Ali ( 1ª parte de Gemelas)

CAPITULO 2 VIVIENDO OTRA VIDA

Esta mañana me desperté un poco desconcertada entre las sábanas de tropecientos mil hilos de seda de mi hermana Cali, la noche anterior había decidido que lo más práctico sería mudarme a su apartamento, ya que, si tenía que hacerme pasar por ella, tenía que usar su ropa y sus cosméticos.  

No es que yo sea un absoluto desastre, no, pero trabajar en casa me permite hacerlo en pijama, así que mi guardarropa no se compara con el glamuroso fondo de armario de mi hermana, yo con algunos chándal, tres o cuatro vaqueros, unas camisetas, un par de cazadoras y zapatillas de deporte estoy servida, ella tiene un armario de pared a pared lleno de vestidos, sandalias y bolsos a juego, zapatos de tacones interminables… está claro que aunque nos parecemos como dos gotas de agua en el fondo somos muy distintas, desde pequeñas ella siempre ha querido brillar y ha tratado de ser única, aún recuerdo el disgusto de mi madre cuando apareció con el pelo cortísimo rubio platino a los doce años, la verdad es que estaba guapísima, pero impactaba, ahora sin embargo llevamos el pelo igual, una media melenita cómoda de estilo despeinado que está muy de moda, así que en ese aspecto no tendré problemas, pero con sus vestidos seguro que me sentiré muy rara, como si llevara un disfraz . 

Un poco adormilada todavía hundí mis pies descalzos en su maravillosa alfombra, algo que sí tengo que reconocerle a Cali, es que sabe rodearse de lujo y confort, no me imagino cómo puede permitirse tal derroche, pero yo voy a disfrutarlo, miré a mi alrededor y todo combinaba a la perfección, era un apartamento muy coqueto, Dino y yo parecíamos un poco fuera de lugar allí, aunque él parecía perfectamente a gusto sobre la preciosa colcha, supongo que le extrañaba que me levantase antes de salir el sol, lo llamé para espabilarlo pues debía sacarlo antes de irme, y además me vendría muy bien un pequeño paseo para prepararme mentalmente, una cosa era fingir que era Cali durante un ratito y otra meterme en el papel una semana, apenas conocía a sus compañeros de trabajo, me los había presentado una vez que fui a visitarla al trabajo pero no me fijé mucho en los nombres, ella me había hablado alguna vez de ellos cuando empezó a trabajar como redactora en la revista, pero hacía tiempo que casi no nos veíamos, solamente cuando mamá insistía en que fuéramos a casa una vez al mes para chequear que estábamos bien y a veces ni coincidíamos.  

Actualmente vivimos en mundos muy diferentes cuyas órbitas no llegan nunca a tocarse, no sé cómo podemos ser tan idénticas por fuera y tan distintas por dentro, yo prefiero la tranquilidad, si no fuera por los paseos con Dinito apenas saldría de mi apartamento, tengo la suerte de que mis tiras cómicas,  que empezaron como una terapia,  gustaron a muchísima gente, empecé dibujando historietas de un gatito casero para superar la muerte de mi propio gatito “Coco” y se volvieron virales en las redes, tengo un montón de seguidores  y patrocinadores que me permiten sobrevivir más o menos bien. Mi hermana en cambio, apenas para en casa, viajes, cenas de trabajo, eventos, fiestas, tanta socialización me horroriza, espero poder esquivar todos esos compromisos en la semana que Cali estará fuera.  

Volví del paseo bastante más nerviosa, preocupada por si nos descubrían y las consecuencias que tendría en la vida de mi hermana. Me puse un vestidito monísimo y me maquillé más bien poco, dejé comida para Dinito, bastante agua y le abrí la terraza para que pudiera salir al sol si le apetecía. Durante todo ese tiempo estuve tratando infructuosamente de llamar a Cali, pero seguro que se estaba tostando al sol con una bebida de sombrillita al lado de alguna piscina de un superhotel, y no le parecía necesario responder al teléfono para informarme al menos del reportaje en el que estaba trabajando, eso si no se estaba tirando al fabuloso James. Pues muy bien, si metía la pata en su oficina, no sería mi culpa, salí besando en la cabecita al pobre Dino y le pedí que me esperara, prometiéndole un largo paseo para la vuelta y unos taquitos de jamón de york si se portaba bien, estoy segura de que me entiende perfectamente así que hablo con él como si fuera mi hijo.  

Al llegar inspiré hondo, abrí la puerta de la redacción, fingí seguridad y entré, afortunadamente aún recordaba cuál era su mesa, sonreí a todos y me dirigí hacia allá.

—Carol, querida, ¿qué tal en tu tour de hoteles? ¡Perra! Que suerte tienes siempre te quedas con los mejores reportajes, seguro que has vivido toda la semana como una reina, ven a tomar un café y me cuentas.  

¿Carol?, ¿mi hermana se hacía llamar Carol? , vaaale, tomo nota, creo recordar que este puede ser Mario, un compañero del que mi hermana ha contado alguna vez alguna anécdota, me arrastró hasta una esquina  de la sala donde había una pequeña barra contra la pared y una cafetera enchufada, me alegré que mi hermana también tomara el café largo y solo, al menos así no me confundiría al servirme. 

—Dime, ¿qué ocurrió con el americano que conociste en el bar del hotel?, me mandaste ese mensaje apresurado y ya no volví a saber de ti, ¿te lo ligaste?, eres una suertuda, te pasas una semana alojándote cada noche en los mejores hoteles de la ciudad gratis y encima conoces a un millonario que está cañón, cuéntamelo todo con detalles, Andrés no ha llegado todavía, no te preocupes, pero cuidado con la arpía, seguro que está tratando de escucharnos.  

Miré a mi alrededor tratando de deducir quién era la arpía, de las otras siete u ocho personas que había por allí, no me pareció que nadie nos estuviera mirando. Pero al menos me estaba enterando de que mi hermana trabajaba en un reportaje sobre los hoteles de lujo de la ciudad y que en uno de ellos había conocido al fabuloso James, con el que se había ido sin mirar atrás.  

Tomé un sorbo de café sin saber qué decir, cuando vi entrar a la oficina a un hombre guapísimo, aproximadamente treinta años, alto, pelo castaño, ojos verdes preciosos, que en cuanto cruzó la mirada conmigo los endureció y se dirigió directamente hacía mi sin apartarlos de mi cara.  




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