Cuando Joel era niño no tuvo la mejor presentación de su padre, todo en casa era pelea. Su madre lloraba todos los días, su padre venía con excusas y más excusas por llegar tarde a casa.
Un día de viaje, Joel y su prima quisieron hacer una cena romántica para su madre y padre de Joel.
Joel pensó que todo iría bien, se reconciliarían y su familia por fin sería feliz.
—Papá, ¿puedes esperar ahí? —dijo Joel.
—¡Ay! ¡Ahora que quieres!
—¿Puedes ir para allá? Te tengo una sorpresa.
—Que sean una de tus estupideces, volvemos a casa.
Después de eso Joel fue a llamar a su mamá.
—¡Ma! ¡Te tenemos una sorpresa!
Su mamá se secó las lágrimas, volteó.
—¿Una sorpresa? ¿Se puede saber qué es? —dijo curiosa y con una sonrisa.
—Nop. Tienes que venir para saber que es.
—¿Es enserio? Bueno, —Su mamá se puso de pie—. Vamos a la sorpresa. —Fue de la mano con Joel.
Caminaron hasta la playa. Ahí había un cuarto que fue alquilado para que Joel y Lizbeth, su prima, jugaran.
—Entonces, ¿para qué quieren que entre ahí? —dijo su mamá y acarició la cara de Joel.
En ese entonces, Joel tenía 11 años.
—Ya te lo dijimos, mamá, es una sorpresa. ¡Las sorpresas no se dicen!
—¡Sí, tía! ¡Todo esto será mágico! ¡Lo más mágico que te puedes imaginar! —dijo Lizbeth con las manos extendidas.
—¿Lo más mágico? Ya quiero verlo. —Sonrió su mamá y soltó una risita.
Llegaron al lugar, se escucharon gemidos del padre de Joel y alguien más. Su madre lo escuchó inmediatamente.
—Chicos, ¿por qué mejor no vamos después? —dijo la mamá de Joel con la voz entrecortada.
—¿Después? Pero la sorpresa ya no estará ahí.
La mamá de Joel miró a Lizbeth.
—Vamos, Joel. ¡Hay que jugar!
Lizbeth tenía 13 años.
—¡No, no quiero jugar! —Empezó a hacer berrinche Joel.
—Hijo, por favor, vete a jugar —dijo su mamá y lo empujó hacia el hotel.
—No, mamá. ¿Por qué... —Abrió la puerta Joel— ... no puedo entrar? —dijo en voz baja.
Vieron a su padre, él hacía sexo con una empleada del hotel. La madre de inmediato tapó los ojos a Lizbeth.
—Papá... —dijo en voz baja y entrecortada Joel.
El padre de Joel y Joel se vieron a los ojos.
La mamá de Joel empujó a Lizbeth y a Joel a un lado. Cerró la puerta.
—¿Qué mierda es esto? ¿Qué rayos te pasa? —dijo la mamá de Joel y comenzó a golpear al padre—. ¿No ves que tu hijo está acá?
—¿Mi hijo? ¿Cómo sé que eso es mi hijo?
—¿Qué? —dijo la mamá de Joel y le tiró una cachetada al padre—. ¿Qué estás diciendo? —Miró a la empleada—. ¡Vete ahora mismo!
La mujer se vistió rápido.
—¿Y por qué tiene que irse? La que tiene que hacerlo eres tú. —Agarró de la mano a la empleada.
La empleada alzó la mirada.
Decían todo esto mientras Joel lo veía, ya que la puerta se abrió un poco.
De regreso a casa, todo fue incómodo. Nadie habló, Lizbeth se fue con su familia. No fueron las vacaciones que pensaron que sería.
Al llegar a su destino, en la habitación de sus padres.
—Quiero divorciarme.
—¿Qué?
—Lo que escuchaste, quiero el divorcio.
—No. —dijo el padre y miró a la mamá de Joel—. No te lo daré. —Se echó en la cama—. En vez de hablar tonterías, tráeme una taza de agua que me muero de sed.
—No me voy a mover de aquí hasta que...
El padre de Joel se puso de pie, agarró del cuello a la madre, la empujó contra la pared.
—¿Qué haces? —dijo la mamá de Joel con la voz entrecortada.
—Te dije que... —Manoseó a la mamá de Joel, el padre puso su mano entre las piernas de la madre.
Fue inevitable para la mamá soltar un gemido
— ... me traigas un vaso de...
—¡Bien!
El padre la soltó.
La mamá de Joel caminó hacia la puerta de la habitación.
El padre la detuvo, la agarró del brazo.
—Mejor tú dame el agua. —La tiró contra la cama.
El padre empezó a quitarle la ropa. Como los botones de la camisa eran muy pequeños, rompió la camisa de la madre.
—No, por favor —dijo sin fuerzas la mamá.
—¡Cállate! —dijo el padre y presionó con más fuerza a la madre.
—¡Por favor! —La mamá de Joel empujó al padre.
El padre le tiró una cachetada, luego de lo que hizo la mamá.
—¡Maldita, perra! ¡Ven aquí!
—¡No! ¡Por favor!
Todo se le había quedado en la cabeza, agarrar la mano para "proteger" a la mujer con la que pasas el rato. Ser descarado, tratar bien a las chicas para estar con ellas. Luego, tratarlas como perras, hacerlas llorar, hacer que lo odien, pasar un "buen rato", que pidan perdón. Todo eso aprendió, pero nunca lo había experimentado hasta que terminó con Kate. Nunca quiso hacer eso con ella, quería negar que se había convertido en su padre.
—Dime, como son.
—Ellos... son diferentes.
Joel parecía desviado. no quería hacerlo sentir incómodo. Solo quería saber más de él. Cada vez que hablé con él, me olvidaba de todo. Los problemas se iban con el viento.
—Así que... ¿Tienes un hermano que no es tu hermano?
—Sí, estás en lo correcto.
—Yo... no tengo hermanos, siempre quise tener uno...
—Puedes venir a mi casa si quieres.
—¿Qué?
—¿No quieres ver...?
Lo miré y asentí.
Joel tomó mi brazo.
Empezamos a correr.
—¿Por qué corremos?
—¡Para llegar más rápido! —dijo Joel con una sonrisa.
Al llegar a la casa de Joel, noté que no había nadie. Me asomé para ver que había adentro.
—Tranquila, ya lo verás. Quiero decirte que mi casa no es la más emocionante, así que no esperes nada grandioso.
—No te preocupes. Lo siento, en serio.
Joel se acercó a la puerta. Pero se quedó ahí por unos minutos... Quería preguntarle que pasó, pero cuando lo iba a hacer, la puerta ya estaba abierta.
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Editado: 10.06.2022