ROGER
Levanto la mirada y veo que Molly está frente a la casa.
Ambos nos miramos confundidos. Molly no me ha hablado desde la vez que fuimos al asilo y yo no la he contactado. Fue un poco difícil no hacerlo, me sentí mal por la forma en que actué pero preferí solo alejarme. Era lo mejor.
Sin embargo, ahora está aquí y no entiendo por qué.
— ¿Roger? —pareciera que no esperaba verme aunque aquí vivo y he vivido por un tiempo, ¿Por qué se sorprende?
— ¿Si? ¿Qué haces aquí?
Abre la boca y la cierra, luego se acomoda una bolsa que lleva colgando. —Bueno, yo… pensé que tu abuelo estaría solo y le traje algo, de comer, digo… ¿Por qué estás aquí?
Me encojo de hombros. Salí a tirar la basura y estoy en pantalones cortos pero el frio me está dando escalofríos pues no pensé que iba a tener una conversación en el jardín a esta hora. — ¿Qué? Pues vivo aquí, la pregunta es, ¿Por qué quieres darle comida a mi abuelo?
Junta las cejas. —Porque pensé que estaría solo… yo… digo, ¿No te fuiste con tu familia de vacaciones? Mamá dijo que los Bell se habían ido.
Oh.
Por supuesto que no iban a llevarme, ni siquiera me preguntaron pero ya sabía que sería así. Siempre fue una tradición y sabía que no la romperían solo por mi situación y también imaginé que no me invitarían.
—Sí, se fueron —dejo la palabra en el aire y odio que suena como si estuviera triste porque ese no es el sentimiento que llevo en mi interior—. Oye, me encantaría seguir charlando pero tengo frio y mejor voy adentro.
— ¡Espera! —pide—. Traje esto, es pastel y estofado, digo, igualmente se lo puedo dar o tal vez tú quieras comer, digo, me da igual pero…
No es una buena idea sin embargo, lo pregunto de todas formas: — ¿Quieres pasar?
Abre los ojos un poco. —Um, ¿para qué?
Trago saliva, un cosquilleo empezó en mi estómago. —Para que dejes todo en la mesa, solo eso, luego puedes irte.
Asiente lentamente. —Está bien, ¿tu abuelo está en casa?
—Sí solo que está ocupado viendo las noticias, siempre mira las noticias —sonrío recordando el compromiso que tiene mi abuelo con informarse a pesar del amarillismo.
—Um, bien —reacomoda la bolsa.
Solo porque creo que puede pesar, estiro la mano para que me la entregue al mismo tiempo que abro la reja. Ella duda pero me la da y eso me hace darme cuenta que realmente no necesitaría entrar a la casa pero está dando pasos al frente y no la detengo.
Nos movemos a la puerta de la entada y dejo que pase primero, luego yo y cierro. Le hago una seña para que nos movamos a la mesa y dejo con cuidado la bolsa sobre la superficie.
Ella adentra las manos. —Esto es el estofado, será mejor si lo comen caliente —explica—. Aquí hay pastel navideño, es de almendras y canela, es muy bueno y pues… sí, eso es.
La visita de Molly se ha acabado y eso solo significa que tal vez nos volvamos a ver en alguna otra ocasión o ya no.
Veo que aplasta su cabello con la mano y toma la bolsa de nuevo. —Bueno, supongo que debería irme, espero que a tu abuelo le guste esto —muerde su labio inferior.
Sé que tengo que hacerlo. Tomo una respiración larga y finalmente hablo: —Molly, espera —rasco mi cabeza—. Oye, lamento, digo, yo… lamento lo que te dije la última vez. Yo… lo siento.
Parpadea rápidamente. — ¿Lo lamentas?
—Si —junto las manos—. Sé que mi actitud fue muy mala y sé que, digo, ¿sabes qué, Molly? No merecías que fuera así contigo y lo lamento.
Ella permanece en silencio por unos segundos hasta que finalmente, una sonrisa se muestra en su rostro. No esperaba esa reacción, pensé que no aceptaría mis disculpas. —Me sorprende que lo digas.
Me encojo de hombros. —Es necesario, a veces, pedir perdón.
Afirma con un gesto. —Muchas gracias, lo agradezco.
Exhalo como si algo se hubiera retirado de mis hombros. —Um, sí… no esperes que siempre me disculpe, no es lo mío.
Resopla y siento que hemos vuelto a donde estábamos antes que lo arruinara.
—Uh, ¿sabes? Hoy vi a Iker. —Una sensación extraña golpea en mi pecho.
Volteo hacia la mesa y veo el recipiente donde está el pastel, lo acerco un poco. —Um, ¿En serio?
—Sí, ¿sabías que ayer fue su cumpleaños? Le di un regalo —afirma.
Abro el recipiente. — ¿Ah, sí?
— ¡Si! Es que creo que todos merecen un regalo de cumpleaños, ¿sabes? Aunque no fue nada grande, estábamos en la papelería y él llevaba algo, no quería que comprara nada y le ofrecí pagarlo —explica bastante rápido.
Subo la mirada hacia ella. —Este pastel se ve bien.
— ¿Qué? Ah, sí, el pastel. Por cierto, ¿tu sabias que era su cumpleaños? ¿Celebraron con él? Cuando es mi cumpleaños Violet siempre me da un pastelito horneado por ella y Emily me hace una carta, es algo que hacemos desde que nos conocimos y seguirá la tradición por siempre.
Finalmente sonrío. —Molly, hablas muy rápido, ¿sabías? —Ella baja la mirada—. No digo que sea algo malo, es algo interesante y sí, sabía que era su cumpleaños pero… Iker no lo celebra realmente, a pesar que Helen y los demás intentan animarlo.
Frunze el ceño. — ¿Animarlo? ¿Por qué?
Suspiro y veo hacia el reloj, luego de regreso a ella. —No quiero hablar algo sobre la vida de alguien más pero, mira, Iker… —hago una mueca—. Esto lo habló una vez y es su testimonio pero en resumen, él viajaba en el auto con sus padres y su hermano menor hace tiempo, era navidad y un hombre borracho provocó un accidente, solo él sobrevivió.
Sus labios se despegan y sus ojos se abren. — ¿Qué? Su familia…
Asiento, recordando la primera vez que escuché su historia. —Hay algo que se llama “el síndrome del sobreviviente” que según sé, es cuando ocurre un accidente y solo tú sobrevives y experimentas culpa, depresión y hasta llegas a culparte. Él vivió eso, no quiero contarte más de lo que me corresponde pero sí, Iker prefiere no celebrar nada.
Noto como arruga la nariz y presiona los labios, parpadea varias veces. —Me siento mal ahora, no tenía idea y yo estaba presionándolo para que celebrara su cumpleaños.
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Editado: 12.01.2025