Alguien especial

35: MI HERMANO

— ¿Qué pasó? —Roger no espera a que cierre la puerta de mi casa.

Tiro la bolsa en el sofá, saco mi teléfono de ahí y busco la tonta publicación de Gavin. Irónicamente, es la primera que me aparece y odio tanto que ya tiene más de veinte comentarios.

—Esto —se lo entrego.

Roger junta las cejas y niega. — ¿Qué es esto, Molly?

— ¡Es Gavin siendo un tonto mentiroso! —Aprieto los puños—. Roger, hoy llegó y no me dejaba alejarme, me pidió que volviera a salir con él y luego le dije que no pero hizo esto. No puedo creerlo.

Roger levanta la mirada a mí y frunce el ceño. — ¿No dejaba que te fueras? ¿A qué te refieres con eso?

Suspiro. —Me llevó a un pasillo y me empujó contra la pared, no es como suena pero…

— ¿Qué hizo qué? —Deja mi teléfono sobre la mesa al lado—. ¿Quién rayos se cree para hacer eso? ¿Qué te hizo?

Levanto las manos. —Solo quería hablar, quería que regresáramos porque supuestamente dejó a Mónica por mí.

Roger tensa la mandíbula. — ¿Qué le pasa a ese idiota? ¿Y porque publicó eso?

— ¡Es lo que no sé! —muerdo mi labio inferior, odio cuando mi enojo se convierte en lágrimas.

Respiro de manera agitada y cierro los ojos un momento para evitar llorar. No estoy llorando por Gavin, por lo que alguna vez fuimos o porque lo quiero de vuelta, estoy tan enojada que quisiera gritarle en la cara.

Odio la manera en que él puede controlar mis sentimientos aun después de tanto. Primero era quien ocupaba mi mente todo el tiempo, quien me llenaba el estómago de mariposas y quien me hacía sentir sobre las nubes.

Luego me dejó caer, me hizo sentir rota y confundida, tan perdida.

No puedo entender como alguien que te enseña lo que es el amor, puede mostrarte qué es el dolor también.

Roger me rodea los hombros con sus brazos y me toma en un abrazo, acaricia mi cabello mientras recuesto mi frente sobre su pecho. A pesar que no quería, estoy llorando.

Esta es la segunda vez que lloro así frente a Roger por culpa de Gavin, aunque por motivos diferentes.

—Ven aquí —susurra.

Nos movemos al sofá y nos sentamos, él me atrae a su cuerpo para seguir abrazándome y recuesta su mentón sobre mi cabeza. Hace círculos sobre mi espalda para calmarme aunque no pide que deje de llorar.

Cuando dejo de hacerlo, respiro profundo pero no me despego de su pecho. Roger sigue acariciando mi espalda y mi cabello, manteniéndome cerca.

—Gracias —digo.

—No lo agradezcas —pide—. Todo estará bien, Molly. Te lo prometo, lo estará.

—Ya me harté de Gavin, ojala nunca hubiera salido con él —digo, mi voz suena rara por llorar.

Roger me mueve por los hombros para despegarme. Bajo el rostro pero él toma mi mentón y lo levanta con delicadeza, con su otra mano limpia mis mejillas húmedas y mueve el cabello lejos de mi cara.

—Ojala.

Veo su rostro y pienso en cuantas veces no lo he visto antes. Roger y mi hermano pasaban tiempo juntos y por consecuencia, yo me topaba con Roger muchas veces. Nunca pensé en él como un enamoramiento pero tampoco negaba que fuera atractivo.

Pero en Roger hay algo más que lo hace lindo, no es su rostro, no son sus ojos, no son sus labios rosados, es su corazón.

No puedo creer que ese gran corazón, sienta algo por mí.

—Ojala —repito, recordando ese primer beso en el sótano.

Roger fue mi primer beso a pesar que en su momento, no lo deseaba que fuera así. Luego, Roger me besó en una fiesta navideña y esa vez, fue diferente. Un beso maduro, lleno de algo que no tenían ni siquiera los besos de Gavin.

— ¿Por qué yo, Roger? —pregunto, viendo sus ojos.

No tengo que explicar la pregunta, él mueve su mano a mi mejilla y la acaricia. —Porque eres todo lo que no sabía que necesitaba.

No puedo comprender que nos llevó a este momento, no entiendo como Roger pasó de ser el mejor amigo de mi hermano, luego su enemigo, para después ser mi amigo y ahora, el chico que me observa como si yo fuera uno de esos hermosos ocasos.

Gavin ha hecho algo estúpido y no sé como pero lo arreglaré, sin embargo, creo que hizo solo una cosa bien.

—Me alegra que Gavin haya regresado —susurro.

Baja la mano de mi rostro. — ¿De qué hablas?

Me inclino hacia él y sus ojos se abren lentamente. —Si él no hubiera llegado a la fiesta de navidad, no creo que estuvieras aquí.

Su mirada se mueve a mis labios y eso no pasa desapercibido. Quizás está recordando nuestro segundo beso, quizás quiere otro más.

— ¿Qué haré contigo? —pregunta, moviéndose más cerca.

Yo no quiero pensar en las consecuencias de esto por primera vez en la vida, ahora solo quiero seguir a mi corazón porque quizás esta vez, no se equivocará.

—Roger, ¿te puedo besar?

Junta las cejas y pienso en que quizás, me he equivocado de nuevo pero antes de moverme un solo centímetro, Roger toma mi rostro entre sus manos y me besa.

Esta vez no es como el primer beso, corto y rápido. No es como el segundo, dramático y un poco torpe. Este es perfecto.

Roger me besa lentamente, moviendo sus labios en diferentes ángulos y respira agitadamente. Yo muevo mis manos a sus hombros para acercarlo más a mí.

Esta sensación es única, nueva, diferente.

Nos separamos y toma aire. —Vaya, eso fue, el mejor beso que he dado —afirma.

Mis labios siguen cosquilleando por los suyos. —Lo fue.

Me toma por los hombres y me abraza, besa el costado de mi cabeza. —Cuidaré de ti, Molly. Si quieres que vaya a romperle la nariz a Gavin lo haré.

Suelta una risa. —Por mucho que eso suene perfecto, no lo hagas. Sé que puedes pero n vale la pena, no te metas en problemas.

Ahora besa mi mejilla. —Tú vales la pena, ¿me escuchas?

Me separo para sonreírle y él imita el gesto, besa mi nariz y luego mis labios otra vez.

Tal vez mi vida no había cambiado en nada pero este momento era perfecto.

Todo hasta que la puerta se abrió y se arruinó.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.