Mis manos estuvieron sudorosas.
—¡Bu!
Salté del susto, no sabía quién era. Volteé y lo miré.
Era Joel.
—Así que tú... eres Lisa.
—Joel... —dije nerviosa.
—¡Exacto!
—Tú fuiste el que... —Lo miré y me di cuenta de que no entendía lo que decía—. Nada.
—¿Eres novia de Sebastián? —dijo Joel a secas.
—¿Qué? No... Claro que no.
—Ah... Es que parecía. Ustedes siempre paran juntos y eso.
—Es porque somos amigos —dije antes de que diga otra cosa.
—Sí, claro. —Asintió.
Recordé que estaba hablando con Joel.
—Me tengo que ir.
—Te puedo acompañar.
Lo miré expresando negación.
Bajé las escaleras y antes de jamás vernos preguntó:
—¿Tienes novio?
—¿Por qué te importa? Nos acabamos de conocer.
Él me sonrió y respondió:
—Soy curioso.
—Guarda tu curiosidad para otra persona —Bajé el último escalón.
Odié que hablen de novios y más si tenía que decir Mario.
—¡Eres linda!
Volteé automáticamente al escuchar eso, nunca nadie me lo había dicho.
—¿Cuál es tu número de teléfono?
Dejé de hablarle a Mario los días siguientes. No quería que me pregunte sobre lo que había pasado. Estuve tan distante con todos que ni siquiera pude ir con Sebastián a casa. Solo quería pensar en ese momento. Pero cada día que pasó parecía un siglo. Pensé en decirle a Sebas lo que sentía, sin embargo, eso se iba al instante. Pensar en cómo reaccionaría ante eso sería algo complicado. Cada vez que llegué a casa veía nuestro chat. No había nada, pero con ver solo su foto bastó para saber que todo se convertiría en problemas.
Más problemas.
Luego de unos días de pensarlo, decidí que sería mejor contarle todo a Sebastián.
Lo vi en los servicios del colegio, se estuvo lavando la cara.
—Necesito tu ayuda.
—¿Qué pasó?
No le conté todo. Solo le dije acerca de la carta y que estuve evitando a Mario...
Al escuchar todo esto Sebastián me preguntó:
—¿Hablas de mi compañero?
Con una voz baja lo afirmé.
Sebastián al escuchar eso comenzó a reírse. Volteó a mirarme y me dijo: "Li, no es por ser malo, pero...". Se quedó sin que decir nada.
Yo solo empecé a sacudir mis manos.
—Sé que suena como una tontería, pero que es cierto. Me crees, ¿verdad?
Y él empezó a dar excusas.
—Joel ya tiene novia y... No quiero mentirte, pero no creo que sea real. Lo siento.
—Oh... Está bien. Ja, ja. Ni yo lo creería. —Sonreí—. Me tengo que ir...
—Oye. —Sebastián sujetó mi brazo.
—Está bien. Iré a aclarar las cosas con Mario...
—¿Vas a terminar con...?
—Aún no... Hay que hablar luego.
Me puse a pensar en muchas cosas, entre ellas estuvo un recuerdo del año anterior, el día que no vino Sebastián. Recordé a la persona que me ayudó a recoger los formularios. Fue Joel.
Empecé a hacer un recordatorio de todas las veces en que nos topamos.
—Disculpa, ¿puedes salir?
—¿Qué? Pero... Puedes irte por el otro lado —dije mirándolo vagamente.
—Me gusta caminar por aquí. Oye, ¿acaso no sabes quién soy?
—Sí... Eres un idiota —Vi a Sebastián llegar a la escuela—. ¡Oh, Sebas! ¡Aquí estoy! —Fui corriendo.
Aunque nuestros recuerdos no fueron los más agradables que digamos.
—¡Tú! Eres la chica que me dijo idiota.
—Ah, hola. ¿Necesitas algo?
—Sí. Una disculpa.
Nos quedamos mirando.
—Sabes que... No necesito nada.
Ese día fue algo extraño para los dos, fue como sus miradas se hubieran encontrado. Solo eran él, Lisa y el aire que los empujaron para estar juntos.
Esa brisa que los acompañaron fue mágica para ambos.
Ese día sus miradas se penetraron y no querían dejar de hacerlo. Aun no pueden descifrar ese momento. Pensaron que se quedarían ahí por siempre.
Sin embargo, él solo me miró y se fue.
Parece que solo fui yo quien sintió esa fuerza o tal vez él solo la estuvo evitando.
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Editado: 10.06.2022