Alguien ha visto a mi amigo, el dhole?

¿Un dhole? Hace mucho que no veo uno

Animado por la posibilidad de que el elefante lo ayudara, partió rumbo a la reserva, donde no tardó en divisar al viejo animal recostado a la sombra.

—¡Elefante! —lo llamó, posándose en lo alto de un poste.

Él alzó su trompa para saludarlo.

—¿Qué sucede, cernícalo? Te noto preocupado

—Lo estoy. Mi amigo el dhole ha desaparecido esta mañana y no logro encontrarlo. No está en el bosque, ni en el pastizal.

—¿Un dhole? Hace mucho que no veo uno.

—¡¿Sabes lo que es?!

—Claro que sí. A mi edad he conocido a muchos animales que, desgraciadamente, ya no están entre nosotros. Y lamento que los más jóvenes se hayan quedado sin la oportunidad de conocer sobre ellos.

—¡Por favor, ayúdame a encontrarlo! ¡No quiero que desaparezca también él!

El elefante sonrió, desconcertándolo.

—Ya estamos en noviembre... —Miró hacia el cielo, pensativo—. Vuela hacia el sur, donde termina el bosque y comienzan los matorrales. Allí lo encontrarás.




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