Alguien que merezca tu amor, un comienzo contigo

Capítulo X

—Hay una chica que me gusta.

—Ya sé quién es. Espero que te vaya bien con ella si no te rechaza.

—¿Tú crees que es bueno decírselo de frente o qué?

—Mejor hazle una carta, así si te rechaza solo te contestará con otra carta. No tendrás que vivir con la vergüenza que la chica más linda del colegio te haya rechazado. —Miró el reloj—. Bueno, me tengo que ir.

—Claro.

Cuando Joel fue a su casa empezó a escribir todo lo que sentía. Aunque tomó mucho tiempo encontrar las palabras precisas, sentía que le gustaría a ella.

Kate era su nombre.

—Hola.

—Hola, ¿quién...?

—Soy Joel. Esto... —Sacó la carta de su bolsillo—. Esto es para ti. —Extendió el brazo con la carta en la mano.

—Oh, ¿en serio? —Lo miró Kate sorprendida—. Gracias por acordarte de que hoy es mi cumpleaños, nadie lo había notado. —Sonrió y bajó la mirada. La alzó de nuevo—. Pero... ¿cómo lo sabías si no nos conocemos?

—¿Tu cumpleaños? —dijo en voz baja Joel—. Bueno, todo el mundo lo sabe, es solo que... te están haciendo una gran sorpresa que no quieren que te enteres...

Kate lo miró con los ojos brillantes.

—¿No quieren que me entere? Pero ahora lo sé. —Comenzó a reírse.

—Oh, tienes razón, que idiota. —Soltó una risita Joel —. Ahora ya no será sorpresa.

—No importa, haremos como si no lo supiera, ¿está bien? Será nuestro secreto. —Sonrió.

«¿Nuestro secreto?», se dijo Joel.

—Está bien. —Terminó con una sonrisa.

—Bueno, fue un gusto hablar contigo... —Lo miró tratando de recordar su nombre.

—¡Joel! Soy Joel.

—Oh, cierto. Bueno, tengo que ir a clases, nos vemos luego, Joel. —Sonrió.

—Igual, Kate.

Ese día, Joel invitó a sus compañeros de aula y del aula de Kate a la fiesta de ella. Ellos le dijeron que faltaba 3 meses para su cumpleaños. Joel se quedó sorprendido, pensó acerca de lo que le dijo.

«¿Acaso fue mentira? ¿Acaso solo fue una broma?», se preguntó Joel.

Fueron preguntas y más preguntas sin respuestas.

Pasó un mes desde que Joel le entregó la carta y no había respuesta. Pasaban y pasaban los días, y nada. No había ni un rose entre ellos dos, no hubo esa respuesta que tanto esperaba Joel. Hasta que llegó el día.

—Hola. —Sonrió Kate.

—¿Uh? Hola. —Sonrió nervioso Joel.

—Siento mucho haberte hecho esperar, es que... Bueno, pensé que era una carta de cumpleaños. —Soltó una risita—. Sé que suena tonto, pero es cierto. Aunque creo que ya te enteraste que falta mucho para eso. La cosa es que... gracias, pero... —Miró a Joel— ... hay que conocernos primero. No quiero decepcionarte, quiero ser la persona de la que te enamoraste.

—¿En serio?

—Sí, Joel Chester —dijo con una sonrisa tierna.

Los meses pasaron, todo era color de rosas. Cada mañana Joel iba a recoger a Kate a su casa, por las tardes, a pasear o se quedaban estudiando en la biblioteca, por las noches se quedaban en la casa de él o de ella para ver películas. Los días que no se veían, hablaban por mensaje de texto.

—No puedo creer que me hayas aceptado.

—¿Por qué? ¿Qué tiene?

—Eres la chica más linda del colegio.

Empezó a reírse.

—¿Quién dice eso? ¿Tú?

—Todos. Tienes un hermoso rostro —dijo y agarró su rostro, acariciándolo suavemente, se acercó para besarla, pero se detuvo.

—Gracias. —Sonrió.

Era la primera vez que Joel se sentía vivo después de varios años. el tiempo gris ya había pasado. Y la tormenta negra se había vuelto rosa. Él solo pensaba en su presente con Kate.

—Mira mi mano.

Joel miró la mano de Kate.

Era pequeña con tonos rosados.

—¿Qué tiene? —dijo Joel.

—Le falta algo.

Joel agarró la mano de Kate, la miró.

—Yo creo que está bien, la tienes completa.

—No crees que falta... —Sacó pulseras de su cartera— ... ¡esto!

—¡Ah! ¡No! ¿Es enserio?

—¿Qué pasó? —dijo Kate sorprendida. pensó que no le había gustado su regalo.

—También estaba pensando en comprarte eso.

—Nah, no importa. Tienes que ser más rápido —Sonrió.

Hizo que Joel se despreocupara.

—La próxima vez no te darás cuenta y tendrás un anillo, ja, ja.

—¡Claro! ¡Ahora sí, hay que ponérnoslo!

—A ver, señorita. Déjeme hacerlo por usted.

—Claro, ¡que caballero es este hombre!

Los dos no eran conscientes del tiempo transcurrido. Podían pasar las horas viéndose y enamorarse de nuevo.

—¡Ahora puedes abrir los ojos!

Kate los abrió.

—¡Ah! ¡Tienes que estar bromeando! ¡Ay, sí, sí! ¡Lo amo! ¡Lo amo! —Volteó a ver a Joel y le dio un abrazo.

Él comenzó a reírse y la abrazó más fuerte.

—Se parece a ti. Tiene tus colmillos.

—Por eso lo elegí. Ahora dormirás con él y pensarás que soy yo.

—¿Por qué debería dormir con él si puede hacerlo contigo? —Lo miró.

—Ay... ¡Qué dices! ¡Está haciendo mucho calor! —dijo Joel mientras agitaba su camisa.

—¿Quieres dormir conmigo?

—Cállate, Kate. —Se sonrojó.

—¡Ay, hay un chico que quiere!

Joel le tapó la boca.

—Eres insoportable.

—Así te gusto más —Kate le dio un beso en el cachete a Joel y empezó a correr.

El amor era muy fuerte en ellos.

Joel no pensó en un futuro con ella. No es que no quería es Solo que vivía su presente.

Kate empezó a ver más hacia el mañana.

—Kate.

—¿Qué pasa?

—Es de noche.

—Sí... Está demasiado oscuro, ¿no? Te dije para regresarnos temprano, pero como siempre te quisiste quedar jugando.

—Lo sé, ¿me perdonas? —dijo con una cara tierna.

—Solo si me das algo a cambio.

—¿Cómo qué?

—No lo sé, tienes que darme algo que me guste.

—Bueno... Cierra los ojos.

Joe cerró los ojos.

Kate se puso de puntitas y lentamente se acercó a él. Lo besó siendo iluminados por la luz de la luna.




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