Alguien especial

11. DEBAJO DE LAS ESTRELLAS

ROGER

Molly sigue recordando como patinar.

Al comienzo no quería hacerlo pero eventualmente aceptó y aunque íbamos lento al principio, empezó a acelerar y yo tuve que alcanzarla varias veces.

— ¿Aun no se han robado la bolsa, verdad? —mueve los ojos a la banca.

Me sostengo de un árbol cerca de mí. —No, ahí está.

—Bien —ella gira sin problema, varias veces.

Entorno los ojos observando cómo se mueve con tanta facilidad, como si no tuviera miedo de tropezar, y sonrío. Ella siempre está midiendo el peligro de todo pero ahora está enfocada en deslizarse y moverse libremente.

Molly y yo no habíamos convivido de esta manera antes. En el pasado mis interacciones con ella siempre estaban relacionadas a su hermano y las pocas veces que estuvimos solos, no fueron significativas.

No sé muy bien porque pero no me gusta verla mal, creo que tal vez esté relacionado con como antes Eduardo siempre mantenía un ojo en ella a manera de cuidarla e indirectamente sus amigos, incluyéndome, siempre estábamos disimuladamente al tanto a pesar que Molly nunca se ha metido en problemas.

Creo que por eso cuando vi su expresión por Gavin en la fiesta de navidad y en la pista de patinaje, algo en mí quiso ayudarla. Aunque eso también puede ser una mentira pues yo quise pasar a ver si Molly estaba bien en la pista luego de nuestra conversación. Tal vez aún sigo sintiéndome obligado a cuidarla por ser la hermana de mi ex mejor amigo.

—Oh, me mareé —se detiene y sostiene la cabeza.

Niego dos veces y me acerco. — ¿Estás bien, bailarina? ¿Ya no darás más giros?

—No —acomoda su cabello—. Esto sí es divertido, no recordaba lo mucho que me gustaba patinar.

— ¿Por qué ya no lo hacías más? —noto que un cabello está sobre su rostro y aunque quiero retirárselo, no lo hago.

—Bueno, supongo que fue por la escuela. Cada año es más difícil y ya no era más una niña, nadie estaba interesado en patinar conmigo como antes —explica.

—Pues yo estoy aquí contigo ahora, así que tal vez, sí hay personas que quieran patinar todavía.

Suelta una carcajada. —Bien, mejor dime algo, ¿Quién era ese hombre que te dio los patines? ¿Por qué tenía esos patines? ¿Por qué mencionó a Helen? ¿Cómo la conociste y como conociste a Brandon?

Antes que esta chica pueda seguir formulando preguntas, levanto ambas manos. — ¡Molly! Tienes que respirar —presiona los labios juntos—. Mira, te daré respuestas si me ganas en una carrera. Vamos a patinar todo el parque y quien llegue primero aquí otra vez, gana.

—Pero me tendrás que responder todo, ¿sí?

—Si ganas.

—Voy a ganar —endereza la espalda—. No olvides que lo hice toda mi vida, soy la mejor.

No intento disimular mi sonrisa por su confianza, no creo que haya algo más atractivo que eso. — ¿De verdad? Creo que yo lo haré.

—No —mueve su cabello a un lado—. ¿Listo? ¿O quieres que te de ventaja?

Silbo. —Vaya, ¿así de confiada estás? Bien, nada de ventaja. Vamos en tres, dos…

— ¡Uno! —grita y comienza a patinar hacia adelante.

Yo también lo hago, deslizándome con las ruedas dejando que el sonido satisfactorio que producen se escuche al lado de las risas de Molly y nuestras respiraciones. Ella llega a la primera esquina y gira sin problema, inclinando su cuerpo para no perder el equilibro.

El viento contra mi rostro destapa mi frente y aunque está frio, no me importa ahora. Estoy concentrado en alcanzarla y cuando estoy a punto de lograrlo, ella gira en la siguiente esquina mucho más rápido que antes.

Mi corazón pega un salto. Tengo que admitir que sin duda es asombrosa en esto, nunca lo hubiera imaginado. Sabía que patinaba pero no que fuera así, tampoco que luciera tan libre mientras avanza y ríe.

Esta vez me impulso un poco más y estoy a pocos centímetros de llegar a su lado. El viento sacude las ramas de los arboles y las hojas sueltas en el suelo, la noche está fresca y diría que perfecta también para hacer algo como esto.

— ¿Lista para perder? —estamos en la recta final.

— ¿Listo para que te humille? —gira su rostro un segundo hacia mí.

Y ahí es cuando ocurren demasiadas cosas a la vez. La primera es que escuché a una chica llamando a alguien, con un nombre como “Candy”. La segunda es que una mancha blanca estaba cruzando justo donde nosotros íbamos a pasar. La tercera es que Molly volteó y abrió los ojos.

Uno de los perros que estaban paseando está frente a nosotros.

Es en estos momentos donde muchas ideas pasan en tu cerebro en menos de un segundo. Pienso que no lo vamos a matar pues no somos un auto pero lo podemos lastimar y nosotros también. Pienso que Molly es quien está justo en la línea de donde el perro se detuvo y que ella se va a lastimar.

Pienso que solo hay algo que puedo intentar hacer.

Estiro mi brazo y tiro de ella hacia mí con fuerza. La gravedad nos llevó directamente al pasto de al lado mientras que el perro salió corriendo de regreso a su dueña.

Molly cayó sobre mí e hice todo lo posible para evitar que se lastimara. Sin embargo yo siento que algo se me clavó en la espalda.

Molly se retira todo el cabello del rostro, tiene una pierna entre mis piernas y sus brazos en mis costados. Esto es incómodo en muchos sentidos. — ¿Qué rayos Roger?

Entorno los ojos. — ¡Te salvé la vida y a ese perro también!

Retira la pierna pero sigue con los brazos a mis lados. — ¿Pero así? me pudiste matar.

Sonrío torcido. —Claro que no, fui tu bolsa de aire… ah, mi espalda.

Ella se mueve a un lado, sacudiendo ramas de su pantalón. — ¿Qué te pasó? ¿Te lastimaste?

Me toco la parte baja de la espalda. —Siento que algo me lastimó.

Me muevo y noto que efectivamente había unas rocas no tan grandes justo donde caí. Aprieto mis labios y contengo la respiración resistiendo el dolor.

— ¿Estás sangrando? ¿Necesitas ir al doctor? —Molly mueve su rostro como si intentara examinarme así—. ¿Te duele mucho? ¿Te fracturaste?




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