Alguien que merezca tu amor, un comienzo contigo

Capítulo XX

Tal vez debí decirle a Sebastián que me acompañé... Me perdí con solo ver la dirección.

Pasaron personas entre risas, me detuve.

«No debí venir con vestido. Esto es demasiado incomodo, mamá. No debí dejarlos ahí a los dos... Solo tenía que aclarar las cosas, pero... no hice nada malo», me dije.

Y así al alzar la mirada, me di cuenta que estaba en el hospital.

—Buenas tardes...

La recepcionista me miró.

—¿Está la psicóloga Angela?

Empezó a escribir en su computadora muy rápido.

—Sí, sí. ¿Tú eres? —dijo sin mirarme.

—Lisa —dije nerviosa.

—Por si acaso, ¿tienes cita hoy? —Escribió en su computadora.

—No reservé cita, pero...

—Lisa... ¿No? Aquí estás. Puedes pasar.

—¿En serio?

—Claro. —Me miró—. Sonríe un poco más.

—¿Son...? Muchas gracias —Le sonreí.

—Todo estará bien, no te preocupes. Ahora, sí. Pasa.

—Muchas gracias. —Caminé hacia el consultorio.

—Fobia social, depresión, ansiedad... Estará bien.

Toqué la puerta y recordé todo lo que había pasado ahí. Recuerdos... La psicóloga era como mi diario que usaba desde pequeña. Claro, cómo tenía citas sin reservar una... O cómo podía pasar sin que mi mamá dé una autorización o algo así. Son tantas preguntas...

—Buenas tardes.

Ángela se puso de pie.

—Oh, hola, Lisa. ¡Que sorpresa verte aquí!

De lo nerviosa que estaba reí.

—Qué loco, ¿no?

—¿Cómo estás? Toma asiento.

Hice eso.

—Estoy bien...

—Creí que ya no volverías. Todo parecía complicado ese día...

—Eso ya pasó...

—¿Quieres hablar de todo lo que ha estado pasando?

—¿Puedo?

—Claro, por eso estás aquí.

¿Saben lo que me molestaba más? Ese movimiento de manos que hacía cada vez que venía. ¿Cuál era la necesidad de explicarse de esa manera? Eso me estresaba más. Desde el primer día que vine, lo recuerde, ella movía sus manos cuando hablábamos. Lo odiaba.

Me recosté en el sofá.

—Es solo que... No lo sé realmente. Tal vez exagero todo como siempre. Mi vida es tan complicada, siempre lo digo, pero es lo que siento. Nadie... Nadie podría sentir lo que siento. Nadie me entiende. Cuando dejé de venir, me arrepentí. No tenía a nadie que me escuche, todos estaban ocupados. Sebastián... Él... No podía contarle mis problemas. Tenía miedo a ser juzgada, sé que me dijiste que debería atreverme más, pero no puedo. Estoy harta de todo esto. Maldición. Las cosas se complicaron más de lo que pensaba. Gente nueva... Ellos solo ocasionan problemas... Quiero...

Dije mientras observaba que anotaba todo en esa libreta y asentía. ¿Desde cuándo fue? ¿El segundo año? Ángela empezó a grabar nuestras sesiones. No sé si ella estaba al tanto de que yo ya lo sabía, pero era un poco incómodo saber que alguien en cualquier momento podía escucharlo todo.

—Siento que no podré más. ¿Por qué me siento así? ¿Por qué no puedo hacer amigos? ¿Por qué estoy sola? ¿Por qué toda mi vida he tenido que sentirme así? Por qué...

—Son procesos... —dijo en voz baja.

—¿Procesos? —Volteé a mirarla, desvié la mirada—. Cuando me dijiste que empiece a tener más amigos, lo hice. No fue fácil, pero... ya no me hablo con ellos. Ellos se fueron. Cuando me dijiste que participe en la actuación de hace dos años, lo hice. No pude decir ni una palabra. Me quedé helada... —Entrelacé mis dedos entre ellos—. Ahora, se empezaron a juntar a mí más personas que realmente malogran todo. Solo tengo peleas... Mario me pegó. Él lo hizo. No creo poder. Estoy harta de que me miren. Ese chico que por alguna razón me siento atraída, me causa problemas. Parece que soy un juego. Esa chica... Ella solo hace esto más difícil. Quiere ser mi amiga, pero de la nada me hace tener el triple de problemas. Todo ha sido problemas. Mi papá volvió hace unos días... y se fue de nuevo. Me dijo que venga... Quería que venga... —Me recosté del otro lado, le di la espalda a la psicóloga—. Me siento como una mierda. Te juro que, si no fuera tan cobarde, mis problemas y yo... desapareceríamos. —Suspiré con lágrimas en mis ojos.

—Lisa...

—Es que... no lo entiendes. Nadie lo va a entender. Quiero ser feliz, ¿sabes? Mi vida a estado en tus manos. A veces creo que te cansarás de escuchar tanta estupidez y le dirás a mi papá que ya no venga. Quiero entenderme, pero no puedo. Cada día es una nueva emoción. Trato de sonreír, pido perdón, entonces, ¿por qué sigo siendo así? Trato de complacer a todos porque sé que ellos también tienen problemas, pero... ¿y yo? Nadie dice: "¿Cómo estás?" "¿Amaneciste bien?". Nada. O bueno, nunca lo he sentido como un verdadero: ''¿Cómo estás?''. Solo estoy aquí para que la gente se divierta y para que se apoyen en mí. Él... Joel... es un tremendo idiota, lo único que hace es confundirme... y eso me duele.

—¿Joel? —Susurró confundida.

—Jimena es una hipócrita como las chicas de antes. Ella solo quiere acercarse a... No sé. Ni siquiera sé por qué quiere ser mi amiga. ¿Por qué me dijo para serlo en primer lugar? Estoy bien, estoy bien, me lo repito todos los días. Pero a veces cansa. Sebastián... Él solo está empeorando las cosas, por algún motivo todo se ha vuelto peleas entre nosotros. Él quiere que termine con Mario, pero no lo conoce. No sabe nada de lo que yo sé. Mario ha sufrido tanto que... a veces quisiera... —Suspiré—. Nadie me deja respirar, todo lo que hacen es agobiarme. Me agobian, me estoy quedando sin aire. Creo que todo esto es demasiado para mí. Maldición, me arrepiento de no haber venido antes. Todo sería distinto. No lo hubiera besado, no se hubiera declarado en frente de todos, ellos no se hubieran peleado. Él y yo estaríamos bien, no me hubiera pegado. Ella no hubiera querido ser mi amiga. No me hubieran pegado, no estaría así. Todo estaría bien, todo sería como siempre, vendría todos los días en la tarde a hablar contigo sobre cómo fue mi día al evitar a todos. Sebastián me recogería todos los días como siempre, hablaría con él cosas que, aunque la planeáramos nunca haríamos. Solo no debía de haber aceptado esa carta, debí mentir cuando me preguntaron si era yo, Lisa... —Suspiré—. Tal vez no debí de decir ese día sí. Solo debí correr como siempre, escaparme de ahí. Eso es lo que Lisa hubiera hecho, Lisa... —Cerré los ojos—. No debí subir ese día, vi como s, pero igual seguí ahí, seguí ahí y me enamoré de él. Intentó besarme, pero por alguna razón, lo rechacé. ¿Él acaso piensa que soy un juego? ¿Soy solo un juguete? En su casa... Parecía que quería solo hacerlo ese día. No lo sé, estoy muy confundida. Él no me dice nada, solo habla, habla, se aleja, me habla y ocasiona problemas... O tal vez soy yo quien los ocasiona. Sebastián solo está siendo cada vez más molesto, sabe cómo me siento y no hace nada. ¿Ya no le importo? ¿Ya no quiere ser mi amigo? ¿Por qué se aleja demasiado? No sé si confiar en él, tal vez si le digo algo... haya otro problema.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.