Llegó el 25 de octubre, el cumpleaños de Monique. Un día antes de finalizar el viaje. Ese día Elena planeó todo con Gabriel sin que Monique se diera cuenta. Elena pasaría la mañana en la sala de juegos con un grupo de amigos que casualmente viajaba a bordo de crucero, por la tarde iría al spa, así Gabriel pasaría el día entero con Monique.
Sin duda es el primer cumpleaños más sensacional de su vida después de casi una década. Ella sabía que algún día volvería a ser feliz, libre y con alguien que de verdad le brindaría amor y protección. Ese alguien era Gabriel, quien se convirtió en su primer amigo, su protector, tanto así que si un chico la veía en vestido de baño él se ponía celoso.
La noche estaba cada vez más cerca, Elena volvió al camarote a descansar y Gabriel llevaría a Monique a una romántica velada. Ella se veía hermosa, tenía un vestido de gala rojo, usaba el collar plateado que un día Gabriel le dio. Su cabello negro se movía a merced del viento ya que lo tenía suelto. Su compañero parecía un galán de telenovela, usaba smoking y un finísimo reloj que le obsequió su padre en su cumpleaños.
Ambos caminaron hasta el salón, allí cenaron y luego fueron a bailar. Gabriel se encargó de que ese día quedase grabado en la memoria de Monique por el resto de su vida. El actuaba muy romántico, pero ella no lo veía así.
Se hacía tarde y Monique comenzaba a sentirse cansada. No quería decir nada pues le daba vergüenza lo pensaría Gabriel. El joven caminó con ella hasta un sitio alejado para ver una vez más las estrellas. Notó que su compañera temblaba por el frío de la noche y decidió abrigarla con su saco.
Gabriel: ¿te sientes mejor?
Monique: Mucho. ¡Gracias!
Gabriel: ¿te divertiste?
Monique: sí. Este es el primer cumpleaños que he podido disfrutar después de tanto tiempo. Gabriel: me alegra escuchar eso.
Monique: Gabriel... ¿Qué hora es?
Gabriel: (mira el reloj) ¡Caray! Ya es tarde.
Los jóvenes llegaron al camarote y con cuidado se acostaron a dormir. Elena estaba profundamente dormida y no querían despertarla, las cosas iban bien. El Perla Escarlata estaba a cuatro kilómetros de la costa, cuando de pronto las personas gritaban y corrían desesperadas. Monique alertó a sus amigos y salieron a ver. En medio del caos Elena se separó de su hermano, el crucero estaba hundiéndose.
Gabriel no sabía qué hacer pues su hermana menor estaba desaparecida. Por fortuna un marinero le dijo a Elena que abordara un bote salvavidas, le dio esperanzas de encontrar a Gabriel y a su amiga con vida. Estando ya en la orilla Elena veía solo las luces diminutas del crucero y lloraba desconsolada. Gabriel, por otro lado, estaba muy nervioso, cayó al agua y estuvo a punto de morir. Monique quien a pesar de todo era una chica fuerte lo encontró y le salvó la vida.
Gabriel: ¿Dónde está mi Elena? ¿Dónde está mi hermana?
Monique: Ella está bien, tranquilo. Pronto la hallaremos.
Gabriel: Monique, tengo que encontrarla...
Monique: Escucha, ya no queda casi nada. Estamos solos en medio de las aguas a cuatro mil metros de la costa.
Gabriel: No podré nada todo eso.
Monique: Tenemos que hacerlo si queremos vivir, yo te ayudaré.
Gabriel y Monique nadaban a la costa, pero por fortuna fueron rescatados por un bote salvavidas y dos horas después se encontraron con Elena. De allí fueron llevados a la casa de campo de los Smith, lugar donde pasaron las siguientes tres noches antes de volver a casa.
La noticia del Perla Escarlata no tardó en darle la vuelta al mundo, en Italia, Lorenzo estaba como loco al igual que Claudia en los Estados Unidos. Cuando Gabriel, Elena y Monique llegaron a casa, Claudia inmediatamente se comunicó con Lorenzo para avisarle que los chicos estaban bien y que habían regresado a casa.
Afortunadamente no hubo víctimas mortales en el naufragio, y los recuerdos del viaje siguen con Elena (jamás soltó el teléfono). Una semana después Isabela fue a casa de los Smith a eso de las cuatro de la tarde. Luego de una fuerte discusión con Gabriel decidió irse, pero antes de abandonar el lugar amenazó a Monique con hacerle daño si no dejaba de meterse en la vida de Gabriel, que ya tenía suficiente con soportar ver las fotos del viaje en las que estaban juntos. Mientras ofendía y amenazaba a Monique le mostraba un cuchillo
haciéndole entender que hablaba muy en serio.
La joven sintió mucho miedo, terminó con su trabajo y se fue a dormir. A los hermanos Smith les pareció raro que Monique no subiera a cenar esta vez, en cambio a los empleados les pareció más raro aún que la joven se acostara sin comer. Al llegar la media noche Monique se fue por segunda vez, al parecer ya se estaba haciendo costumbre fugarse a esa hora.
A la mañana siguiente...
Elena: ¡Gabriel! Monique no está.
Gabriel: ¿Cómo que no está?
Elena: Nereida fue por ella y su habitación está vacía. Sebastián dice que se fugó, encontró un trozo de tela en la reja.
Gabriel: reúne a los empleados.
Claudia: ¿Qué pasa?
Gabriel: Ven...
Gabriel y su madre caminaron hasta el jardín, todos los empleados estaban allí. Gabriel: ¿Alguien sabe algo?
Sebastián: yo solo encontré un trozo de tela.
Cristina: me late que alguien no quiere a Monique en esta casa, y esta vez el señor Lorenzo no está.
Marlon: es alguien no seré yo. Le tengo mucho aprecio a esa niña.
Salvador: yo estoy feliz con ella aquí. Con ella el trabajo de jardinero es más fácil y divertido.