¿alguien quiere adoptarme?

capitulo 4

 

Amanecía y el sol brillaba con fuerza. Monique estaba en el jardín regando las plantas, tan tranquila, parecía que la jardinería traía paz a su ser. Lorenzo se acercó a ella de tal forma que la joven se asustó pues no esperaba que su jefe se encontraba cerca de ella. 

Monique: señor Lorenzo, que susto. 

Lorenzo: escucha Monique, iré directo al grano. Anoche noté que mi hijo no estaba en su recámara y decidí esperarlo ahí. Me dijo que bajó por un vaso de agua, pero se bien que no fue lo que en realidad pasó. Estaba contigo. 

Monique: señor Lorenzo, yo-- 

Lorenzo: no he terminado. 

Monique: lo siento. 

Lorenzo: quiero que te alejes de Gabriel, no quiero verte hablar, sonreírle ni nada. Limítate a lo que eres, una simple empleada en esta casa. Mi hijo no es tu amigo. ¿Has entendido? 

Monique: perfectamente, señor. 

Lorenzo: bien. 

Monique se sentía mal por lo ocurrido. Lorenzo se alejó mientras que la chica lo observaba. Solo pensó en que tal vez la botarían a la calle como basura, cuando volteó para seguir con su deber fue sorprendida por Salvador. 

Salvador: escuché todo. El señor Smith no me vio. (ve a Monique) ¿Por qué estás llorando? 

Monique: no es nada Salvador, es solo que siempre que tengo un momento de paz algo o alguien lo destruye. 

Salvador: No te sientas mal. He notado que el joven Gabriel está enamorado de ti. Monique: no digas tonterías, Salvador. Sabes perfectamente que eso no es cierto. 

Salvador: oh... yo sé que sí, he visto a ese muchacho crecer y créeme que ese no es el Gabriel Smith de siempre. Es un Gabriel Smith enamorado. 

Monique: Deberías escribir historias, tiene poco tiempo de

conocerme. Salvador: ¿y si es amor a primera vista? 

Monique: segunda, tercera y cuarta... No creo en esas cosas. Ni siquiera sé qué es eso. Salvador: allá viene el joven Gabriel. 


 

Cuando Salvador le hizo saber a Monique que Gabriel se acercaba, ella rápidamente recogió sus cosas y trató de huir. Salvador no pudo detenerla y Gabriel corrió hasta alcanzarla. Monique lo ignoraba y en su intento por perderlo llegó hasta un rincón y no pudo escapar ya que Gabriel estaba justo enfrente de ella. Hubo un corto silencio por unos segundos, de nuevo Gabriel inició la conversación, pero fue interrumpido por Monique quien le dijo que se alejara de ella y le evitara problemas. 

Gabriel: ¿de qué problemas estás hablando? 

Monique: su padre me dijo que no quiere verme hablando, sonriendo o cosas por el estilo con usted. 

Gabriel: ¿eso dijo? 

Monique: eso y más. Que me limitara a lo que soy, una simple empleada. Y tiene razón... Yo no tengo por qué hablar con usted, menos tener una amistad. 

Gabriel se marchó sin decir nada. Esa misma tarde Isabela llegó a casa de los Smith. Monique vio como la señorita fue recibida y tratada por Lorenzo. Ella veía como se acercaba a Gabriel hasta lograr besarlo en los labios. En realidad, a Monique no le importaba y continuó con su trabajo. Isabela besó a Gabriel para molestar a Monique sin saber que sólo perdía su tiempo. 

Al joven no le gustó para nada la acción de Isabela y subió a su recámara. Monique estaba en su oficio limpiando algunas cosas. Pasadas las horas tomó un descanso, así que salió a la puerta principal a respirar un poco de aire fresco. Elena se sentó junto a ella, le sonrió y luego dijo: 

Elena: ¿por qué le tienes miedo a mi hermano? veo que, si él se acerca a ti, le huyes. Monique: solo trato de respetar los límites. 

Elena: No entiendo. 

Monique: no vine aquí para ser la amiga del joven Gabriel. 

Elena: pero él solo quiere ser tu amigo. La verdad es que estoy muy feliz de que estés aquí. ¿Por qué no hablas con él? 

Monique: porque no quiero problemas con el señor Lorenzo. 

Elena: ¿qué pasa con mi padre?

Monique: no quiere verme hablar o estar cerca de Gabriel, y yo tampoco quiero hacerlo. Elena: entiendo. Oye Monique... Me gustaría ir de compras ¿Vienes? Monique: sí. 

Gabriel: (sale) ¿vamos? 

Elena: sí. 


 

Monique: eh... Acabo de recordar que debo hacer algunas cosas. Olvidé que tengo tareas pendientes. 

Elena: pero-- 

Monique: (entra a la casa) 

Gabriel: ¿qué ocurre con ella? 

Elena: no lo sé. Es muy tímida, aun no la comprendo. Oye Gabriel... ¿qué pasó con mi padre? Gabriel: te contaré en el camino. 

Gabriel y su hermana Elena salieron de su casa a divertirse e ir de compras. En ese tiempo Lorenzo aprovechó que sus hijos no estaban para hablar con su esposa. Claudia estaba en su despacho realizando algunos diseños para su colección de primavera. Lorenzo sabía más que nadie que a Claudia le molestaba que la interrumpieran cuando trabajaba, aún así, entró sin tocar la puerta y en efecto alterando lo nervios de su esposa. 

Claudia: Por Dios Lorenzo, ¿es que ahora no puedo trabajar tranquila ni en mi propia casa? 

Lorenzo: Tenemos que hablar sobre esa tal Monique. No me gusta para nada que hable con nuestros hijos, últimamente la veo muy cerca de Gabriel. 

Claudia: ¿qué tiene de malo? 

Lorenzo: habla con los chicos, en especial con Gabriel. 

Claudia: no veo peligro en que nuestros hijos busquen amistad con Monique. Es de su edad y no creo que esa joven sea un mal ejemplo. Los chicos no hablan con nadie, es normal que la busquen. 

Lorenzo: me cuesta creer que pienses así. 

Claudia: ¡no Lorenzo! A mí me cuesta creer que pienses así. Ahora por favor retírate, estoy atareada y retrasada por culpa tuya. 




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