Pasó unos días de la pelea que hubo entre los chicos. Estaba avergonzada, no quería ir al colegio, sabía que todos se quedarían viéndome. Todo lo que había pasado era demasiado. En primer lugar, la pelea, segundo, la carta de Joel, tercero, yo.
Caminaba encima de las hojas que caían por otoño. Solo pensaba en el por qué me había enamorado de Joel. Sabía que esta confusión traería problemas a todos los involucrados. Creía que mis sentimientos algún día se irían y que esto solo era una confusión, que mi corazón se había aferrado a lo primero que vino. Ni siquiera tuvo una conexión tan profunda para aferrarme a él de esa manera. Mirar se había convertido en algo en mi contra, no quería confundir amor con ilusión.
Quería sentirme bien, pero ¿cómo? Todo pasa por algo, sin embargo, los sentimientos se vinieron encima.
¿Eso es algo? Me preguntaba. Quería soluciones, no más problemas... Solo le quedaba sentirme fatal por todo, pero con una cara de que todo estaba bien.
Levanté la mirada y me di cuenta de que estaba detrás de Joel, quien estaba con la mirada hacía su celular. Me puse muy nerviosa y no sabía si caminar más rápido o detenerme y esperar a que él se vaya. Pero de un momento a otro empecé a sentir mis latidos más acelerados y solo pude seguir con mi camino. Creía que él no se había dado cuenta de que estaba detrás, ya que hice pasos silenciosos.
Estuvimos así todo el camino hacía el colegio.
Mientras subimos las escaleras, Joel se detuvo y volteó.
—¿Crees que no me di cuenta? —dijo como si no recordara nada.
Lo miré con unos ojos inocentes, los envolví de nuevo en los de él.
—Yo me tengo que ir—dije sin mirar a Joel.
—Bueno... Nadie te detiene.
Caminé para subir la otra escalera.
—¡Espera! —Joel subió rápido las escaleras y agarró mi brazo.
—¿Qué pasa? —dije nerviosa.
—¿Qué es esto? —dijo y nos señaló a ambos.
—¿Esto? ¿Nada?
Joel soltó mi brazo. Me miró y subió las escaleras, dijo:
—No te equivoques. Ya te lo dije, piensa bien lo que haces.
No lo sé aún. Nunca lo sabré.
En el aula de Joel, todos estaban emocionados por los retos a cumplir, excepto Joel. Este suspiró y se puso de pie.
—No quiero seguir con mi apuesta.
Todo el salón se quedó en silencio mientras dirigían su mirada hacía él.
—No haré la apuesta si está Lisa... La haré si la cambian.
Las discusiones en el salón empezaron. Todos habían hecho sus apuestas del año excepto Joel.
Un compañero hizo caso omiso a lo que dijo Joel y empezó a hablar:
—Oye, Rodrigo. Sebastián ya cumplió la apuesta. Hace unos días le pegó a alguien.
—Ah, sí, sí. Me enteré de eso, ¿cómo fue la pelea?
—Tenías que haber estado aquí. Sebastián le dio unos buenos golpes.
—Bueno, volviendo a los de antes. Lo siento, Joel, pero no podemos hacer eso.
—Oye, vamos... Es solo una apuesta. Puede ser cualquier persona, ¿por qué ella?
—Tú la elegiste. Pusiste su nombre en la lista.
—No sabía que eso iba a ser de verdad. Todo parecía un juego.
—Pues... no lo es. —Rodrigo se acercó a Joel—. Cumple tu promesa si no quieres que todo te vaya mal. —Terminó y chocó apropósito con el hombro de Joel.
—Solo dile que quieres estar con ella. Ya vio la carta, puedes apoyarte de ahí.
—No... No es eso. Ella es diferente.
En el receso me encontré con Joel.
Creo que quiso evitarme, ya que ni siquiera volteó a verme. Pero lo seguí hacía un rincón del patio.
—¿Que estás haciendo? —me preguntó.
—Estoy caminando.
—Bien. —Volteó Joel y siguió su camino.
—¿Por si acaso no quieres ir a comer?
Joel se detuvo.
—No, solo... iré por allá —dijo y señaló sin mirarme.
Pasaron unos dos segundos.
—Sabes que... Vamos.
Cuando comimos no dijimos nada. Solo le di una servilleta donde había apuntado mi número. Joel me miró y me dijo: ''no voy a tomar tu número porque no quiero nada contigo. Solo te acompañé porque vi que no tenías amigas y porque parece que nadie quiere juntarse contigo''.
Se puso de pie y dijo: ''No pienses cosas que no son''.
Joel se fue y me dejó sentada sin ninguna explicación de lo sucedido.
Llamé a Sebastián.
Él vino de inmediato.
Fuimos a pasear.
Sebastián me preguntó por qué lo había llamado de repente, por qué comía en una mesa para dos...
Respondí con un: ''nada'' y seguí adelante.
Pensé en lo que sentía.
Quería saber lo que realmente sentía.
Sabía muy bien que me gustaba Joel, pero ¿por qué? ¿Acaso él hizo algo que me fascinó o qué? ¿Acaso una carta que él ni siquiera escribió fue suficiente para enamorarme? Quería saber, sin embargo, no tuve respuesta alguna.
El amor era algo que recién experimentaba. Esos sentimientos fueron muy fuertes. Enamorarse de alguien que no conocía y que de repente se vuelva el amor de su vida o eso era lo que creía. Pasé de ser alguien que aceptaba solo la mirada a ser alguien que se enamoró con la mirada.
Suena confuso hasta para mí, pero eso era lo que sentía.
Cambia de estación su hermoso corazón
Esa fue la frase que leí en un letrero y fue lo que me hizo decidir. Sabía lo que tenía que hacer.
Aunque mis problemas cada vez se engrandecían, miré hacía adelante y vi a un amigo, Sebastián. Sabía que, aunque me caiga, él me levantaría.
Sebastián volteó a verme y solo respondió con una sonrisa.
Él quería confesarle sus sentimientos, eso pasó de nuevo por su cabeza al verla sonreír, pero a pesar de eso él no intentó nada y siguió con lo de siempre.
Joel hacía sus cosas como de costumbre, sin embargo, Lisa empezó a verlo desde lejos. Aunque él se daba cuenta de lo que ella hacía, no hizo nada. Lisa se encontraba algunas veces con Sebastián, pero cuando él le hablaba, ella solo lo detenía y le decía que tenía cosas que hacer. Mientras Lisa caminaba detrás de Joel, Sebastián, detrás de ella. Él la miraba como ella miraba a Joel. Solo quería una razón para que ella no guste de Joel. Quería que ella no lo vea así a Joel. Con ojos de amor, lo que siempre él quiso tener de ella.
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Editado: 10.06.2022