Alguien especial

4. ¿A DÓNDE ME LLEVÓ ROGER BELL?

Roger ha estado conduciendo esta motocicleta por un rato y estoy temblando aunque sé que no es por el frio.

No diría que es mal conductor pero de pronto avanza demasiado rápido, o cruza y pienso que voy a caer y en ocasiones pareciera que si no me sostengo con fuerza, voy a morir.

Pero eso no ocurre, por suerte.

Finalmente nos detenemos en un lugar que no conozco pero no luce como nada de lo que hubiera asumido. No hay más chicos con motocicletas, ni personas que me harían querer alejarme corriendo, tan solo es un vecindario normal, como donde yo vivo.

En las calles caminan mujeres con sus hijos, algunos hombres que están haciendo ejercicio y perros con sus dueños. Además, todo está en calma y todo luce limpio y ordenado.

— ¿Qué hacemos aquí? —pregunto, confundida.

Roger me hace una seña para que baje de la motocicleta y lo hago, otra vez, torpemente. Me quito el casco, despeinándome en el proceso y se lo entrego para que lo guarde.

—Estamos aquí para hacer algo interesante —me da una palmada en el hombro—. ¿Quieres descubrirlo?

Pues no creo que en este lugar se practiquen cosas ilegales. —Um, ¿Qué es?

—Un secreto —asegura su motocicleta y pasa la mano por su cabello, destapando su frente—. Vamos, solo sígueme.

Me acomodo el cabello como puedo mientras camino a su lado. Él va con la espalda recta y avanza sin dudar. Pasamos varias casas que tienen pequeños jardines decorados por la temporada, en uno de ellos hay un pequeño perro blanco que se asoma cuando pasamos cerca y nos observa.

Cruzamos la esquina y yo sigo caminando, pero Roger me habla. —Molly, aquí.

Veo el lugar en donde él se detuvo, es una casa blanca con puertas negras y una corona navideña. Veo que arriba hay un nombre, como si en realidad fuera un negocio o algo.

Él toca el timbre y esperamos a que abran.

La puerta se abre y es un chico que luce más joven que nosotros y puedo notar que es alguien con síndrome de Down. —Hola Roger —saluda.

Roger le sonríe. —Hola Brooks, ¿ya llegaron o vine temprano?

Él niega. —Están los chicos.

—Mira, te presento a Molly. Que no te deje engañar su apariencia, es un poco molesta —Roger me da un codazo suave.

Ruedo los ojos. —Hola, soy Molly, ¿Eres Brooks?

—Sí, hola Molly —se mueve a un lado y le sonríe a Roger—. Quiero enseñarte mi árbol, ya terminé de decorarlo.

Pasamos al lugar y ahora lo observo mejor. Es un salón amplio, largo y al fondo hay unas sillas apiladas. También están algunas decoraciones de navidad en una esquina y al fondo hay un escritorio y algunos instrumentos.

— ¿De verdad? Quiero verlo, sin duda —Roger rodea a Brooks por los hombros, él es más bajo que Roger.

La puerta del fondo se abre, sale de ahí una chica alta y dos chicos que lucen como el tipo de personas que yo imaginaría a Roger siendo amigo de alguien así. Son altos y tienen músculos, realmente, sus brazos son anchos y uno de ellos tiene un tatuaje que sobresale del cuello de su camiseta.

— ¡Roger! —uno de ellos saluda, sonriéndole.

Siento mi estómago como si tuviera algo dentro, moviéndose. No entiendo qué hacemos aquí o qué es este lugar y por qué estas personas están aquí.

—Hola Iker —saluda de vuelta.

Iker es el chico del tatuaje, parece que él es un poco mayor. Luego los ojos de esas tres personas se mueven a mí y siento como hormigas en mi interior.

—Ah, ella es Molly, viene a ayudar —afirma.

¿Ayudar en qué? —Eh, hola.

—Hola —la chica se acerca a mí y extiende la mano—. Me llamo Helen, supongo que ya conociste a Brooks. Ellos son Iker y Brandon.

Brandon tiene el cabello rapado y dos aretes en la oreja derecha, tal vez tiene tatuajes pero no puedo verlos por ese suéter de cuello de tortuga. Me gustan sus ojos, son azules brillantes. Iker tiene ese tatuaje, el cabello rubio pero las raíces marrones por lo que asumo que se lo tiñe y lleva varios anillos, sus ojos son casi grises. Helen tiene el cabello tan largo hasta la cintura con unos mechones rojos.

¿Es esta una banda o algo así?

Es que, así lucen. Eso tendría sentido, que Roger esté aquí ensayando con alguna banda de rock o de esa música que suena a un montón de metal chocándose entre sí.

Brooks se va a la parte de atrás, de donde todos ellos salieron.

— ¿Cómo está Benjamín? —pregunta Iker.

Benjamín es el abuelo de Roger y probablemente la única persona que lo tolera.

En el vecindario se dicen muchas cosas de Roger, unas personas aseguran que sus padres lo echaron fuera de su casa ya que él llegó un día borracho y como no es una persona que tiene su vida en orden, lo sacaron. Otros dicen que él se fue a vivir al sótano de su abuelo, viviendo a expensas de su pensión y aprovechándose de su bondad.

Yo supongo que no sé qué creer, ambas versiones parecen posibles.

—Como si tuviera mi edad —Roger afirma, sonriendo—. En serio, creo que tiene más energía que yo.

Algo en cómo se comporta Roger en este lugar me confunde. Lo he conocido por un tiempo porque antes era amigo de mi hermano y hemos estudiado en la misma escuela pero aquí luce tan diferente.

Brooks regresa sosteniendo un árbol de navidad de unos treinta o cuarenta centímetros, tiene decoraciones miniatura y luces de navidad pero el cable que sobra va colgando a un lado.

— ¡Mira, Roger! —se lo acerca—. ¿Te gusta?

Roger abre los ojos y asiente. —Es asombroso, ¿lo decoraste tú solo? Estoy impresionado.

Brooks sonríe ampliamente y esta escena, por algún motivo, me conmueve. Roger no es así nunca, ¿Por qué es diferente aquí?

La puerta de enfrente se abre de pronto, un hombre alto entra vestido con un abrigo marrón y un sombrero para invierno. —Buenos días chicos.

—Hola Roman —saludan todos en unísono.

Brooks se acerca. —Le enseñé a Roger mi árbol, dice que es asombroso.

Él toma su hombro. —Claro que lo es. A todos nos gusta.




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