Recordé que besaba a Joel.
—Oh por dios. Esto es... Esto fue un error. —Alejé a Joel.
—No... No te preocupes. Yo más bien lo siento.
—No hay que decirle a nadie de esto, por favor —dije sin mirarlo.
—¿Por qué se los diría?
—No lo sé...
—Confía en... —Joel agarró mi la mano.
Lo rechacé.
—No creo que esto sea bueno. Tenemos muchos problemas ahora.
—Si... Si todo esto se soluciona... ¿Te quedarías conmigo? —dijo Joel.
Bajé la mirada.
—No creo que eso pase. Lo siento mucho —respondí en voz baja.
—¿Por qué te disculpas? —Joel acarició mi rostro.
—Porque... —Lloré— ... me siento mal. Todos los días son un problema, quiero saber por qué.
Joel me abrazó.
—Tranquila, todo va a estar bien.
—¿Cómo sabes eso? Ni siquiera nos conocemos. Solo...
—Tranquila, lo voy a solucionar —dijo seguro Joel y acarició mi cabeza.
En ese momento, Joel sintió algo en su corazón. Sabía que no podía confundir las cosas, pero tampoco podría dejarlo así. No quería verla sufrir. Sus lágrimas eran un motor para enfrentar a Mario, pensó que él era el problema.
—Tranquila, te prometo que todo estará bien.
Joel dejó a Lisa en su casa, la vio entrar, se despidió con una sonrisa, que para ella fue "todo estará bien".
En su casa, Joel agarró sus cuadernos y vio la libreta que Kate le regaló. La abrió y vio los poemas y escritos hechos por él hacia ella, también una foto de él con ella y detrás de la foto decía: "Hasta que el destino quiera". En eso Joel recordó porque hizo el reto. Un mes antes Kate había terminado con Joel, ella sintió que la relación no iba para más. Los mensajes no eran suficientes para no extrañarse. Ella sufría, así que decidió cortarlo de raíz.
Recordando eso, Joel fue a la última página, de ella cayó una carta que decía:
"Mi pasado siempre me juzgará,
pero quienes somos para juzgar a alguien quien ama.
Solo soy una triste chica solitaria
que dejó de amar a alguien por otro.
Tal vez son mis cambios de estaciones hacen que sienta esto.
Te querré hasta el final de mi vida,
sin embargo, ahora ya no eres el capitán de mi barco.
Lo siento".
—Lo siento... —Suspiró Joel.
Joel miró ese cuaderno todo el día y pensó en que hubiera pasado si nunca se hubiera cambiado de colegio. Si tan solo ella no se hubiera querido ir. Sabía que ellos estarían juntos y no tendría que haber hecho en ese momento. Pero Joel sabía que el error ya había sido cometido y que no volvería a leer ese cuaderno de nuevo o eso creía.
Joel salió de su casa, no quería agobiarse con los recuerdos del pasado. Quería y necesitaba hablar con alguien. Para su sorpresa, Lisa se encontraba allí. Él se preguntó qué había pasado si hace unas horas la había dejado en casa. ¿Por qué estaba ahí?, se preguntó. Vio que esperaba a alguien fuera de una tienda.
Lisa agarró su celular e hizo una llamada a Sebastián, pero este no contestó. Ella solo pudo caminar hacia el parque y de lejos vio a Joel, se hizo como si no lo hubiera visto. Caminó, se topó cara a cara con él. Los dos pasaron de largo como si nunca en su vida se hubieran visto. Justo para la mala suerte de Lisa, se topó con Mario. También, cara a cara. Ella lo vio con heridas en la cara.
—¿Qué te pasó? —preguntó Lisa.
—Lo siento mucho. —Mario abrazó a Lisa.
Vio todo esto Joel, sorprendido por lo que había pasado. Se preguntó, ¿todo fue por nada? ¿Por qué hace esto? ¿Realmente está enamorada de ese tipo? Tal vez él tiene algo de ella, tal vez nunca gusto de mí. Yéndose así Joel.
—¿Me perdonas, Lisa? —preguntó Mario.
—¿Eh? Yo... —Lisa lo miró agobiada—. Está bien.
—Siento mucho haberte hecho todo eso, es solo que...
—Lo entiendo, hice mal las cosas. Estoy aquí para rectificarme, quiero seguir con esto. Como lo dijiste desde el inicio, me alejaré de Sebastián. Tendremos más contacto, estaremos bien, lo prometo.
—Gracias.
Los dos se miraron.
Sebastián prendió su celular y se dio cuenta de la llamada de Lisa. Él corrió hacia el parque, sabía exactamente donde era el lugar. Corrió y corrió. Pensó que llegaría a tiempo, pero no. Chocó con Joel, este lo miró y siguió su camino. Sebastián vio desde la esquina que Lisa hablaba con Mario, solo pudo bajar la mirada y decir:
—¿Sabías que esto iba a pasar?
Joel volteó a verlo.
—Ella es impredecible. No sé qué le pasa.
—No le pasa nada es solo que... —Suspiró— ... no quiere perderlo.
—Oye, lo siento mucho, pero no creo que ella quiera terminar con esto y si esto termina no creo que lo haga ella.
—Me tengo que ir... —dijo entrecortado Sebastián.
Sebastián se fue a su casa. No sabía que más hacer. Sabía que Joel tenía la razón y de que ella no haría nada para terminar con eso.
—Ya me tengo que ir, Lisa. Te dejo un mensaje en la noche, ¿está bien?
Asentí.
—Sí, no hay problema.
Tomé mis cosas y fui a la tienda a comprar un helado. Pensé en todo lo que pasó. Parecía estúpido todo. Todo era mucho. ¿Por qué volver e intentarlo de nuevo si no va a funcionar? ¿Para qué secarme las lágrimas si de nuevo voy a llorar?, me pregunté.
—Buenas, ¿tendrá helado de menta?
—Sí, agarre. Están afuera.
—Oh, gracias. —Sonreí.
Salí de la tienda, abrí el empaque del helado y suspiré.
—¿Sabes? Siempre pensé encontrarte en el colegio, no aquí.
Reconocí su voz.
Salté del susto, alcé la mirada.
—Hola.
—Sí, hola. ¿no te había dejado fuera de tu casa? —me dijo Joel con una cara confundida.
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Editado: 10.06.2022