Alguien que merezca tu amor, un comienzo contigo

Capítulo 26

Sebastián salió un poco tarde del colegio. Antonella vino corriendo detrás de él. 

—¿Vamos juntos? 

Él solo le respondió con una sonrisa desanimada. Le dijo que iba para otro lado, que sería mejor mañana. Ella se dio cuenta que no quería ir, así que le sonríe despidiéndose de él, tomo su hombro y le dijo: 

—Siento mucho lo de Lisa, en serio. Espero que puedan arreglar las cosas. 

Sebastián se quedó parado, estaba consciente de que gustaba de Lisa y que Antonella sabia de eso, entonces, ¿por qué jugar con ella? ¿Entonces por qué seguir así? ¿Por qué no solo decírselo a Lisa y ya? ¿Por qué era tan difícil? Se decía. 

Camino todo el día, ya era de noche y empezó a llover. Estaba cerca de su casa, pensó en ir a tocarle la puerta a Lisa, pero... al alzar su mirada vio a Joel que había dejado a sus amigos para quedarse con Lisa. Esto le rompió aún más el corazón. Bajo su mirada y con lágrimas en sus ojos se quedó viendo lo que ocurría. Joel besó a Lisa, esta cerró los ojos. 

Sebastián no entendía lo que pasaba, ¿era en serio que iba a quedar todo ahí? 

Joel se fue corriendo dejando a Lisa parada en la puerta de su casa, de la impresión a ella se le callo las llaves de su mano. Lisa lo recogió, cuando alzo la mirada vio a Sebastián todo empapado, se había olvidado su paraguas. 

Ella solo abrió la puerta de su casa y entro sin mirar atrás. 

Sebastián decidió no ir a casa, fue al parque. Se encontró con Antonella. 

—Hola. 

Sebastián solo la miro y la abrazó. 

—Quiero intentarlo. 

Antonella solo se sorprendió y lo abrazo más fuerte. 

—Está bien. 

Cuando Sebastián regreso a su casa, vio una nota en su mesa: 

Creo que tenemos que hablar. 

Sabía que era de Lisa, era su letra. 

Sebastián salió de su casa y vio a Lisa. Aguanto las ganas de abrazarla y de llorar. 

Salieron los dos a caminar.  

Todo era silencio.  

Lisa tomo la mano de Sebastián y con una voz entre cortada le dijo: 

—Te quiero mucho... pero no creo que podamos ser los mismos de antes. 

Sebastián no respondió nada, solo volteo a mirarla y la abrazo. Lisa empezó a llorar. 

—Quiero volver al pasado, quiero que todo sea como antes —dijo ella. 

Sebastián solo atino a abrazar con más fuerza llorando profundamente. 

Todos los recuerdos regresaron, el primer día en que se conocieron. Sebastián con lo de su padre y el ultimo día en que Lisa vería a su padre, quien se iría al extranjero.  

Recordaron cuando jugaron en la arena. 

Recordaron su reencuentro, Lisa estaba en la primaria y había llegado tarde. Mientras subía las escaleras corriendo se tropezó en frente de Sebastián. Este le ayudó, la miro a los ojos y quería llorar. No podía explicar lo que sentía en ese momento. Ellos se habían vuelto a ver. 

Lisa no dijo nada, ni siquiera sabía quién era. Ella pensaba que a Sebastián le había dolido ver como se cayó. Ella le iba a pedir perdón, pero fue interrumpida por Sebas. Este le preguntó: 

—¿Eres Lisa? ¿Te acuerdas de mí? 

Ella aun no lo reconocía. Pensaba que se habían visto antes, tal vez solo era un amigo de Mario, se decía. 

Sebastián le dijo: “Soy yo”, poniéndose su mano en el pecho como señalándose. “Soy Sebastián”. Lisa lo miró y le sonrió, aun no se acordaba de él. Ella lo miró de pies a cabeza, luego desvió su mirada tratando de acordarse de quien era él, pero nada. 

—Soy el chico que conociste en el parque... ¿cuándo éramos pequeños? 

Lisa cerró los ojos presionando sus manos y aunque fue vago el recuerdo, lo recordó. 

—Oh, tú. 

Lisa pidió disculpas por no haberse acordado, Sebastián solo se empezó a reír. Le sonrió. 

Los dos fueron a la casa de Sebastián, él solo sirvió un vaso de agua para cada uno. La luz estaba apagada, Sebastián no quería que Lisa lo vea llorar. 

Sebastián miraba a Lisa cada cinco minutos para confesarles sus sentimientos y él sentía que llegaba el momento, así que se decidió. 

—Lisa, tengo que decirte algo.  

¿Qué?, se dijo. Él estaba consciente de que no era el momento indicado, pero necesitaba hacerlo. 

La miró firmemente y queriendo sacar las palabras de su boca, Lisa interrumpió. 

—Yo también. 

Dijo sin más. Sebastián se quedó sin saber que responder solo desvió la mirada. Y le dijo: “¿Qué pasa?”. Lisa estaba agarrándose las manos, parecía como si lo que iba a decir era fuerte. Sebastián le agarro las manos y ella se alejó. Nunca había hecho eso. 

—Te dije que no podíamos ser los mismos de antes. —Lisa bajó su mirada—. No... no hay que ser amigos. 

Sebastián se quedó de nuevo sin nada que decir, ¿qué estaba haciendo?, se preguntaba. “¿Qué es lo que pasa? ¿Qué es... lo que pasó?”. Sebastián entendía, era Joel. 




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