Alguien especial

6. REALMENTE NO ES LO QUE PARECE

Terminamos de decorar todo y ahora estamos de regreso en el salón que ahora se ve vacío sin todas las decoraciones.

—Bien, gracias chicos, ¿se quedan para comer algo? —Roman pregunta.

Roger me da un vistazo. — ¿Ya te tienes que ir, verdad?

No sé si quiere que me vaya o realmente está preguntando. —Bueno, supongo que sí.

Hellen hace un puchero. —Que mal, ojala vuelvas Molly. Me agradas.

—Sí Molly, eres bienvenida —Roman afirma—. Los amigos de Roger son nuestros amigos.

Bueno, no soy necesariamente su amiga. —Eh, gracias.

—Supongo que iré a dejarla pero los veo mañana —Roger levanta la mano para despedirse—. Adiós.

Todos se despiden, Brooks mueve ambas manos para decirnos adiós.

Roman le dice que irá a abrir la cochera para que pueda sacar la moto. Salimos del lugar y me froto los brazos pues siento que el aire está más frio ahora. Roger cierra la puerta y me mira. —Vamos, pequeña Molly.

Ruedo los ojos, en algún momento de la vida, Eduardo y sus amigos me llamaban así. No puedo creer que lo recuerde.

—Eso fue extraño —afirmo.

Él me da un vistazo. — ¿Qué parte? —Roger sigue con los labios verdes por los pastelillos.

—Todo —confieso—. Tú, este lugar, todo lo que hacen. No te entiendo, Roger.

— ¿Sabes qué no entiendo yo? Conozco a una chica que me besó en una reunión navideña y de pronto vaga por las calles, sola, muy temprano.

Chasqueo la lengua, odio que recuerde lo del beso. —No era tan temprano.

La puerta de la cochera se abre y nos acercamos a la motocicleta de Roger. Roman nos pide que vayamos con cuidado mientras Roger me entrega el casco otra vez.

En esta ocasión no sufro al subirme, ya estoy aprendiendo mejor. Roger toma mis manos para que lo abrace mejor y se despide otra vez de Roman, antes de salir de la cochera.

Avanza no tan rápido lo cual es algo bueno pues he tenido suficiente adrenalina por hoy.

Es inevitable recostarme en la espalada de Roger y es incomodo admitirlo pero puedo sentir sus músculos. No quiero hacerlo pero no tengo opción realmente.

Finalmente llegamos a calles conocidas para mí y él baja aún más la velocidad, noto que está yendo en dirección a su casa lo cual no es tan malo porque no queda tan lejos de la mía. Además, será mejor que nadie me vea sujetada a él mientras me lleva en esta cosa.

Se detiene frente a su casa y apaga el motor. — ¿Puedo dejarte aquí?

Suspiro. —Sí, sí.

—Bien —me hace una seña para que baje primero y lo hago, asegurándome de colocar los pies en los lugares correctos.

Él sigue sobre la motocicleta cuando me quito el casco y lo toma. —Tienes… déjame hacer algo.

Sube la mano a mi cabello y lo mueve, acomodándolo.

Y como mi vida es la peor película de comedia que existe, escuchamos que alguien se aclara la garganta. Ambos volteamos hacia el sonido y ahí, observando como Roger tiene su mano sobre mi cabeza, está Gavin con las cejas juntas.

Por alguna razón pienso que le debo explicaciones pero rápidamente me recuerdo que no es así. Que ya no tengo que intentar justificar nada y que es probable que él no esté sintiendo nada ahora. Ni celos, ni dolor ni todo lo que yo he sentido por él.

—Jakes —Roger menciona su apellido como si fuera un insulto.

Para mí su nombre ha sido más como una palabra prohibida, de esas que te escondes para susurrarla porque temes las consecuencias de decirla en voz alta.

Gavin lo mira por unos segundos con esa tonta expresión seria y que no revela nada de sus pensamientos. —Roger.

Debería irme pero si lo hago, ¿pensará que estoy huyendo de él?

En ocasiones soñaba con él y en esos sueños tenía el dilema de huir o correr a sus brazos. En esos sueños él siempre lucía desinteresado y distante, como lo es ahora. A veces huía, a veces me acercaba pero ninguna decisión parecía la correcta.

—Molly —escuchar mi nombre en su voz luego de tanto tiempo es como una ola que te hunde hasta dar vueltas y perder noción de las direcciones.

Había deseado volver a escuchar mi nombre en su boca y ahora que está ocurriendo, quisiera arrancarle las letras y gritarle que ya no tiene derecho a decirlo.

Abro la boca tan solo un poco pero nada sale de ahí, todo sigue atorado en mi corazón.

—Entonces ustedes realmente están saliendo, ¿eh? —pregunta.

Ni Roger ni yo respondemos a eso, ¿asume que estamos saliendo porque estoy aquí con Roger?

—Tal vez —Roger recuesta el brazo en el manubrio.

Frunzo el ceño pero no lo desmiento.

Gavin mira a Roger, luego a mí y de regreso a él. —Claramente —arruga la nariz y regresa sus ojos a mí—. Solo intenten no hacerlo tan obvio.

Puedo sentir el calor en mi rostro y mi garganta apretada. — ¿A qué te refieres?

Bufa y señala sus labios. —Les gusta presumir, ¿no?

Gavin se da la vuelta y cruza la calle. Yo miro a Roger confundida y él sonríe de lado, parece satisfecho por alguna razón.

— ¿Qué crees que quería decir con eso que nos gusta presumir?

Se coloca el casco. —Tal vez tus labios y los míos nos han delatado.

— ¿Mis labios? —tomo mi teléfono para usarlo como espejo y ahora lo entiendo, están del mismo color que los de Roger.

—Si querías darle celos creo que funcionó —voltea hacia la dirección donde Gavin está caminando.

Verlo así, dándonos la espalda, me recuerda a la última vez que lo vi. Esa vez donde deseé que volteara y que me dijera algo, que no se fuera sin una palabra más.

—Debe ser divertido para ti ver a tu ex todo el tiempo ahora —baja la pantalla del casco—. Te veo después, Molly.

— ¡Espera! —mis ojos se mueven a Gavin otra vez y mi corazón sigue doliendo como todos estos meses.

— ¿Qué? —sube la pantalla.

Una parte de mi quiere pedirle que venga a la fiesta de esta noche porque Gavin estará ahí con Mónica seguramente y no quiero estar sola, pero por otra parte, sé que es una muy mala idea.




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