Ali ( 1ª parte de Gemelas)

CAPITULO 1 CAMBIO DE IDENTIDAD

—¡No!, ¡absolutamente NO, Cali!

—¡ Oh, Aliiiiii! ¡por favor por favor siiiiii!

Me parecía estar viendo su mohín y sus ojitos de cachorro, pero esta vez no dejaría que me mangoneara, imité la voz de mamá y le grité al teléfono:

—¡Carolina Herrera Díaz, soy tu hermana mayor y no vas a meterme en tus jueguecitos!

—Oh vamos Ali, te lo he explicado mil veces el gemelo que nace primero en realidad no es el mayor, sino el que nace el segundo, porque es el primero que se forma y además menos de un minuto de diferencia no te daría prioridad sobre mí, yo soy la mayor y tuve que empujarte para que salieras, igual que estoy empujándote ahora para que salgas de esa covacha que llamas tu apartamento y te relaciones con alguien más que ese chucho maloliente con el que vives, ¡si al final me lo vas a agradecer!

—Cali, yo me relaciono suficientemente con quien quiero, ¡y mi perro es mejor persona que tú! —miré a Dino que no parecía nada preocupado por lo que había dicho mi hermana y dormitaba en el sofá apoyando su costado contra mí.

—Sí, si, bonita vale, pero como tú eres un cielo y mejor persona que yo, me vas a hacer este favorcito de nada.  ¡Ah!, Ahí viene James, tengo que dejarte, deséame suerte, y recuerda no le hables a Andrés y todo irá bien, no le extrañará porque estamos enfadados.

—¡CALIIIIII! ... —gríté inútilmente el teléfono.

Tengo veintiséis años y mi hermana me la ha vuelto a liar como cuando teníamos quince y me convencía para que cortara por ella con sus novietes, sin duda de los muchos defectos que tiene mi hermana, el de no querer enfrentar los líos en los que se mete, es el peor, y desde luego su mejor habilidad es conseguir que sea yo quien tenga que sacarla de ellos.

Está claro que para ella, el hecho de ser gemelas idénticas es una ventaja no una maldición.

Me mordí el labio preocupada, no hacer lo que mi hermana me había pedido no era una opción, y ella lo sabe perfectamente, no podría perdonarme a mí misma que perdiera su trabajo, pero me sentía enfadada y manipulada, ¡otra vez! 

Me levanté del sofá impulsivamente, la cabeza del Dino resbaló y se despertó mirándome confundido, yo no solía ser tan brusca, pero no podía estarme quieta. Empecé a pasear nerviosa por mi reducido apartamento. Intercambiarme con mi hermana era un juego cuando éramos niñas que de adolescentes ya dejó de hacerme gracia, sobre todo cuando se lio con mi novio del momento solo para demostrarme que él no podía distinguirnos. 

Pero lo que ahora pretendía Cali era una insensatez, quería que la sustituyera en su trabajo, mientras ella se iba con un tipo que acababa de conocer a unas vacaciones de ensueño en las Maldivas, y claro, nadie podía saber que se había ido, especialmente su novio y jefe Andrés, que seguramente no vería con buenos ojos su escapadita, mi hermana era una irresponsable, se lo estaba jugando todo y no le importaba, pero yo soy tan idiota que siempre la cubro en sus locuras, y esta vez por mucho que quisiera, no iba a ser diferente. 

—¡No!, ¡absolutamente NO, Cali!

—¡ Oh, Aliiiiii! ¡por favor por favor siiiiii!

Me parecía estar viendo su mohín y sus ojitos de cachorro, pero esta vez no dejaría que me mangoneara, imité la voz de mamá y le grité al teléfono:

—¡Carolina Herrera Díaz, soy tu hermana mayor y no vas a meterme en tus jueguecitos!

—Oh vamos Ali, te lo he explicado mil veces el gemelo que nace primero en realidad no es el mayor, sino el que nace el segundo, porque es el primero que se forma y además menos de un minuto de diferencia no te daría prioridad sobre mí, yo soy la mayor y tuve que empujarte para que salieras, igual que estoy empujándote ahora para que salgas de esa covacha que llamas tu apartamento y te relaciones con alguien más que ese chucho maloliente con el que vives, ¡si al final me lo vas a agradecer!

—Cali, yo me relaciono suficientemente con quien quiero, ¡y mi perro es mejor persona que tú! —miré a Dino que no parecía nada preocupado por lo que había dicho mi hermana y dormitaba en el sofá apoyando su costado contra mí.

—Sí, si, bonita vale, pero como tú eres un cielo y mejor persona que yo, me vas a hacer este favorcito de nada.  ¡Ah!, Ahí viene James, tengo que dejarte, deséame suerte, y recuerda no le hables a Andrés y todo irá bien, no le extrañará porque estamos enfadados.

—¡CALIIIIII! ... —gríté inútilmente el teléfono.

Tengo veintiséis años y mi hermana me la ha vuelto a liar como cuando teníamos quince y me convencía para que cortara por ella con sus novietes, sin duda de los muchos defectos que tiene mi hermana, el de no querer enfrentar los líos en los que se mete, es el peor, y desde luego su mejor habilidad es conseguir que sea yo quien tenga que sacarla de ellos.

Está claro que para ella, el hecho de ser gemelas idénticas es una ventaja no una maldición.

Me mordí el labio preocupada, no hacer lo que mi hermana me había pedido no era una opción, y ella lo sabe perfectamente, no podría perdonarme a mí misma que perdiera su trabajo, pero me sentía enfadada y manipulada, ¡otra vez! 

Me levanté del sofá impulsivamente, la cabeza del Dino resbaló y se despertó mirándome confundido, yo no solía ser tan brusca, pero no podía estarme quieta. Empecé a pasear nerviosa por mi reducido apartamento. Intercambiarme con mi hermana era un juego cuando éramos niñas que de adolescentes ya dejó de hacerme gracia, sobre todo cuando se lio con mi novio del momento solo para demostrarme que él no podía distinguirnos. 

Pero lo que ahora pretendía Cali era una insensatez, quería que la sustituyera en su trabajo, mientras ella se iba con un tipo que acababa de conocer a unas vacaciones de ensueño en las Maldivas, y claro, nadie podía saber que se había ido, especialmente su novio y jefe Andrés, que seguramente no vería con buenos ojos su escapadita, mi hermana era una irresponsable, se lo estaba jugando todo y no le importaba, pero yo soy tan idiota que siempre la cubro en sus locuras, y esta vez por mucho que quisiera, no iba a ser diferente. 




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