—Roger, pensé que no haríamos nada ilegal —digo, entregándole el casco.
Rueda los ojos. — ¿Qué te hace pensar que esto es ilegal?
Estamos frente a un edificio en construcción. No es tan grande, posiblemente solo llegue a tener tres plantas pero eso no es relevante ahora, lo que sí importa es que aunque no esté completo es propiedad privada.
—No me digas que este es tu plan —miro que saca la bolsa que le entrego el señor Waldo—. Ay no, no me digas que vas a darle drogas a alguien. ¿Son drogas? ¿Armas? No Roger, olvídalo yo no voy a ser tu cómplice, déjame ir y prometo no decir nada.
Roger me observa con el rostro serio. — ¿Terminaste de hacer un drama?
Niego rápidamente la cabeza. —No, escucha, ¿Qué hay ahí? ¿Es muy malo?
Lo deja en el suelo lentamente. —Esto es algo que te puede causar mucho dolor —empieza a abrir el cierre—. Y solo un experto debería usarlo.
Doy un paso hacia atrás. — ¿Qué? Roger, no me asustes.
Introduce la mano lentamente y saca algo, sosteniéndolo alto para que lo vea. Es un patín. — ¿Qué?
Termina de abrir toda la bolsa. —Me los prestó Waldo, mira, creo que estos son de tu talla.
— ¿Para que fuiste por patines y por qué estamos en este lugar? —realmente no lo entiendo.
Roger señala el edificio. —Vamos a patinar.
— ¿Ahí? ¿Estás loco? ¿Acaso no sabes que puede haber personas malas? Puede pasarnos cualquier cosa.
Roger levanta una ceja. — ¿Te da miedo?
— ¡Claro que sí! — ¿a quién no? —. Roger, sé que eres un chico pero yo no estoy cómoda estando ahí.
Sonríe de lado y luego comienza a reírse. No sé qué le parece divertido. —Deja de reírte.
—Molly, no vamos a ese lugar —toma la bolsa otra vez—. Vamos a la parte de atrás, sígueme.
—Pero, Roger —miro alrededor y aunque las calles están bastante iluminadas, sigo pensando que podemos estar en riesgo de cualquier cosa.
—Molly, confía en mí —pide.
—No me has dado un motivo para hacerlo, ¿Por qué lo haría? —replico.
Roger bufa. —Molly, deja de pelear conmigo y solo vamos a divertirnos.
Miro hacia su motocicleta. — ¿No te da miedo dejarla aquí?
—He estado aquí antes y no ha pasado nada aun así que, todo bien.
Realmente la temperatura está cambiando pues el viento empieza a revolver mi cabello y unos cabellos se quedan en mis labios. Batallo para retirarlos. —Solo porque… —rayos, otro cabello—, solo porque ya estuviste aquí no significa que no pueda pasar ahora.
—Molly —Roger intenta persuadirme.
—Mira, no me importa si te roban la motocicleta pero eres mi medio de transporte y necesito que me regreses.
—Molly…
—Pero si te la roban, ¿Qué voy a hacer?
Veo que detrás de Roger, alguien está caminando hacia donde nosotros estamos. Esa persona lleva uno de esos sudaderos anchos con capucha y no puedo ver su rostro.
Oh, no, ¿es así como voy a morir?
—Roger, cuidado —susurro.
Él inclina la cabeza, entornando la mirada. — ¿Qué dices? No te escucho.
Estiro la mano y tiro de él. —Ten cuidado hay alguien ahí.
Esa persona sigue acercándose, Roger voltea por unos segundos, notando al extraño de la capucha. —Ah, no te preocupes Molly Bolly, estás con un verdadero hombre ahora.
¿Qué rayos dice? — ¡Roger! Ahora no es momento de bromear.
— ¡Ey, tú! Estás asustando a mi pequeña Molly, ¿acaso quieres resolverlo como los hombres?
Estoy segura que algo en la forma en que Roger procesa la información en su cerebro no es normal. — ¿Qué estás haciendo?
El extraño se acerca más y más mientras que Roger se balancea de un lado a otro haciendo señas como si estuviera amenazándolo de golpearlo. Cuando ese extraño está casi frente a Roger, él se le abalanza pero se detiene a la mitad del camino.
Y ambos ríen.
Se quita la capucha y finalmente descubro que es Brandon. —Justo a tiempo.
Abro la boca y frunzo el ceño con fuerza, miro alrededor y finalmente empujo a Roger. — ¿Qué fue eso?
Brandon me sonríe, sacude la mano para saludar. —Hola Molly, lamento si te asusté. Roger me preguntó si podía dejar su motocicleta frente a mi casa.
Veo el edificio en construcción. — ¿Vives aquí?
Roger le da una mirada y Brandon sonríe pacientemente. —No, vivo del otro lado de la calle.
—Ah…
—No creo que tardemos mucho —Roger le entrega las llaves—. Gracias.
—Gracias a ti —le da un abrazo de lado—. Igualmente llámame si estás listo para irte antes.
Roger asiente y me hace una seña para que lo siga. Veo a Brandon acomodándose sobre la motocicleta. — ¿Qué está pasando ahora? —le pregunto.
Roger se encoje de hombros y camina hacia la derecha. —Brandon necesita ir por una medicina a unos veinte minutos de aquí y su auto está en el taller, se la iba a prestar de todas formas.
Las piernas de Roger son tan largas que tengo que ir más rápido para seguirle el paso. —Entonces se la ibas a prestar y tú ibas a estar aquí esperándolo.
—No, iba a llevarlo pero luego me atravesé contigo en el camino entonces pensé que podría estar aquí mientras él va por ello —explica.
Arrugo la nariz y ajusto mis mangas largas por el frio. — ¿Tanto confías en Brandon? Pensé que esa era tu preciada motocicleta. ¿Desde cuándo lo conoces? ¿Por qué confías que no se la robará él?
—Molly —se detiene—. Debes mantener el silencio por un segundo, ¿Puedes?
— ¿Me estás pidiendo que me calle? —entorno los ojos.
Sube la mano y despeina mi cabello. —Estoy pidiendo que subas la mirada y veas el cielo, que sientas el viento y la paz.
Ruedo los ojos. No hago nada de eso, solo seguimos caminando hasta cruzar la calle y unos metros más, veo que hay un pequeño parque. No hay muchas personas, una pareja y una señora con dos niños pequeños.
— ¿Te parece que aquí se venden drogas? —pregunta sarcásticamente.
Hay dos columpios pintados de azul brillante, una resbaladilla larga de metal y algunas llantas grandes partidas a la mitad, azules y blancas. —No, no lo creo.
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Editado: 12.01.2025