Alguien especial

13: CON LA MÚSICA

ROGER

Molly se acerca a mí. — ¿Ahora que vamos a hacer? —sigue con ese gorro que le coloqué.

El señor Hamilton nos abre la puerta de un salón vacío para que nos preparemos con los disfraces. Podría explicarle a Molly que este lugar es un asilo y que junto con Roman visitamos a los abuelos y abuelas para alegrarles el día pero prefiero ver su expresión de confusión por más tiempo.

—Solo usa el traje —le guiño el ojo.

Hace una mueca. — ¿Yo? ¿Por qué yo?

Iker se acerca sosteniendo una varita de plástico en forma de estrella con brillantes. —Visitamos el asilo y nos disfrazamos, créeme, les gusta mucho todo esto. Creo que cuando creces regresas a ser como un niño —le acerca la varita—. Si quieres puedes ser el hada, a Helen le gusta disfrazarse de otro tipo de cosas, no tan femeninas.

Helen al fondo ya se está colocando el disfraz de reno.

Molly mira a Iker y le sonríe. — ¿Puedo? Roger dijo que tenía que ser el duende.

Él le sonríe también. —Puedo ser el duende.

Lamo mis labios y aclaro la garganta. —No creo que te quede el traje, Iker. Eres muy alto, ella es pequeña, perfecta para eso.

Iker niega. —Creo que me quedará, además puedo ser algo más, ¿no? Está bien si Molly quiere ser el hada.

Me llevo una mano al estómago cuando siento algo parecido a un dolor, pero no por tener hambre, sino algo más. —Sí, supongo que está bien. No importa.

Ella sonríe y veo como Iker la lleva donde está la caja con los disfraces para entregarle el del hada. Muevo la mirada hacia el lado opuesto y camino también a tomar el mío.

Helen termina de ajustarse la nariz roja. — ¿Cómo me veo?

Sonrío de lado. —Bien, supongo. ¿Cuál me dejaron?

—Pues… tenemos el del oso polar… ah, espera, Roman se lo llevó —ella sigue buscando entre la tela—. Mira, tenemos este.

Saca de la bolsa un traje como el del soldado del cascanueces. Estos trajes son alquilados por una conocida de Roman así que no sabíamos muy bien qué esperar.

—Creo que te quedará —Helen me lo lanza sobre el hombro.

— ¿Y Brandon? —pregunto.

Se encoje de hombros. —Creo que fueron a preparar la música con Brooks y Roman, no lo sé —Helen sigue buscando algo en la bolsa cuando sube la mirada y sonríe hacia un punto del otro lado de la habitación—. Ah, me alegra que Molly se esté llevando bien con todos, parece una buena chica.

Giro mi rostro y veo que sigue hablando con Iker. Ellos están sonriéndose y puedo sentir una opresión en mi pecho. —Sí, parece que se lleva bien con Iker especialmente.

— ¿Quién no se lleva bien con Iker de todas formas? —Helen retoma mi atención cuando me golpea el estómago suavemente con algo.

Una corona. — ¿Qué es esto?

—No lo sé pero creo que se verá bien con tu traje, ¿no lo crees? Puedes ser el príncipe de la navidad o algo así, no importa.

La tomo y le doy vuelta, es dorada con gemas falsas de plástico trasparentes. —No es mi estilo —digo.

Bufa. —Claro porque mi estilo del día a día es vestirme de reno —se pone las manos en la cintura—. Recuerda que esto no es por nosotros, es por los abuelitos. Estarán felices de vernos.

Ella tiene razón, esto no se trata de mí ahora. —Sí, lo sé… bien, seré el príncipe de navidad o lo que sea.

Ella asiente y luego veo que Roman regresa junto con los demás. Brooks todavía no se ha vestido ni tampoco Brandon, solo Roman y es gracioso verlo con ese traje de hombre de nieve.

Brandon se acerca dónde estamos. — ¿Qué seré yo?

—Santa —Helen dice—. O puedes ser un reno como yo.

—Prefiero ser el personaje principal —toma el gorro rojo y lo lleva a su nariz—. Huele a lavanda.

Roman se acerca también. —Oh Helen, ya estás en personaje —ella hace un pequeño baile—. Bien, en quince minutos salimos, ¿sí? Iré a ver qué traje escogerá Brooks.

—Está bien —respondemos.

Me quito la chaqueta y la dejo sobre una mesa para colocarme encima de la ropa el disfraz. Me queda un poco más grande pero está bien. La corona se me mueve levemente pero no sea cae.

Luego que todos terminan de ajustar sus disfraces y prepararse, Roman entra y nos pide que nos reunamos en círculo. —Bueno chicos, recuerden que estamos para divertirnos con esas personas así que no tengan miedo de nada, ¿sí? Cada uno sabe qué hacer.

Molly levanta la mano lentamente. —Eh, en realidad, yo no sé qué hay que hacer.

Veo que sobre su falda ahora lleva un tutu plateado que tiene muchos destellos, una blusa brillante que le queda un poco grande y una tiara, sostiene también la varita que le dio Iker.

Me obligo a retirar los ojos de ella.

— ¿Nadie te lo ha dicho? —Roman me da una mirada—. Bueno, iremos reproduciendo canciones y vamos a hacer un pequeño show para los ancianos, una canción cada uno. ¿Sabes patinar, no?

—Eh, sí —responde tímidamente, como si no me hubiera demostrado que es muy buena en ello.

—Mi tío nos dio los patines para hoy —explica Helen, sonriéndole—. Son varios, seguro hay de tu talla y si tenemos la misma podemos compartir.

—Si quieres me dices después qué canción escoges, tú puedes elegir cuando pasar —Roman afirma.

Ella acomoda su cabello. —Bien, gracias… lo pensaré.

Brooks, vestido de pingüino, aplaude emocionado. —Yo escogí mi canción favorita.

Roman le da una palmada en el hombro. —Y lo harás genial, estamos seguros.

— ¡Estoy emocionada! —Helen levanta los brazos—. Ya imagino sus rostros, estarán tan felices de vernos.

Roman asiente y sonríe. —Entonces, vamos ahora, chicos. Llenémoslos de felicidad y bendiciones.

Cuando comenzamos a movernos, me acerco a Molly.

—Lindo disfraz —digo sarcásticamente.

Ella rueda los ojos. —No te queda esa corona.

— ¿Crees que puedas patinar? Por favor no arruines el show —bromeo.

Chasquea la lengua. —Por supuesto que puedo, seré la mejor.

Suspiro. —No es una competencia Molly, créeme, aquí no tienes que demostrar nada.




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