Algoritmo Del Amor.

Capítulo 17 – La Torre de Datos

El viento helado cortaba mi piel mientras observaba, desde la distancia, la estructura que se alzaba frente a nosotros. La Torre de Datos no era solo un edificio; era un monumento al poder del algoritmo. Sus muros de cristal reflejaban la ciudad como si fueran espejos infinitos, y en cada destello podía ver la vigilancia constante, la ilusión de perfección que habían impuesto.

Me estremecí, no solo por el frío, sino por la magnitud de lo que estaba a punto de hacer.

“Eres invisible”, me repetí como un mantra. Esa era mi única ventaja, el don que me había convertido en anomalía. Invisible para Perfect Match, invisible para las fórmulas que controlaban vidas enteras.

Liam se acercó y me tocó el hombro. Su contacto era breve, pero transmitía la fuerza que necesitaba.

—¿Estás lista? —preguntó en voz baja.

Lo miré a los ojos. En ellos no había duda, solo un silencio cargado de promesas y de miedo contenido.

—Nunca lo estaré del todo —respondí—. Pero no pienso darme la vuelta.

Nos internamos en la penumbra. La Torre tenía varias entradas ocultas, pero solo una era lo bastante vulnerable para que yo pudiera acceder sin ser detectada. Elara, la invisible, caminando hacia el núcleo de la maquinaria que había destrozado tantas vidas.

Cada paso era un eco de mi propia respiración. Mis recuerdos comenzaron a mezclarse con el presente: las veces que la aplicación me había dictado decisiones, los encuentros que nunca fueron del todo míos, las sonrisas que ahora sabía que eran fabricadas. Todo eso me llevó hasta aquí.

Finalmente, llegamos a una puerta metálica con un panel de control brillante. Liam sacó un dispositivo que había conseguido la resistencia. Me explicó que solo me daría unos minutos para atravesar los primeros niveles de seguridad.

—Después de eso estarás sola —dijo, con la voz cargada de una preocupación que intentaba disimular.

—No es la primera vez que lo estoy —susurré.

La cerradura se abrió con un clic que sonó como un trueno en medio del silencio. Crucé la entrada y el aire frío del interior me envolvió de inmediato. No era un simple edificio; era como entrar en el corazón de una criatura viva, una máquina que latía con energía.

Pasillos interminables, cámaras que giraban lentamente, luces blancas que no daban sombra. Todo estaba diseñado para intimidar, para recordar a cualquiera que aquí no había espacio para la humanidad, solo para los datos.

Me deslicé por los corredores con pasos medidos. En mi mente, todo era una coreografía. Cada movimiento debía estar en el lugar exacto para no ser detectada. El miedo era un animal que me respiraba en la nuca, pero no podía dejar que me paralizara.

Llegué a la primera sala. En el centro, una columna transparente mostraba miles de cables que parecían raíces de un árbol artificial. Datos corriendo como ríos de luz. Y allí, comprendí la magnitud de lo que enfrentábamos.

Perfect Match no solo guardaba información: la cultivaba. Alimentaba sus algoritmos con emociones, memorias y secretos robados.

Respiré hondo y toqué el panel de control. La pantalla se iluminó con símbolos y fórmulas que parecían susurrarme al oído. Era como si la torre misma intentara leerme, atraparme. Pero entonces recordé: yo era la excepción, la anomalía que no podían predecir.

Introduje el código que la resistencia me había entregado. Durante un instante el sistema titubeó, como si dudara de mi presencia. Luego, la pantalla se abrió y me dio acceso.

Una mezcla de triunfo y temor me recorrió. Había dado el primer paso. Pero dentro de mí sabía que lo más difícil estaba por venir.

Giré hacia el pasillo siguiente. Mis piernas temblaban, pero mis convicciones eran firmes.

La Torre de Datos me esperaba. Y yo no iba a salir de allí sin arrancar el corazón del algoritmo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.