Alguien que merezca tu amor, un comienzo contigo

Capítulo 29

Lisa regresó al aula junto con Jimena. Lisa volteó a ver el asiento de Mario. 

—¡Lisa! 

Lisa volteó asustada. 

—Sí. 

—¡Te estoy llamando hace rato! ¡Más atención! 

—Oh, sí. Claro. 

No podía dejar de pensar en todo lo que pasó durante este tiempo: terminó con Mario, dejó de ser amiga de Sebastián, se quedó con... aun no lograba eso. Él no gustaba de ella. 

Lisa trataba de escribir, pero mientras más trataba de concentrarse no podía. Lisa miró a Jimena, quien estaba escribiendo con varios colores de lapiceros. Jimena se dio cuenta de que la estaba mirando y arrancó un pedazo de papel de su cuaderno. En ese apuntó: “¿Qué pasa? ¿Necesitas algo?”. Lisa negó con su cabeza. 

Ya al terminar la clase, el profesor agarró sus cosas dejando la pizarra con todo lo de la clase. 

Joel ingresó al salón de Lisa, tocó su carpeta y Lisa alzó la mirada. Se había dado cuenta que era la mano de Joel, la reconocería por cualquier cosa. 

—Vamos. 

—¿Qué? 

Ya era hora de salida. 

Jimena agarró su mochila y se despidió de Lisa con la mano. 

Lisa puso sus manos en su cara, se empezó a sobarse los ojos. Joel agarró su brazo, Lisa lo miró y le volteó los ojos. 

—Tenemos que ir al cine. 

Lisa miró a la nada y suspiró. Ella se puso de pie y camino tan despasio que parecia que el suelo la agarraba. 

—No quiero ir. —Se detuvo. 

Joel volteó y esperó a que todos los compañeros de Lisa salgan del salón. 

—Está bien. Quedémonos. 

Joel agarró el cuello de Lisa y la puso contra la pared. Lisa no podía respirar. Joel le empezó a besar el cuello, Lisa se excitó. 

—Vamos, Joel. Ya te lo dije. 

Joel hizo caso omiso a lo dicho por Lisa y la subió encima de una carpeta. Le sacó la camisa. 

Lisa puso sus brazos entre el cuello de Joel. 

Joel le subió la falda a Lisa, le sobó las piernas. Empezó a bajarle la ropa interior. 

—¡Ah! Joel. —Lo empujó. 

—¿Qué? 

—¿Qué te pasa? 

Lisa se bajó de la carpeta. 

—Te dije que no. 

Lisa camino hacia la puerta, Joel le agarró el brazo y le dijo: 

—Sé que te gustó. 

—Cállate, por favor. 

—Bésame, bésame cuanto quieras. 

Lisa lo miró y se acercó hacia él. Lo besó y se alejó. 

—¿No que estabas enamorada de mí? 

—Ya hablamos de eso —dijo Lisa poniendo sus cuadernos en su mochila. 

—Si somos novios, debemos de actuar como novios. 

—No soy tu novia, no soy nada. —Lo miró fijamente. 

—Lisa... 

—No, esto es solo una apuesta. Por más que me gustes nunca vas a sentir lo mismo. 

Joel suspiró. 

—Tienes razón. No me gustas, pero eso no significa que no podamos salir. 

—¿Qué? 

—Me prometiste seguir con la apuesta. 

—Espera, en primer lugar, ¿por qué no dejas todo esto y te lo tomas en serio? 

—No lo entenderías. 

—No lo entenderías, no lo entenderías. Ya he escuchado eso toda mi vida, ¿no tienes otra escusa? 

—Si no quieres cumplir el reto conmigo... —Joel golpeó con su puño la pared—. ¡Maldición! ¡Lisa! ¡Esto es demasiado! ¡Ya me cansé! —Sale del salón. 

Lisa cierra la puerta del salón. Se desvaneció en el suelo, de nuevo vuelve a llorar. 

Joel solo escuchaba como lloraba. 




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