Para muchos es increíble ver cómo la mejor estudiante de la clase termina en la calle sin hogar, comida y trabajo. Al ver que las cosas se salían de control, Monique decidió salir en busca de trabajo. Luego de tres días en la casita de cartón, se aventuró en las calles de la ciudad hasta que por fin encontró empleo en una floristería por una semana. La joven limpiaba ventanas y pisos para tener algo de dinero y así comer.
Se acercó el sábado, su último día de trabajo. Monique logró reunir dinero suficiente para comer al menos por cuatro días. Esa misma tarde se dirigió a un puesto de comidas rápidas y compró todo lo que pudo. La pobre no había comido un hot dog desde la primaria y creyó que valía la pena todo el sacrificio. Siguió caminando hasta que anocheció; con la panza llena, armó su casita de cartón en la entrada de un parque y ahí pasó la noche.
El sueño de la joven se vio interrumpido cuando un ruido muy fuerte la asustó. Monique se asomó sigilosamente aun cuando estaba envuelta por el miedo. En ese momento vio a dos sujetos caminando cerca de donde estaba. En medio de la oscuridad, veía como se alejaban y en cuestión de segundos desarmó la casita, recogió sus cosas y corrió sin mirar atrás en busca de un sitio seguro. Eran aproximadamente las cuatro de la mañana, se acurrucó en una calle y allí se quedó hasta el amanecer. Al despertar, Monique estaba decidida a seguir caminando hasta que vio un pequeño local en el cual creía que podían darle empleo, desgraciadamente no contó con suerte, fue entonces cuando pensó una vez más y dispuesta a conseguir empleo atravesó la carretera para averiguar en los locales de la cuadra de enfrente, pero tampoco obtuvo una respuesta positiva. Caminó cuatro calles en busca de la avenida principal, ya faltaba poco cuando un elegante auto último modelo la arrolló
Claudia: Dios mío, Dios mío... ¿Qué hice? Espero que esté bien. (Baja del auto y se acerca a Monique) no, no... Ayuda por favor, debo llevarla al hospital.
Un hombre se acercó y ayudó a Claudia a subir a Monique al auto. Rápidamente aceleró en busca del hospital más cercano, explicó lo sucedido y dijo, además, que hicieran lo posible por salvarla, ella pagaría todo.
Doctor: Está bien, no se preocupe, haremos todo lo que esté a nuestro alcance.
Claudia: de acuerdo. Doctor, saldré y volveré en una hora. (Entrega una tarjeta) este es mi número, si necesita cualquier cosa solo llámeme.
Claudia condujo hasta su casa, preocupada por lo ocurrido. ¿Cómo afectaría este lamentable hecho su carrera de super modelo y diseñadora? Era tan evidente su rostro de desesperación que todos los allí presentes se dieron cuenta de que algo había pasado.
Salvador: Señora Claudia, ¿ocurre algo?
Claudia: si, arrollé a una joven...
Salvador: ¿cómo?
Claudia: no lo sé. La dejé en el hospital. Volveré en un rato para ver cómo está. Sólo espero que esto no pase a mayores. Por favor, Salvador... Dile a Nereida y al resto de los empleados que se tomen un descanso, y que se reúnan en la sala de estar.
Salvador: en seguida.
Salvador es el jardinero de la familia Smith, y uno de los empleados de confianza de Claudia. El otro, es Sebastián, el mayordomo, quien es un gran hombre y si se puede decir el mejor amigo del hijo mayor de los Smith. Regresando a la historia, Salvador reunió a todos los empleados de la casa en el lugar asignado por su patrona. Estando allí, nerviosos e intrigados por saber lo que pasaba, los empleados solo pensaban en una cosa: serían despedidos.
Lentamente, Claudia bajaba por las escaleras mientras la mirada de todo el personal se anclaba en ella.
Claudia: veo sus rostros de preocupación y sé en lo que están pensando. No los voy a despedir, sólo necesito su apoyo. Voy a ser honesta y es que hace unos minutos arrollé a una joven y está en el hospital. Por favor, no quiero que esto salga de la casa y si llega a pasar todos se irán.
Renata: yo sugiero que vaya a verla y nosotros nos encargamos de la casa.
Elena: ¿ver a quién? (Baja) ¿qué ocurre?
Claudia: luego hablamos hija, Sebastián... Quiero que mantengas todo en orden.
Sebastián: Sí señora.
(Claudia se marcha)
Elena: ¿qué ocurre?
Marlon: no podemos responder. Si quiere saber, mejor espere a que llegue su madre.
Camino al hospital, Claudia solo pensaba en una cosa: el bienestar de Monique. Al llegar, caminó tan rápido como pudo en busca del doctor hasta encontrarlo. Presentía que tenía buenas noticias.
Claudia: ¿ha mejorado?
Doctor: si, afortunadamente no hubo ningún órgano afectado, sólo un golpe en la cabeza y un brazo fracturado.
Claudia: ¡cielos! ¿por cuánto tiempo estará aquí?
Doctor: No lo sé. Tal vez quince días, todo depende de cómo evolucione la joven. Claudia: ¿y quién es?
Doctor: encontramos su identificación, su nombre es Monique Rosenrot. Tiene dieciocho años.
Claudia: ¿y su familia?
Doctor: no sabemos. Las autoridades pueden ayudar con eso.
Claudia: no, no... Yo lo haré. Yo me encargo de todo. ¿dónde está?
Doctor: sígame...
Al llegar a la habilitación en la que reposaba Monique, Claudia sintió un gran alivio al ver que la joven no sufrió graves lesiones. Ella pensaba que un hueso roto no era nada comparado con haber perdido la vida. Fijamente la miraba y se preguntaba por su pasado, su familia, por qué huyó de casa... Sin saber que más adelante conocería su triste historia. Claudia decide regresar a casa para descansar. Pero antes tenía que darle una explicación a Elena y Lorenzo.