Alguien especial

5: AHORA VOY A DECORAR

—Todos arriba —Roman señala la caja de la camioneta donde han colocado todas las decoraciones—. Brooks, tú eres mi copiloto.

Miro el área para llevar carga y me pregunto si está hablando enserio. Helen es la primera en subirse, luego van los chicos y Roger también. Todos me voltean a ver, esperando que lo haga.

Niego. —No creo que sea seguro viajar ahí.

Roger estira la mano para ayudarme. —Ya estuviste en mi motocicleta, esto es más seguro, te lo prometo.

Bueno, eso parece pero no estoy convencida.

—Vamos, Molly —Helen me alienta—. Es divertido.

—A mí me gusta ir ahí —incluso Brooks me intenta convencer.

Todo lo que estoy haciendo por huir de Gavin.

—Está bien —tomo la mano de Roger y aunque intento no lucir torpe al subir, tengo que sostenerme de la carrocería y dejar que Helen también tome mi brazo para ayudarme.

Y para más humillación, todos aplauden.

—Bien, vamos por ello —Reman le da una palmada a Brooks para que suba a la parte de la cabina.

Roger se sienta en un borde, junto con los demás. Helen se mueve para darme espacio y me sonríe. Al menos son personas amables, hasta ahora.

Roger cierra los ojos y eleva su rostro, el viento sopla contra su cabello. Retiro la mirada de él antes que alguien piense que estoy observándolo por algún motivo en específico.

Esto es tan raro pero es demasiado tarde para regresar a casa. Lo único bueno es que no estamos cerca de donde mis amigos y conocidos viven, si alguno de ellos me viera aquí tendría muchas preguntas.

Otra cosa buena es que mis padres no me verán. Después de la pelea que Roger y Eduardo tuvieron, ellos obviamente están del lado de mi hermano. Tal vez saben más detalles que yo.

Supongo que yo también sigo estando del lado de mi hermano. Roger y yo solo somos conocidos, nada más.

Bueno, conocidos que se besaron y ahora viajan a alguna parte con desconocidos.

Siento mi teléfono vibrar. Me muevo para poder sacarlo de mi bolsillo y reviso el último mensaje de Emily.

“Recuerda lo de la tarde”

Y en ese momento, entra otro mensaje.

“No me odies pero Gavin estará aquí. Sabes que él es mi amigo también”

“Por favor, no me odies”

—Vaya, que dramática es tu vida —Roger susurra, con la vista en mi teléfono.

Alejo la pantalla de él. —No espíes.

Sonríe. —Estás en mi campo de visión, ¿acaso es mi culpa?

Ruedo los ojos y decido que es mejor bloquear el teléfono por ahora. —Sí, es tu culpa.

—No entiendo algo —cruza los brazos—, ¿Por qué tu mejor amiga no nota que odias a Gavin?

Me sostengo de un lado por un giro que Roman acaba de dar, aunque no está manejando muy rápido, sigo nerviosa. —No odio a Gavin, me da igual.

— ¿Segura? —Roger ríe—. Me besaste para darle celos.

— ¡No hice eso! —elevo la voz provocando que Helen, Iker y Brandon me miren.

Roger levanta una ceja. —Dices que no querías besarme, tampoco querías darle celos a Jakes. ¿Cuál es el motivo?

Ni siquiera yo lo sé.

Cuando vi a Gavin con Mónica solo quería que él se diera cuenta que yo también lo había olvidado. Que no lo necesitaba. Quería que por un segundo se arrepintiera de lo que hizo y que dudara si dejarme de esa forma fue lo mejor.

Yo sé que es un comportamiento inmaduro pero cuando tienes el corazón roto, la razón y el sentido común te abandonan.

—Era solo por el muérdago —miento—. Ya sabes, una tonta tradición, ya te lo dije.

Suspira. —No te creo.

—No me creas —me encojo de hombros—. No me importa que no me creas.

Roger sonríe y yo ruedo los ojos. Antes, cuando él era tan solo el mejor amigo de mi hermano, no interactuábamos mucho. Recuerdo que algunas compañeras solían decir que era afortunada por estar cerca de él pero a mí siempre me dio igual su existencia.

Yo estaba ocupada pensando en Gavin.

—Roger, ¿Por qué haces esto? —cambio de tema, señalando las cajas y bolsas en medio de nosotros.

Frunce el ceño. — ¿Por qué? Porque quiero.

Chasqueo la lengua. — ¿No sabes responder como una persona normal?

Levanta un hombro. —Hablo enserio, hago esto porque quiero. No tengo que darle explicaciones a nadie, ni siquiera a ti.

—No seas tan agresivo —reclamo.

Bufa. —No lo soy, solo soy honesto.

—Claro, eres el señor honestidad —doblo un poco mis rodillas.

Roger ya no habla y yo tampoco. Durante el resto del trayecto que no fue tan largo, solo escuchaba las conversaciones casuales que tenían los demás y miraba lo que pasaba a nuestro alrededor.

Finalmente se estacionó frente a un edificio de dos niveles, con paredes amarillas y un rotulo donde se puede leer: “Centro Educativo Sonrisas” abajo hay un número telefónico y una dirección de página web.

Todos se levantan, Iker salta fuera de la caja hacia el pavimento sin ningún problema. Helen se mueve y hace lo mismo, con agilidad y destreza, algo que yo no tengo.

Roger baja también de esa forma. Pensé que Brandon saltaría fuera pero en lugar, toma una caja y se la pasa a Iker, luego una bolsa y se la entrega a Helen, otra más para Roger.

Roger me mira. —Baja de ahí, Molly.

Señalo la compuerta. — ¿No es mejor que abran aquí?

Roman sale junto con Brooks, pero se dirigen a la puerta. Brandon me mira. — ¿Quieres que te ayude a bajar?

Levanto las manos. —Tal vez después, ahora…

—Baja Molly —Roger estira su mano hacia mí—. Ven, no tengas miedo.

—No tengo miedo —pero podría caerme y sería tan vergonzoso como doloroso.

Helen deja la bolsa a un lado de la acera. —Trata de sentarte en la orilla y salta.

—Espera —Iker deja la caja abajo y le hace una seña a Roger para que le de la bolsa que carga—. Ahora ayúdala amigo.

Roger extiende ambas manos hacia mí. —Ven.

Si tan solo Roman bajara esta compuerta podría bajar como una persona normal. —Yo…




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