Alguien que merezca tu amor, un comienzo contigo

Capítulo V

Aún recuerdo cuando conocí a Sebas. Fue hace mucho tiempo, me encontraba en el parque con mi amiga de kínder. Ella animó a Sebastián de... No lo recuerdo. Pero él lloró demasiado.

Aun no puedo olvidar esa frase.

Después de la lluvia sale un hermoso arcoíris,

pero ahora necesito que camines por esta horrible lluvia.

Si quieres puedo acompañarte.

Siempre quise que él sea feliz.

—¡Oye! —gritó Joel.

—¿Eh? Dime que... —No terminé de hablar y me fui corriendo.

Ese día me escondí de Joel y de Mario, los dos me buscaron todo el día hasta que...

—¿Qué haces ahí? —preguntó Sebastián que estaba en la parte más alejada del patio del colegio.

Nuestro lugar.

Me quedé helada, no sabía cómo responderle. Tal vez decirle que me escondía de Mario y de Joel iba a ser algo raro para él. Pensé que sería mejor no meterlo en todo esto, aunque sabía que él ya lo estaba.

Sebastián solo me miró fijamente y dijo:

—Ya que tú no me responderás esa pregunta. ¿Por qué no me dijiste nada sobre el número?

Yo... bajé la mirada y me agarré las manos. Nerviosa respondí:

—¿Por qué decírtelo si igual te vas a enterar?

Sebastián desvió la mirada y puso su mano en forma de puño en su boca, luego tirándola del enojo, me refutó:

—¿Me voy a enterar? ¿Cómo no enterarme si todos hablan de ti?

Volví a alzar la mirada, enojada respondí:

—¿Por qué no me ayudas con Mario?

Sebastián solo le respondió con lo mismo, con un:

—No puedo.

Nunca pudo.

Me desvanecí en el suelo y tapándome las orejas, le confesé:

—Quiero terminar con todo esto.

Nunca lo había dicho en voz alta.

Se agachó poniéndose a mi nivel. Tomó mis manos y las bajó suavemente, hizo que nuestras miradas se crucen.

—Harás que todo esto termine.

El año anterior a ese, el mismo día en que Mario se me declaró, Sebastián faltó a clases porque su padre había fallecido. Él no me contó ya que sabía que lo trataría de otra manera.

Él sonreía y seguíamos con la misma rutina. Pero me di cuenta de que había pasado algo, pero también quería contarle acerca de Mario. Y ahí fue cuando él dio el primer paso.

—¿Estás bien?

—Sí, sí.

Seguíamos y la tensión se hacía cada vez más fuerte. Estaba perdida. Sabía que había cometido un error, pero no sabía cómo explicarle eso a él.

—Lisa.

—¿Sí?

—Falleció mi papá.

Dijo Sebastián tan vacío que lo pude sentir.

No logré comprender nada en ese momento.

Pensé que seguro era un indicio para que yo también le diga lo que pasó, pero cuando lo vi... El vacío en sus ojos. Supe que todo era real.

El papá de Sebastián había sido mi segundo padre.

Solo me quedé sin nada que decir, abracé a Sebastián esperando a que todo sea un sueño.

«¿Cómo es posible que recién me enteré de esto?», me pregunté.

Sebas me contó que unos días antes del fallecimiento de su padre, su familia había tenido una discusión. La madre de Sebastián quería divorciarse. Él no podía entender como de estar tan felices por la mañana, estuvieron tan tristes por la noche. El padre de Sebastián negó aceptar el divorcio, sabía que su esposa había tenido un amorío con alguien menor. El día siguiente a esa discusión, la madre de Sebastián alistó sus cosas y se fue de la casa junto con Camilla, la hermana menor de Sebastián.

Sebastián sabía que su mamá no regresaría, aunque pase lo peor. Y así fue, el padre de Sebastián falleció solo fueron algunos de sus familiares y sus amigos del padre.

Cuando Sebastián me contó lo sucedido, fuimos a ver a su padre.

No sabía qué hacer, me sentía tan extraña. Tantos años con el señor y verlo ahí me demostró que no todo dura por siempre.

Miré desconsolada y dirigiéndome al corazón del señor dije:

—Hola, señor. ¿Cómo está todo por ahí? Espero que esté bien, cuidaré a su hijo por si algo le preocupa. Estaré al pendiente de él. Veré que coma a sus horas y vaya a la escuela. Igual como me decía que lo haga, lo seguiré haciendo. Usted siempre fue como un padre y sé que estará orgulloso del hombre que se convertirá Sebas. Yo... haré que él sea el mejor en todo. Se lo prometo, señor. Fue un honor haberlo tenido en mi vida. Muchas gracias.

Me agaché y puse las flores en la tumba de mi padre.

Sebastián empezó a llorar.

Lo abracé.

—Todo estará bien.




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