Alguien que merezca tu amor, un comienzo contigo

Capítulo XXIV

Subí las escaleras lo más rápido que pude. Abrí la puerta de la azotea exhausta.

—Oh. Lo siento por llegar... El profesor de educación física no quería dejarnos ir y... —Jadeé.

—Llegas tarde. —Joel volteó a mirarme—. Bueno, no importa. Tenemos mejores cosas que hacer. Siéntate, por favor.

—Oh, claro, claro. —Me senté.

—Dame tu mano.

—¿Qué?

—No te haré nada. —Estiró su brazo Joel.

No quería darle mi mano, estaba sudorosa.

—Esto será un poco ridículo, pero creo que es necesario. No te rías, por favor. —Joel me miró a los ojos, puso su mano a la altura de mi cara y cerró sus ojos—. Te prometo no hacer nada que tú no quieras, te prometo hacer lo que puedas, te apoyaré en tus decisiones de aquí en adelante, todo lo que hagas, también será mi felicidad o tristeza. Seremos uno hasta que terminé el reto. Pero no nos enamoraremos ni por un minuto, si algún sentimiento llega a pasar por nuestra cabeza, será todo. Intentaremos fingir que nos querernos e intentaremos ser felices juntos.

Desvié la mirada. Como no hacer algo que ya sentía.

Cayó una lágrima de su corazón.

Asentí y sonreí.

—Está bien. Luego del reto no... —Me presioné el dedo con una de mis uñas— ... no nos volveremos a hablar —dije con una voz entrecortada.

Sabía que era verdad.

Joel ya sabía que yo gustaba de él. Pero nunca hizo nada...

—Claro. —Desvió la mirada—. ¿Y cómo estás?

Joel cambió de tema. Tal vez no quería que se vuelva incómodo estar juntos.

—Bien —dije a secas.

—Quiero saber la verdad. No quiero que me mientas.

—Mira, sé que se supone que somos novios, pero aún no termino con Mario.

—Eso ya se lo mandé a alguien. No te preocupes —Sonrió Joel como si haber hecho eso fuera un triunfo.

Un día anterior a este, Joel habló con Sebastián. Al igual que él, lo citó en la noche y en el mismo lugar.

—¿Qué pasa? ¿Ahora se supone que seremos amigos fuera del colegio o amantes?

—No digas idioteces.

—¿Para qué me llamaste?

—Por la misma razón por la que tú me citaste esa noche, Lisa.

—¿Qué pasa con ella? —Lo miró malhumorado.

—¿Cuándo arreglarás las cosas con ella?

—Eso a ti qué. Si solo querías hablar de cosas que no te debería importar, me voy. —Sebastián volteó y caminó.

—Espera, haz que Mario termine con Lisa.

Sebastián se quedado paralizado de lo oído, volteó.

—¿Qué?

—Hagamos una tregua, haz que Lisa termine con Mario.

—¿Y qué ganaré yo a cambio?

—Estaré con ella, terminaré de cumplir el reto.

—¿Qué? Ja, tiene que ser broma. Consíguete a alguien más, ya te lo dije.

—Sé que tú también quieres que esa relación termine. Además, ella está de acuerdo con cumplir el reto, solo faltas tú.

Sebastián respiró hondo.

—Bien, está bien. Lo haré, mañana a la hora de salida, Mario y Lisa ya habrán terminado.

Sus miradas fueron de ganadores, el trato estaba hecho. Solo faltaba hacer que se cumpla lo dicho por Sebastián.

—Ey. —dijo Sebastián y golpeó el pupitre con su pie—. Párate.

—¿Qué? —Mario levantó la mirada, le dio una mirada desafiante.

—Tenemos que hablar.

Todo esto era visto por Jimena, que no hizo más que tomar una foto.

Sebastián y Mario fueron a un aula que estaba vacía. Unas horas antes, Sebastián le dijo a Alejandro que nadie pase al aula en donde estarían.

—Termina con Lisa.

—¿Qué? ¿Para eso me hiciste venir?

—Termina con ella.

—No, no quiero.

—¿Por qué?

Sebastián se veía demasiado enojado que sus preguntas eran como para pegarle.

—Porque ella es mi novia. —Sonrió Mario.

—¿Qué?

—Ella tiene que decirme que no quiere estar conmigo, pero como ambos sabemos... —Mario se puso de pie— ... no lo hará. Si ya terminaste...

Sebastián lo empujó contra la pared.

—Mira, esto ya es en serio. Termina con ella hoy.

—¿Y si no lo hago? ¡Ay, que miedo! ¿Grito por ayuda? —dijo sarcástico Mario y lo miró desafiante.

Sebastián dejó de agarrarlo.

—Si no quieres que esa foto en donde haces sexo con una señora se disperse por todo el colegio, termina con ella.

—¿Qué? —dijo Mario nervioso.

—Lo que escuchase. Unas horas para terminar con ella o unas horas para que esa estúpida foto esté en todas partes. —Sebastián se dirigió a la puerta, agarró la manija, volteó—. Ah, y no me metas en esto, amigo. —Sonrió, abrió la puerta y se fue.

Al regresar a sus clases cada uno, todos se pensaron en que tenían que hacer. Mario solo presionaba su lapicero mientras que veía a Lisa charlar con Jimena. Pasado ese tiempo de pensar, era hora de salida.

—Nos vemos mañana, Lisa.

—Sí... Está bien. —dije con una sonrisa incómoda.

Aún no me acostumbraba a verla como una amiga.

Alisté mis cosas y cuando ya me iba a ir a casa, Mario me detuvo. Agarró mi brazo y me acercó hacia él. Intentó besarme. Lo alejé. Mario intentó de nuevo, pero seguí sin corresponder. Me soltó.

—¡Qué te pasa! —dije confundida y enojada.

—Entonces todo era verdad... ¿Por qué no puedo gustarte?

Bajé la mirada.

—Lo siento.

—Bien entonces, terminemos.

Nos miramos, parecía una eternidad.

Por mi cabeza no pasaba nada más que: "¿Esto es real?".

—¿Es en serio? —dije nerviosa.

Esperaba ver el truco.

—Sí...

—¿Por qué?

—Tu a... Solo quiero terminar con esto.

—Bueno. —Me agarré el cuello por lo incómoda que estaba—. Si quieres que esto termine así...

—Realmente no quiero, ¿sabes? Me gustaste, me gustas. Pero sé que no te gusté, que no te gusto y no te gustaré nunca. Comenzamos mal, lo sé. Pero por mi cabeza pasaba que todo esto sería distinto. Pensé que con el tiempo me amarías igual como yo lo hago. —Alzó la mirada—. Pero parece que no será así.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.