Alguien especial

28: SILLAS MUSICALES

ROGER

— ¡Espera, Roger! —Termino de guardar el pastel—. ¿Qué pasó? lo lamento, no debí hacer eso, lo siento, por favor no me ignores.

Me aseguro que todo está correctamente colocado, me volteo y la veo en la entrada de la casa. Siempre lleva el cabello así, suelto pero con las puntas onduladas. Con brillo labial. Con esos ojos que cada vez me es más difícil dejar de verlos.

Aprieto mis labios, una corriente eléctrica recorre mi cuerpo. He besado a otras chicas antes, varias veces pero ese pequeño beso, ese gesto tan inocente y dulce, me ha descolocado totalmente.

No lo entiendo. No me entiendo.

Molly se acerca y contengo la respiración al momento de sentir esa fragancia a coco y algo dulce, como melocotón. —Sé que fue un error y…

—No es tu culpa —es mi culpa.

Ya le dije a Molly lo que siento por ella y aun quiero intentar que su corazón sienta algo por mí pero ahora mismo, solo quiero acercarme y abrazarla. Quiero que me deje estar más cerca y eso me está matando.

Realmente quiero intentar ser mejor, no solo por ella, por mí también y por personas como mi abuelo, Roman y los chicos que creen en mí pero sé que Molly es mejor que yo y lo es sin esfuerzo. Si apresuro esto, puedo arruinarlo.

—Sube a la motocicleta, es hora de irnos —digo, susurrando.

Molly chasquea la lengua. — ¿Aun quieres que vaya?

—Por supuesto —tomo el casco para dárselo—. Creo que si tú no vas, no sería igual.

Hace una mueca y se lo coloca. —En serio lo lamento —dice tan bajo que casi ni pude escucharla.

Regreso a la casa rápidamente para tomar las llaves y mi chaqueta, también el otro casco y cierro la puerta después de revisar que todo esté en orden.

Molly espera por mí para subirse y cuando ambos estamos montados, siento sus brazos a mí alrededor y tengo que respirar profundo para calmar mi corazón. Mi estúpido corazón.

Me concentro en conducir con mucho cuidado, a pesar que todo está asegurado allá atrás no quiero que se arruine nada, ni un poco. Me esfuerzo mucho cuando hago cada postre y quiero que sea exactamente como las personas lo han imaginado.

No hablo con Molly durante el trayecto como solemos hacerlo y ella no intenta sacarme plática. Quisiera asegurarle que no hizo nada malo pero no sé cómo poner en palabras todo lo que estoy sintiendo ahora. Ni siquiera estoy seguro qué es lo que estoy sintiendo.

Finalmente llego y desde afuera puedo ver que han colocado dos globos azules en la puerta. Me estaciono al frente y sin bajarme, busco mi teléfono y aprieto los ojos cuando me doy cuenta que lo dejé en casa.

Miro a Molly por encima del hombro. — ¿Traes tu teléfono?

—Si —dice, se quita el casco—. ¿Por qué?

—Necesito que llames a Roman —le digo.

Hace una mueca. —Um, creo que no tengo su número, ¡Ah! Espera, me agregaron a ese grupo, ¿no?

Sí, Iker la agregó. —Llámalo y dile que estamos aquí afuera.

—Está bien —responde.

Toma su bolsa cruzada y busca el teléfono, lo saca y unos segundos después escucho que está realizando la llamada, al segundo tono, escucho la voz de Roman.

— ¿Hola?

Molly lo coloca en altoparlante. —Hola Roman —dice ella—. Um, hola, estoy con Roger aquí afuera, eh, sí.

Roman responde que saldrá de inmediato y termina la llamada.

Molly toca mi hombro. — ¿Puedo bajar?

—Ah, sí —le hago una seña y mientras lo hace, coloca sus manos en mi espalda.

Retiro la mirada y me concentro en la puerta, esperando por Roman.

Él sale, junto con Iker, que hoy lleva una camiseta sin mangas. Ambos nos sonríen y saludan y yo aun con el casco solo asiento.

—Hola chicos —Roman nos sonríe—. Roger, ¿La pasas a la cochera? Así entramos todo por allá.

—Claro —digo acelerando un poco el motor.

Molly frunce el ceño pero no me regaña, voltea hacia Iker y se acerca a él. Ella le sonríe y él también lo hace.

Me subo la pantalla del casco rápido. — ¡Molly! —Señalo a su mano—. Cuida el casco.

Asiente varias veces y regresa su atención a Iker me pregunto de qué estarán hablando. En realidad, me pregunto si ellos se hablan por mensajes. Sé que Iker tiene su número, sé que se lo pidió.

Aprieto los dedos en el manubrio.

— ¿Roger? —Roman me habla para que me mueva.

Asiento y muevo la motocicleta para darle la vuelta y poder entrar a la cochera. Roman me espera hasta que estoy adentro y la estaciono correctamente. Me quito el casco y suelto un suspiro.

—Gracias por venir —Roman me dice.

Dejo el casco en el manubrio. —Pues tenía que traerles esto, ¿no?

Levanta un hombro. —No me refiero a tu trabajo, me refiero a que pudiste solo traerlo y no quedarte —coloca su mano en mi codo—. Eres un gran chico, Roger.

Bufo. —Gracias.

Entorna los ojos. — ¿No lo crees?

Le muestro una sonrisa rápida y me muevo a la parte de atrás. —Brooks es afortunado de tenerte, de verdad. Muy afortunado.

Roman se mueve a un lado de mí. —Roger, ¿está todo bien? Sabes que puedes hablar conmigo.

Sacudo la cabeza. —No es el momento, hoy es el día de Brooks y prefiero que revises todo. Mira, espero que le guste.

Roman le da un vistazo rápido y sonríe. —Confío en tu trabajo, eres muy bueno en esto Roger. ¿Has pensado en lo que te dije la otra vez?

Bajo la mirada. —Roman, yo…

—Lo sé —baja la voz—, solo creo que tienes talento y puedes hacerlo. Mira Roger, quiero que realmente lo pienses, ¿bien?

Suspiro. —Lo haré, lo pensaré.

—Gracias —Roman extiende los brazos—. Ahora dame lo que necesites que lleve, ¿Dónde está Iker? Le pedí que me ayudara también

Tomo un contenedor con pastelillos. —Seguramente con Molly —mi estómago arde—. ¿No es raro que alguien de su edad se fije en Molly?

— ¿Crees que le gusta Molly?

Tomo el otro recipiente y se lo coloco cuidadosamente sobre el que está sosteniendo. — ¿No es obvio?

Roman suelta una pequeña risita. —Bueno, Iker es mayor pero no es un mal chico. Si tuviera una hija de la edad de Molly no estaría preocupado por él.




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