empresa. Que gran ironía era todo esto.
Cuando las puertas automáticas se abrieron para dejarnos pasar. Agradecí el calor con el que fuimos recibidos. Tome un carrito del cual Eun Min tomo el control inmediatamente. Tenía la suerte de ser lo suficientemente alto como para poder conducirlo muy a pesar de su edad. Aunque nunca lo dejaba llevarlo solo por completo me gustaba hacerlo sentir que él era autosuficiente. Camine a través de los diferentes pasillos del Minimarket tomando todo lo necesario para completar la despensa del mes. Casi siempre tenía que hacer el mercado en la noche. Entre semana no tenía tiempo de ir temprano y con un niño en crecimiento que al parecer tenía un agujero negro en el estómago. Me era imposible planificar que fin de semana la haría.
-Omma.
-dime cariño.
-¿puedo ir a buscar por mi propia cuenta el helado?- pregunto mi hijo. Detuve el carrito y mire hacia él.
- ¿porque no esperas a que lleguemos a la sección amor?- mi hijo empezó a rebotar en sus talones, nervioso miró hacia el fondo del pasillo donde estaba el frigorífico de helados.
- hay muchos niños allí Omma, el helado se acabara- respondió aun mirando en dirección del helado. Seguí sus ojos y efectivamente un pequeño grupo de niños estaban prácticamente acosando al ayudante que estaba tratando de ayudarlos a obtener su helado.
- ok cariño, solo no te le lances encima al pobre chico- Eun min me sonrió y corrió hacia el pequeño grupo de niños exigentes. Lo observe por un momento. No se arremolino como todos los niños. Se detuvo un paso atrás de todos y alzo su mano, estirando hasta el límite su cuerpo. El ayudante poso sus ojos en él y dijo algo que fue imperceptible para mis oídos, pero silencio a los niños y sus exigencias. Llamo a mi hijo hasta enfrente de la multitud y tomo su pedido. Realmente era un buen niño. Con una sonrisa en mis labios volví mi atención a la percha que tenía a mi lado.
Una fila de innumerables tipos de cereales se extendía frente a mí. A veces ser madre era agotador. Eun Min solo comía un tipo de cereal y como era tan popular tenía que buscar atentamente ya que los percheros siempre los distribuían en diferentes lugares para despistar a los compradores y que no lleguen y arrasen con todo en segundos. No, debías tomarte tu tiempo buscando. Mi espalda choco contra algo haciéndome perder el equilibrio y chocar mi estómago contra el carrito. Inmediatamente me gire para disculparme por ser tan tonta.
Mis pies se convirtieron en piedra. Mis manos empezaron a temblar y mi boca se secó. Era él, estaba con una gorra y un cubre bocas. Pero así tuviera un maldita mascara puesta reconocería esos ojos donde fuera.