Alguien que merezca tu amor, un comienzo contigo

Capítulo XXII

El colegio se encontraba tranquilo, como siempre. No fui al salón de Sebastián, aún seguía resentida por lo de ese día.

No salí a los recesos, traté de no hablar con Mario. Aunque él se acercó, no respondía. Me quedé en las nubes.

La psicóloga del colegio dejó un trabajo que trató en salir del aula para poder conocernos mejor. Seguro que se dio cuenta que el salón estaba dividido en grupos.

Le dije que me sentía mal, así que no fui. Harta de quedarme por más de una hora sentada y sin hacer nada, abrí mi mochila, y para mi sorpresa, la nota de Joel no estaba. O, bueno, había una que se parecía, pero me di cuenta que no era su letra. La busqué de nuevo, pero no la encontré. No podía creerlo.

—Esto tiene que ser una broma... ¡Maldición! —dije y me mordí los labios.

Pensé que se me había caído en la azotea, era lo único que se me venía a la mente. Así que subí. Miré para ver si no había nadie de mi aula o un auxiliar por los pasillos.

Cuando llegué, lo primero que vi fue a Joel sentado en un lado, mientras que sus compañeros se besaban. Volteé rápido e intenté irme, pero Joel no me dejó. Me agarró la mano.

—¿Qué haces aquí? —dijo mientras me miraba muy profundo.

—Yo solo venía a recoger algo. Necesitaba algo, sí. Me acabo de dar cuenta que subí un piso demás —dije nerviosa y traté de irme, pero él no me dejó.

—¿Estás... bien? —preguntó Joel.

—Yo... Bien... —Hice que suelte mi mano—. Me tengo que ir. —Bajé las escaleras.

Sí. Joel bajó conmigo. Podía sentir sus pasos detrás mío. Era tan incómodo, pero lo olvidé. Olvidé que el...

—¿Qué te pasa?

... me puso en el reto.

Seguí bajando las escaleras, por un momento pensé que me alcanzaría, sin embargo, me topé con Sebastián.

—¿Qué haces aquí?

Tenía una cara de desesperación.

Sebastián alzó su mirada, vio a Joel parado en las escaleras. Siguió su camino.

—¿En serio? ¿Vas a hacer esto? ¡Maldición, Sebastián! ¡Debería ser yo quien esté enojada! ¡Todo es un juego! —dije, pero Sebastián siguió con su camino—. ¡Maldición! ¡Di algo, aunque sea!

Sebastián volteó.

—¡Quieres que diga algo! ¡Él! —dijo y señaló a Joel—. ¡Él es el problema! ¡Todo esto es culpa de él! ¡Tus problemas son ocasionados por él! ¡Yo solo trato de solucionarlos! ¡Tú solo te quedas ahí parada, esperas a que lo haga! ¡Esto es demasiado! ¡Esto me tiene harto! ¡Toda mi vida...! —Se acercó a mí—. ¡Toda mi vida me te he protegido! ¡Protegido de qué! ¡Mario! ¡Estoy harto de que no puedas solo cerrar un episodio de tu vida! ¡Estoy harto de tener que verte intentar de todo con él! ¡Dices que se acaba, pero sigues! ¡Nunca vas a cambiar! ¡Siempre te vas a quedar estancada!

Mis ojos querían explotar.

—Lo...

Me alejé.

—No... Ja, ja. Tienes razón. Soy solo problemas. —dije entrecortado y llorosa lo miré fijo—. Pero, aunque sea intento solucionarlos.

—Ja, ¿es broma? Si solucionar los problemas significa evitarlos, te aplaudo. —Sebastián comenzó a aplaudir—. Lo hiciste muy bien. Siempre lo haces muy bien. Siempre eres la que lo hace perfecto, no ocasionas problemas, tú haces sola tus cosas. Todo. En todo eres perfecta.

—Sebastián... ¡Cállate!

—No, Lisa. Tú cállate. Estoy harto de esto, todo es demasiado.

—Eres un cobarde.

—¿Cobarde? ¿Por qué? ¿Acaso me escapo de mis problemas como tú? —Me miró profundo—. Eres una chica que solo quiere atención, haces drama por todo. No puede haber un día, un día en que no hagas nada. Todo lo que sale de tu boca son problemas y más problemas.

—Tú no me entiendes...

—No te entiendo, vamos... Estoy todo el día a tu disposición, trato de ser el mejor amigo. Trato de entender lo que piensas, ¿no crees que, aunque sea necesito un ''gracias''? No puedo leer tu mente. Entiéndelo. No puedo, dime las cosas, no trates que adivine.

—Como quieres que lo haga si ni siquiera me escuchas, como quieres que haga algo si a las finales no harás nada. Te dije que me ayudaras con Mario y nada. Solo me reprochas.

—Ese es tu problema, nadie te dijo que le dijeras que sí, y no me digas que fue por la presión social. No uses de nuevo esa excusa.

—Excusa... Excusa fue lo que diste ese día en la cena, ¿pensar? ¿En qué vas a pensar? Mis padres quieren darte un espacio y...

—Trato de ser respetuosos con ellos, ¿o acaso no te diste cuenta que estoy enojado?

—Solo te dieron una opción.

—¡Una opción! Que fácil es decirlo cuando no estás en mi posición. Trato de hacer todo para que el chico al que dices que estás enamorada, no te dañe. Para que el chico con el que supuestamente tienes de novio, no te haga nada porque eres demasiada moldeable. Si alguien te quisiera engañar lo haría sin problemas. No quieres quitarte la venda de los ojos. No quieres admitir que Mario es el peor chico. No quieres admitir que Joel es un mujeriego, que juega contigo, no quieres admitir que cuando tengan sexo te dejará como a todas. No quieres admitir que estás mal.

—¿Mal? Ja, que estúpido es oír todo esto. ¡Por qué no aceptas que estoy con Mario! ¡Por qué no dejas que me equivoque! ¡Por qué no aceptas que me gusta...! —Recordé que Joel estaba en las escaleras, subí mi mirada para mirarlo—. No vamos a hablar esto aquí. Hablemos luego.

Sebastián me agarró el brazo fuerte.

—No. No vamos a hablar luego. Esto se termina aquí. Todo. Lisa. —Me miró fijo de nuevo—. Ya no somos amigos. —Soltó mi brazo y siguió su camino.

Fue inevitable no llorar. Me sentía como una estúpida y sabía que lo era. Sebastián tenía razón en todo... Solo quería llamar la atención.

Joel bajó las escaleras.

—Yo... —dijo Joel.

—No digas nada. —Caminé, bajé unos escalones, me detuve—. No hay que hablar por un tiempo, por favor.

—Siento haber ocasionado todo esto.

—Ja, ¿crees que esto es por ti? Esto... lo vamos a superar, ¿sabes? Sebastián y yo siempre tenemos este tipo de peleas, hace más fuerte nuestra amistad... Y acerca de no hablar por un tiempo es porque sé lo del reto. Sé que soy parte de eso, sé que solo soy un juego para ti. Sé que nunca seré nada para ti. Sé que no te importo y nunca te importaré. No importa que haga, no le importo a nadie. —Bajé las escaleras.




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